Y Llegaron los Carnavales de Vitoria. Una gran parte de los casi 10000 aficionados que asistieron al partido entre el Alavés y el Llagostera en Mendizorroza, iban disfrazados. El ambiente festivo en el campo era espectacular. Y para no defraudar a nadie, los conjuntos protagonistas del choque, también se disfrazaron.

El Deportivo Alavés, dejó en el armario su flamante esmoquin de líder y se disfrazó para la ocasión de peón de albañil. El papel de trabajador incansable lo interpretó a la perfección, con el mono de trabajo duro y sucio puesto y sin importarle nunca mancharse las manos de barro. Especialmente trabajadores estuvieron Juli, que no sólo cargaba sacos de ladrillo, sino que dibujó líneas de pase perfectas, y Toquero, que se hartó de subir las escaleras a pie descargando de escombro la obra de todo el equipo en el piso de arriba, la azotea, el área.

Por su parte, los visitantes, escogieron un disfraz de fina seda. Un disfraz de equipo de fútbol grande. Se vistieron de actitud, valentía y buen juego. Como los equipos grandes, reflejaba en el campo esa imagen que apunta a que el gol llegará tarde o temprano, por mucho que el otro equipo apriete. Jugadas de ataque, de contragolpe, a balón parado, con pases largos o cortos, en profundidad... sin miedo.

Desde el principio del partido, se pudo intuir que tanto Alavés como Llagostera harían las delicias del espectador con un encuentro de esos de toma y daca. Ocasiones de todos los colores y formas.

La primera gran ocasión la tuvo Kiko Femenía, que estrelló en el poste el balón después de un maravilloso recorte en el área. Los visitantes respondieron con una extraordinaria jugada de Pitu y Querol que remató fuera Imaz, de cabeza, cuando ya se veía el primer gol en el marcador. También Imaz probó de lejos los reflejos de Pacheco que, como René, tuvo una actuación estelar.

La primera media hora de partido fue para enmarcar. Realmente incomprensible que la brega y la lucha del Alavés o la paciencia y buen fútbol del Llagostera, no fuera suficiente para que ninguno de los conjuntos marcaran algún gol. Después vinieron unos minutos de piques y tarjetas que sirvieron como pequeño descanso para los dos titanes sobre el césped.

El segundo tiempo, puro fútbol.

El empate a cero al descanso, era ya un premio para los dos equipos. Los dos pudieron marcar y los dos pudieron encajar. Pero la valentía del Llagostera, con su disfraz de equipo grande, desnivelaba ligeramente la balanza hacia el lado visitante. El equipo de la Costa Brava, salió tras el descanso aún más convencido de su papel.

Y en una de sus muchas incursiones en la defensa del Alavés, Imaz se quedó sólo ante Pacheco tras un pase magistral de Pitu. Tuvo tiempo de pensar hasta en cómo iba a celebrar el gol. Seguramente correría hacia la banda con los brazos extendidos y luego buscaría hacer una piña con el resto de sus compañeros. Al llegar al área, regateó a Pacheco para quedarse a puerta vacía mientras, seguramente, pensaba en si era mejor celebrarlo así o mejor tirarse al suelo en plancha para que los compañeros acudan a tirarse unos encima de otros. Le dio tiempo a pensar en todo eso y más. Cuando lanzó a portería, ya algo escorado, la defensa sacó el balón bajo palos y despejó a córner. Imaz, el mejor del Llagostera en el día de hoy, no merecía un final así de la jugada.

Pero aún fue peor cuando justo en la siguiente acción del partido Toquero se plantaba sólo ante René tras un pase magistral del peón-arquitecto Juli, y fusilaba sin piedad al meta gaditano de la UE Llagostera. Del 0-1, al 1-0.

A continuación, otro mano a mano con Pacheco. Ésta vez Querol decidió pasar el balón a Natalio ante la salida del portero y Natalio, solo, sin marcaje alguno, lanzó fuera el que ya se cantaba como gol del empate. 

Al disfraz del Llagostera sólo le faltó el gol y, finalmente, el jurado decidió que el premio al mejor disfraz se lo llevaría el Alavés. Su traje de albañil, de líder obrero, de líder humilde, fue suficiente para hacer caer en desgracia, una vez más, al Llagostera que, al menos, se llevó el premio de consolación al disfraz más atrevido, que servirá para futuros certámenes en los que el equipo de Oriol Alsina se jugará toda la temporada.