Francisco Javier López Bravo, de origen malagueño, de la barriada de El Palo, está entre los once jugadores que más partidos ha disputado con la camiseta del Málaga CF, con un total de 240 encuentros (235 como titular y los cinco restantes saliendo desde el banquillo).

Arrancó su carrera como futbolista del primer equipo en Tercera División, consiguiendo el ascenso al grupo IV de la Segunda División B, donde permaneció tres temporadas hasta poder conseguir el ansiado ascenso a Segunda División, como paso previo al posterior ascenso a Primera División, hecho que se consiguió en la temporada posterior. Permaneció en el club, a las órdenes de Joaquín Peiró, hasta alcanzar el único título en la historia del Málaga CF, la Intertoto, que otorgó al equipo costasoleño el derecho a participar por primera vez en una competición europea: la UEFA, alcanzando los cuartos de final, cayendo en una fatídica tanda de lanzamientos desde los once metros, acabando así con el sueño europeo de los malaguistas.

Su perfil

Bravo, como se le conocía en el mundillo futbolístico, disputó la mayoría de partidos con la elástica malaguista con el dorsal número tres, habitual número para el jugador encargado de cubrir el lateral izquierdo en una defensa de cuatro, al menos en el fútbol europeo. Bravo, pese a preferir ese número tres, se desenvolvía preferiblemente en el perfil diestro del eje de la zaga o en el lateral derecho, en función de las necesidades del equipo y de la competencia que hubiese cada temporada.

Si atípica era su demarcación para el número que portaba en su camiseta, también lo eran sus características físicas y técnicas. Central que no llegaba a los 180 centímetros de altura, para una categoría como Tercera o Segunda B, donde el juego aéreo es fundamental, aunque era fuerte y corpulento, hacia difícil pensar en ser un defensa idóneo para la categoría. A esto se le une que uno de sus fuertes era el golpeo y manejo de balón a la hora de iniciar los ataques desde la defensa con pase largo en diagonal para los extremos o en corto para el centro del campo, en categorías donde los centrales tienden a complicarse poco la vida optando por el balón largo. Era opinión generalizada de la época cuestionarse: ¿Qué hace un defensa como Bravo en Tercera División?

Aprendió de Juan Carlos Añón

El buen rendimiento de Bravo no pasaba desapercibido y las enseñanzas que le transmitían veteranos como Juan Carlos Añón, permitieron su evolución desde Tercera División hasta competir en UEFA. Propio del buen humor reinante en La Rosaleda en ese grupo noveno de la Tercera División, surgió el cántico y las pancartas que llamaban la atención del entonces seleccionador español Javier Clemente, para que Bravo y Añón fuesen citados para formar parte de la selección española.

De central a lateral

Tras conseguir dos ascensos, de Tercera División a Segunda División B y tras un largo caminar de tres años por el desierto de la Segunda División B alcanzar el ascenso a Segunda División, hubo también un cambio de posición para Bravo, que no de rol, pues Bravo siempre fue titular indiscutible para todos los entrenadores que fueron pasando por el club, siendo desde muy joven, dado su carácter y personalidad, uno de los capitanes de la primera plantilla. De la mano de Ismael Díaz y posteriormente de Joaquín Peiró, Bravo pasa de jugar en la posición de defensa central a ocupar el lateral derecho, eso sí, con el número tres a la espalda. 

Su calidad individual, unida a su firmeza defensiva, hace que su adaptación al puesto de lateral derecho no suponga una bajada en su rendimiento, sino todo lo contrario. En la campaña 1998/99 se convierte en una de las sensaciones de la Segunda División del fútbol español, despertando el interés de equipos de superior categoría y siendo uno de los referentes del equipo que cosechó el ascenso a la máxima categoría.

Anotó un gol en el partido del ascenso

Queda para la memoria histórica malaguista, el mítico partido del ascenso disputado en una calurosa mañana de mayo frente al Albacete Balompié, al que se derrotó por un marcador de 3-2, donde Bravo fue triste protagonista del primer gol visitante, al resbalar desgraciadamente propiciando la ocasión que supuso ese gol, hecho del que Bravo se repuso sobradamente al anotar un gran gol de falta directa haciendo inútil la estirada del meta oponente.

El rendimiento de Bravo fue excelente en Tercera, Segunda B y Segunda División, pero había dudas si podría mantener dicho nivel en la máxima categoría. El míster, Joaquín Peiró, decidió durante la pretemporada ubicar a Bravo nuevamente como central, dejando el lateral para el fichaje Roberto Rojas y ocupando el centro de la zaga junto a Míkel Roteta principalmente. Bravo disputó un total de 27 encuentros en su primera temporada como jugador de Primera División, con un rendimiento alto, surgiendo diferentes rumores que le situaban en equipos de mayor enjundia, aunque no fructificaron y permaneció en la capital costasoleña.

Bravo disputó tres temporadas más en Primera División con el Málaga CF, una segunda donde su nivel de participación también fue muy bueno, pero la tercera y cuarta no fueron así, pues al defensor paleño le tocó conocer la cara menos agradable del fútbol: las lesiones. Lesiones de rodilla que frenaron drásticamente la evolución del jugador, que luchó y tuvo ocasión de disputar la competición europea por primera vez en la historia del Málaga: el título de la Intertoto y la participación en la Copa de la UEFA.

Un nuevo rol

Tras reaparecer al superar su lesión de rodilla, habiendo perdido parte de su velocidad punta y aceleración, pero sin perder un ápice de la calidad técnica que atesoraba, Bravo fue reubicado por Joaquín Peiró como centrocampista defensivo,  ayudando en la faceta defensiva al equipo, siendo el guardaespaldas fundamental para Sandro, convirtiéndose en el sucesor para dicha demarcación de Gonzalo de los Santos y José María Movilla, puesto que sería reforzado por el actual segundo entrenador malaguista: Marcelo "El Gato" Romero.

Su visión de juego y excelente golpeo de balón, así como su inteligencia para ocupar espacios y leer el juego, le permitieron disputar bastantes partidos en esta demarcación, con un nivel óptimo, aunque sin olvidar sus posiciones anteriores, siendo utilizado como lateral y central, cuando la ocasión lo requería. 

Esta situación supone para Bravo un nuevo rol, porque aunque amplió su posibilidad de jugar en diferentes posiciones en el terreno de juego, se vio reducido el número de minutos que disputó el jugador en las diferentes competiciones

Recta final de su carrera

Tras finalizar su vinculación con el Málaga CF, Bravo se enrola en el Rayo Vallecano, donde no consiguió disputar ningún partido, por lo que buscó una nueva oportunidad en la UD Almería, en Segunda División en esa temporada, disputando ocho partidos con la camiseta rojiblanca.

Finalizada esa etapa, Bravo comienza un periplo por diferentes equipos de Segunda División B y Tercera División: Melilla, Oviedo, Vélez y Rincón de la Victoria, donde tras dejar la práctica activa de fútbol, pasó a formar parte del cuerpo técnico de dicho equipo.

Actualmente, Bravo está centrado en su formación como entrenador de fútbol, donde según confesó en una entrevista para Vavel.com desearía "ser algún día el entrenador del primer equipo del Málaga CF", aunque reconoce la dificultad que eso supone. También ha sido comentarista para la emisión local de los partidos del Málaga, donde se ha podido disfrutar de sus comentarios, experiencias y anécdotas vividas por una de las leyendas vivas del club.