Emoción, pasión, orgullo, esperanza y ganas de dar la campanada. Eso es lo que siente la afición del Nàstic en estos momentos. Tras el sufrimiento que significa pasar dos eliminatorias en casa de más de 120 minutos –incluyendo la tanda de penaltis- y pasar la tercera y definitiva a 500 kilómetros de casa.

Dos tandas de penaltis seguidas

No sonrió el primer sorteo de los encuentros al club grana. Los catalanes fueron emparejados con el Alcoyano. Equipo duro, que se clasificó la pasada campaña para el playoff de ascenso a la Liga Adelante. Pero eso no iba a echar atrás a los granas. Había ganas. El Nàstic no superaba una eliminatoria de Copa del Rey  desde la derrota en Zorrilla cuando el club catalán militaba en Primera División. 7 años han pasado desde entonces, en los que caía siempre en la primera eliminatoria que disputaba.

Tras tantas decepciones, tocaba superar la eliminatoria. Y tanto equipo como afición se unieron en uno haciendo bueno el eslógan de la temporada “I si ho fem junts?” (¿Y si lo hacemos juntos?). Había que darle emoción al encuentro y así fue.

Empate sin goles en el tiempo reglamentario, con un penalti fallado por parte de los granas en la segunda parte. Verdú lanzó a lo panenka, diciéndole a todos que había que ganar y haciéndolo bonito. Pero no salió bien. No obstante, el premio llegó en la prórroga. Primero golpearon los locales mediante Querol; luego, los visitantes. Y así  llegó la tanda de penaltis. Emoción hasta el final. Y ésta vez sí salió bien, la suerte también quiso que ganara el Nàstic.

Pero no todo terminaba aquí, el camino era largo. El siguiente rival: otro duro hueso de roer, el Albacete. Y éste era más peligroso que el primero. 3 victorias consecutivas e imbatido en la portería en liga. Nadie había perforado la meta manchega, salvo el Extremadura en la Copa en la primera ronda.

Lo hizo el Nàstic. Lo hizo Querol, de tacón. Todo bonito, como merecía el partido, como merecía la afición. Pero el Albacete empató 10 minutos después. 1-1, que se prolongó hasta el final de la prórroga y volvieron los penaltis. Superar una tanda es suerte. Superar dos consecutivas es casi imposible. Casi. Para los granas no había nada imposible. El pasado pesaba mucho y tenían que superarla. No decepcionaron a nadie. Las 2000 almas presenten cantaron cada gol de la tanda de penaltis hasta dejarse la voz. Tomeu fue el salvador. Sólo quedaba una.

Haciendo historia a 500 km

La suerte que sonreía al Nàstic en el terreno de juego no lo hacía en los sorteos. Con la plaza de exento que se llevó el Sant Andreu, el conjunto de Tarragona tendría que superar una eliminatoria más. Tocó el Burgos, recién ascendido de Tercera división pero que no le puso las cosas fáciles a los visitantes. El Plantío sería un infierno. Pero el Nàstic no iba a estar solo, unos 50 nastiqueros apoyaron al equipo en Burgos. Y fueron el jugador número 12 a pesar de ser minoría. Otro penalti, esta vez en el tiempo reglamentario, decidió que el equipo catalán iba a ser el ganador. Pero no cómodamente. El Burgos tuvo ocasiones, y muy claras, para empatar el encuentro. Pero el sol que significaba la suerte miraba hacia Tarragona.

Miles de nastiqueros gritaban en sus casas que, después de 7 años, volvería un equipo de primera división a Tarragona. Después de 7 años serían la envidia de muchos. Después de 7 años volverán a tener esa repercusión mediática que significa enfrentarte a un grande de España. Después de 7 años el Valencia pisará el Nou Estadi. No el filial, no el equipo que perdió en Tarragona hace un mes. El grande, el de verdad, el de Djukic.

Y 10 días después volverán a respirar el césped de Mestalla. Los nastiqueros volverán a sentarse en las butacas naranjas y negras de la capital de la Comunitat Valenciana. Y no es para menos, tras tres eliminatorias de infarto toca disfrutar, por una vez, de lo que significa tener al Valencia delante. Y los nastiqueros, sin duda, disfrutarán. Y ¿quién sabe? Alcorcón, Mirandés y… ¿Nàstic?

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