El Málaga CF no pudo repetir la hazaña de derrotar a uno de los tres grandes en La Rosaleda (como ya consiguió ante el Atlético de Madrid, 1-0) y cayó derrotado ante el líder de la clasificación, el FC Barcelona, por un resultado de 1-2 que explica por sí solo lo mucho que le costó al equipo de Luis Enrique asaltar el feudo blanquiazul.

La alineación

En la alineación que Javi Gracia puso en liza, el principal ausente fue Nordin Amrabat, propiedad del Watford inglés. Para ocupar su lugar, el navarro optó por darle una oportunidad a Juanpi, que no decepcionó marcando el empate a uno. El dibujo táctico del 4-4-2 con Charles y Duje Cop arriba parece ser el esquema que más gusta a Gracia. El Chory Castro repitió titularidad, y dos futbolistas que parecen fijos son Camacho y Recio en el doble-pivote. En el lateral izquierdo volvió Miguel Torres, que protagonizó una oportuna actuación, sobre todo cuando salvo un gol a puerta vacía de Leo Messi.

Ganar en intensidad

Los futbolistas de Javi Gracia pusieron en apuros al campeón liguero en una primera parte que no pudo haber empezado peor para los intereses del Málaga CF. El temprano gol de Munir fue un varapalo que no afectó en absoluto al planteamiento del entrenador navarro. La idea de Gracia para tratar de batir al FC Barcelona fue ganar en intensidad. ‘Donde no llegan a veces la calidad y el talento llegan las ganas y el hambre de ganar’, debió pensar el entrenador malaguista.

Javi Gracia consiguió motivar y mentalizar a sus pupilos para que plasmasen a la perfección el antídoto perfecto para superar al equipo catalán. La inteligencia y calidad de Luis Suárez sirviéndole el gol en bandeja a su compañero Munir en los primeros compases de partido hicieron augurar a más de uno una cómoda victoria del equipo de Luis Enrique, pero el triunfo azulgrana se puede describir con varios adjetivos, pero ‘cómodo’ no es uno de ellos.

La presión como arma

La intensidad con la que Javi Gracia decidió que jugara el Málaga CF la concentró en la presión. En varias ocasiones en las últimas temporadas el FC Barcelona ha sufrido cuando le presionaban hasta en su propia área, y en La Rosaleda sucedió de nuevo. Una solidaria presión a todos y cada uno de los futbolistas azulgrana que marcó la tónica de la primera parte. Cuando un jugador del Barça conseguía superar a uno del Málaga CF, allí estaba otro compañero blanquiazul para que el equipo de la Ciudad Condal no saliera cómodamente con el balón jugado.

El juego del Málaga CF no solo fue intenso cuando la posesión era azulgrana. El principal exponente de la intensidad ofensiva del equipo costasoleño fue Charles. El delantero brasileño fue una auténtica pesadilla para la zaga ‘culé’, concretamente para Thomas Vermaelen. Los duelos aéreos fueron ganados en su mayoría por el veterano delantero, manteniendo la posesión y aumentando la moral de sus compañeros y aficionados.

Segunda mitad sin gasolina

En la segunda mitad el partido fue bien distinto. Jeremy Mathieu entró en el descanso por Vermaelen, y el francés sí supo frenar el potencial aéreo de Charles y frenar los ataques que no pudo frenar el belga. El Málaga CF, ya fuese por querer asegurar más el marcador o por la falta de las energías gastadas en la primera parte, suavizó su presión y esperó al FC Barcelona más atrás, provocando que los azulgrana tuvieran el partido donde querían.

Fruto del dominio, el Barça se adelantó por mediación de Messi y fue entonces cuando el Málaga CF volvió a lanzarse al ataque, con menos intensidad debido al tremendo esfuerzo de la primera mitad. Javi Gracia dio entrada a Fornals por Recio para ganar en frescura y ofensividad, pero los otros dos cambios tardaron demasiado en producirse. En el minuto 80 entró Santa Cruz por Cop y en el 83 Duda por un lesionado Weligton. El paraguayo y el portugués tuvieron poco tiempo para dejar su huella, y solo pudieron sumarse en el asedio que realizó el Málaga CF al FC Barcelona.