Hasta ahora estaba siendo uno de los futbolistas más cuestionados por la afición costasoleña en este inicio liguero. Y no porque no crean en las cualidades de este delantero criado en La Masía y que cuenta en su palmarés con una Champions League entre otros títulos importantes, sino porque el aficionado malaguista estaba deseoso de que al canario le comenzasen a salir las cosas bien.

Tras ser suplente en su tierra durante la pasada jornada en la derrota del Málaga CF en Las Palmas, Sandro Ramírez saltó sobre el césped de La Rosaleda con la pretensión de aprovechar un nuevo voto de confianza ofrecido por parte de Juande Ramos, en forma de titularidad, para demostrar que está preparado para asumir los galones del ataque malaguista en la presente temporada.

Pero no salieron las cosas de cara para el insular en los primeros compases. El Eibar apretó las tuercas al conjunto andaluz en los primeros minutos de partido y el ariete no dispuso de demasiado acierto para aprovechar los escasos envíos que le llegaban procedentes de la medular.

Sin embargo, se observó a un Sandro mucho más intenso en el juego y en la búsqueda del esférico que en anteriores encuentros. Una garra que tuvo recompensa cuando al filo del descanso recibió un balón dentro del área, se zafó de la defensa con un gesto técnico que demuestra toda la clase que atesora en sus botas y fulminó a Riesgo cuando la SD Eibar se iba a marchar a vestuarios por delante.

Sandro, tras su primer tanto con la elástica del Málaga, dio aliento a una afición que estaba harte de sufrir en las últimas semanas. Señaló el escudo del equipo en el que quiere seguir explotando lo que en el FC Barcelona no pudo con regularidad. Su capacidad para hacer goles.