Samuel García, desde su barrio natal de San Andrés, llegó al primer equipo del Málaga C.F. sin hacer ruido. Su figura en el Atlético Malagueño era muy destacada desde que se incorporara en la temporada 2010/2011. Cuando por fin decidió que el fútbol iba a marcar su vida, su salto fue imparable. Ha tenido que esperar hasta los 23 años para debutar en Primera División, pero ha merecido la pena porque en su primer año ya se ha hecho un hueco en la categoría más alta del fútbol español. Su vida empezó a cambiar en la pretemporada en la que fue uno de los integrantes del segundo equipo para completar el cupo de jugadores que Schuster se llevó, justo en el momento decisivo de su carrera en el que tomaría la decisión de quedarse o salir del club.

Inicios complicados

Finalmente, se quedó in extremis con una de las 25 fichas de primer equipo. Seguidamente se produjo la ampliación de su contrato con la entidad malacitana hasta 2016. Su trabajo en pretemporada convenció a Schuster de tener un sitio en una plantilla huérfana de jugadores de ataque. Todo fue demasiado rápido para Samu, que unos días después ya se encontraba debutando en Mestalla en el primer encuentro liguero. Quién sabe si los nervios o su ubicación en el campo, pero en su salida al campo estuvo incómodo en todo momento y fue incapaz de aportar.

Pasaron dos meses hasta que Samu García tuvo una nueva oportunidad en uno de los templos del fútbol español, el Santiago Bernabéu. Schuster le alineó como segundo punta por la cuota de sacrificio que había visto en él. Aquel día volvió a rozar la mediocridad, pero el técnico alemán ya sabía que podía contar con él cuando hubiera que correr. El punto de inflexión de su temporada llegó en el derbi ante el Betis, en el que los costasoleños llegaban en horas bajas y con necesidad de encontrar fieles al proyecto. Samu García salió a falta de cinco minutos para el final, con el marcador dibujando un 2-2. En el tiempo de descuento, le cayó un balón muerto en el área bética, culminando con el empeine para darle el instante que siempre habría soñado.

Goles balsámicos

El canterano entró dentro de las constantes rotaciones de Schuster, que no lo tenía claro. Fue acumulando minutos, sin llamar la atención, pero opositando a una plaza. Hasta que llegó 2014, el año de la explosión de Samu García. Jugó todos los minutos en los dos partidos inaugurales ante Atlético de Madrid y Levante, en los que el Málaga salió derrotado pese a cuajar encuentros aceptables. Fue de nuevo en un derbi andaluz contra el Sevilla cuando Samu García salió desde el banquillo para liderar la remontada. Activo, incisivo, voraz, desde la banda derecha, donde cruzó un espléndido disparo la escuadra para el júbilo de la hinchada.

Desde ahí todos empezaron a creer en él. Se había adaptado a la liga y a los planes de Schuster. Era un jugador clave por su movilidad en ataque, se asociaba mejor, se atrevía a hacer más cosas, finalizaba jugadas, etc. Su golazo en Pamplona fue la demostración. Recibiendo un balón al espacio de Amrabat y picando de primeras al palo largo del portero. El golpe sobre la mesa en un contexto delicado para el Málaga. Su titularidad coincidió con el repunte de los malacitanos en la segunda vuelta hasta confirmar la permanencia. 

El jugador más mejorado

Aunque sin duda, si por algo se le podría haber recordadado a Samu García esta temporada en toda España es por el gol que marcó a base de insistencia en el Vicente Calderón, un gol que le pudo costar el título liguero a los colchoneros. No fue así finalmente, pero ayudó para cosechar un empate definitivo para la salvación matemática. El atacante de San Andrés ha tenido que lidiar durante todo el curso para abrirse paso y finalmente lo ha conseguido. Seguramente, el mejor más mejorado del equipo, su rendimiento ascendente apunta a que podría ser un jugador sustancial en los próximos años para la entidad de Martiricos en la renovación del Málaga post-Champions. La segunda temporada, la de su confirmación, será muy examinada por todos.

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