Se enfrentaban en La Rosaleda dos de los tres peores equipos de la Liga –el otro es el Valencia- en un partido marcado por las urgencias de los de Mel y de los de Schuster.

El preparador alemán incidía en la víspera del partido en que el equipo había encontrado ese punto de moral necesario como para no repetir el esperpento de goleada ante el Celta de hace dos semanas (0-5) y para ello repitió el once que empató a cero contra el Espanyol en Cornellá en el duelo intersemanal, con Portillo por detrás de Roque y flanqueado en bandas  por Fabrice y Eliseu.

Mel puso lo que tenía, sin más. El madrileño tuvo que sobreponerse a una lista de bajas más parecida a un capítulo de Expediente X que a un parte médico. Así, Jorge Molina volvía a ser el hombre gol y Verdú- que recuperó su mejor nivel- era el encargado de asistirle. Nono y Xavi Torres formaban una pareja de medios casi inédita esta temporada.

El Málaga dibujó sus líneas con Fabrice partiendo desde la derecha y buscándole las cosquillas a Nacho y Tissone de interior, con Darder de pivote. Muy inteligente la maniobra de Schuster ,ya que en un contraataque lanzado por Gámez, Tissone encontró en profundidad la subida de Eliseu por el carril izquierdo y el portugués se sacó un centro medido a la cabeza de Roque, que necesitó dos remates –uno en semifallo- y trece minutos para batir a Andersen y poner en ventaja al Málaga.

Verdú coge la batuta

Con el gol, el Málaga se quitaba esa losa que arrastraba de no ver puerta en los últimos cuatro choques y pasaba la presión y la impaciencia al cuadro sevillano, que no lograba coger el tino y el tempo al partido. El Betis sin balón sufre y eso se vio plasmado en el césped durante el primer tercio de partido.

Sin embargo, en la primera acción de desborde de Vadillo por la banda derecha, Sergio Sánchez se precipitó derribando al canterano bético en la frontal del área y concediendo una falta muy peligrosa. Verdú sacó el guante que atesora en su pierna diestra y marcó un verdadero golazo, haciendo inútil la estirada de Willy. Con poco, el Betis había logrado empatar la contienda.

Verdú comenzó a hacerse dueño y señor del juego bético y empezaba a habilitar a sus compañeros en posiciones de verdadero peligro. El partido entró en una fase de toma y daca, con un control alterno de ambos equipos y con más y mejores combinaciones.

Con el empate del Málaga, Tissone retrasó su posición para formar  pareja con Darder en el doble pivote. La igualdad en marcador, juego y ocasiones fue la tónica dominante y con la que se llegó al descanso en La Rosaleda.

Perquis deja helada a La Rosaleda

La segunda parte empezó con susto;  Fabrice y Perquis chocaron cabeza con cabeza en una disputa aérea que acabó con el franco-polaco tendido en el suelo y claramente conmocionado. El defensor bético tuvo que abandonar el terreno de juego en ambulancia bajo el aplauso al unísono de La Rosaleda. El canterano Caro ocupó su lugar en el centro de la zaga.

El descaro de Vadillo siguió trayendo por el camino de la amargura a Antunes, que se tragó un autopase – con caño incluido- del ‘7’ que le permitió encarar a Willy con total comodidad y tiempo, pero su remate fue al muñeco y el cancerbero argentino sacó la manopla para enviar a córner.

La balanza se vuelve loca

En la jugada inmediatamente posterior, el contraataque del Málaga acabó con el tanto de Eliseu tras un magnífico pase sin mirar de Portillo. El portugués ajustó con el interior de su pie izquierdo allí donde no podía llegar Andersen.

El partido estaba inmerso en ese punto de locura y caos defensivo que los espectadores aman y los técnicos repelen. Dos minutos después, Verdú puso un balón parado desde la izquierda para la cabeza de Figueras, al cual los jugadores blanquiazules se olvidaron de marcar. El Betis igualaba el marcador en un partido que por entonces ya se había vuelto indomable.

Schuster buscó reacción inmediata y algo más de control e imaginación. Para ello, dio entrada a Bobley Anderson en lugar de un gris Fabrice, que volvió a desperdiciar otra ocasión de oro para reivindicarse. Mel también movió el banco e introdujó a Steinhöfer en lugar de Juankar.

La ‘V’ al cuadrado (Vadillo y Verdú) fueron lo mejor del Betis. El extremo pidió penalti por un presunto empujón de Sánchez con  el brazo, pero Undiano no apreció contacto suficiente como para decretar la pena máxima.

Gámez  dio un recital de despliegue físico. Corrió todo lo que pudo y más por el costado diestro y también hizo de asistente, dejando sólo a Juanmi  -que había entrado por Roque- ante Andersen, pero el canterano no acertó a definir una clarísima ocasión.

Schuster acierta con Samu

Cedrick y Samu fueron los últimos cartuchos que Schuster y Mel gastaron para intentar desequilibrar el resultado hacia algún lado. Y la tuvo el Betis, pero Steinhöfer se pasó de fuerza en un pase de la muerte a Molina.

Los seis minutos de añadido sirvieron para que Eliseu se pegase otra cabalgada por la banda izquierda y sirviese un balón atrás que Portillo mandó al larguero. Pero por ahí apareció Samu Sánchez para recoger el rechazo, reventar con toda su alma el balón, poner el 3-2 y llevar el delirio a La Rosaleda. Mención aparte al jugador portugués que participó en los tres goles del equipo malagueño.

El gol de Samu sirvió para que el Málaga inaugurase noviembre con victoria (no ganaba desde el 24 de octubre ante el Almería) y para dejar al Betis helado, sin argumentos y con cara de primos al ver cómo se les escapaba un punto y quién sabe si la victoria de La Rosaleda. Lo peor para los de Mel es que en el horizonte más temprano aparece el Barcelona y el derbi sevillano, muchas curvas por delante; el Málaga coge aire y se sitúa en la zona plácida de la tabla.

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Sobre el autor
Alberto Ardila
Amo el fútbol en todas sus vertientes. Me apasiona el mundo de la comunicación. Redactor de la sección del Málaga C.F.