Tres victorias por la mínima, incapaces de ganar a domicilio y gran parte de lo que va de temporada en posiciones de descenso a Segunda División B. 15 puntos en 15 partidos es, sin duda, un pobre bagaje para un equipo que a principios de temporada se marcó el objetivo del ascenso. Por ello, Albert Ferrer ya es historia en el Mallorca, y ahora es Pepe Gálvez el elegido de cambiar el rumbo de este equipo. 

Pepe Gálvez es el encargado de revertir esta dinámica perdedora que ha lastrado al equipo durante el primer tercio del campeonato y que le ha llevado a situarse en posiciones de descenso. Gálvez es un mallorquinista más. El nuevo mister se mostró agradecido porque “hacía tiempo que no se le daba una oportunidad a un entrenador de la casa”. Demostró las ganas y la ilusión de alguien que quiere hacer las cosas bien, pero sobre todo dejó claro que quiere imponer su sello: un estilo agresivo y valiente. El club le ha dado tres partido de margen, algo que para él es “una oportunidad que quiere aprovechar”. Son tres partidos, pero si su plan funciona podría quedarse hasta final de temporada.

Es imprescindible un cambio en todos los aspectos y Gálvez puede (debe) ser un revulsivo. Al equipo le urgen los puntos y su nuevo míster está obligado a cambiar cosas importantes para que esto mejore. Uno de los problemas de este equipo es la falta de pegada de sus delanteros, por lo que Gálvez debe tener la valentía que no tuvo su antecesor para confeccionar un dibujo más atrevido. Los goles son amores, y Gálvez medita implantar un sistema de juego menos obsesionado con defenderse y más preocupado en crean ocasiones. Gálvez busca dotar a su equipo de mordiente, y otro de sus objetivos es levantar la moral de un equipo que lleva cinco partidos sin ganar y que está en puestos de descenso. El Mallorca necesita empezar de cero.

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Sobre el autor
Xavier Fornés
Periodismo en Palma de Mallorca