Osasuna no consiguió olvidar ante el Villarreal lo ocurrido la pasada jornada frente al Athletic. De hecho, el encuentro de El Madrigal solo sirvió para hurgar en la herida y recordar uno de los episodios rojillos más negros de lo que llevamos de Liga. Hace exactamente una vuelta, apenas en la jornada 3 del campeonato, el submarino amarillo hacía escala en Pamplona dejando a su paso desolación por tierras enemigas. No solo por el 0-3 que endosaron aquella tarde a los navarros, sino por las chirriantes sensaciones que dejaban en el seno de Osasuna, que no había conseguido ni ganar, ni convencer en sus dos compromisos anteriores. Fue precisamente aquella misma noche, en las oficinas del mismo estadio, cuando se certificó la caída del jefe de la nave rojilla, José Luis Mendilibar, y se daba paso al actual comandante: Javi Gracia. Aunque, como se ha comprobado esta jornada, el Villarreal sigue siendo asignatura pendiente en Tajonar.

Oriol Riera y Cejudo comenzaron el partido desde el banquillo. Acuña y Lobato fueron titulares.

El técnico pamplonica comenzaba el partido haciendo una apuesta arriesgada. No contento con las bajas de Arribas y el 'Gato' Silva, decidió sentar a dos de los jugadores rojillos más en forma: Oriol Riera y Álvaro Cejudo. En su lugar, Javi Acuña y el debutante Cristian Lobato. El preparador rojillo decidió darle la punta de ataque al paraguayo pensando sin duda en su velocidad a la contra; mientras, la entrada del catalán parecía más una recompensa a su trabajo que una cuestión de méritos, aunque, lo cierto es que el ex del Barcelona dejó varios detalles de calidad esperanzadores, cuajando una primera mitad más que destacable.

Sin embargo, el Villarreal de Marcelino García Toral es un equipo de Champions. Aunque todavía no ocupe uno de estos cuatro puestos de privilegio —está a tres del Athletic—, demuestra jornada tras jornada ser uno de los equipos más fuertes del campeonato. Velocidad, toque y pólvora en ataque. Lo primero, una evidencia incontestable con ver apenas unos minutos del juego amarillo; lo segundo, una virtud encarnada principalmente en la figura de un inconmensurable Manu Trigueros; lo tercero, una atronadora realidad ¿Que se lesiona Uche, máximo goleador del equipo esta temporada? Entra Perbet y se anota dos tantos. Si a esto añadimos la cada vez más evidente fragmentación del equipo rojillo, que sigue adoleciendo de un centrocampista de creación, distribución y dirección—y más con la ausencia de Silva—, el resultado no puede ser otro que el que reflejaba el marcador. Bueno sí, podía haber sido peor, pero Oriol Riera y Roberto Torres entraron en los minutos finales para, no solo acortar diferencias, sino crear ocasiones como para haberse puesto a un solo gol de diferencia o...

Resistencia estoica de 45 minutos

El partido comenzó con un ritmo desenfrenado. Pero, nada de ocasiones en ambas porterías y transiciones frenéticas, sino hiperactividad, intensidad por encima del tope de revoluciones y errores no forzados. El césped, cortito y recién fregado —como mandan los cánones de los equipos tocones—, no ayudó en los primeros compases del encuentro. Nadie conseguía controlar la bola y, solo con el paso de los minutos, Trigueros pudo poner calma, tomar las riendas del partido y otorgar el papel protagonista del duelo al Villarreal. De hecho, fue el propio centrocampista toledano el que abrió la veda con un disparo lejano e inocente sobre la portería de Andrés. Probablemente el acercamiento que menos problemas causó al meta murciano, pues la violencia de las acometidas del submarino fue in crescendo a lo largo de la velada.

A los pocos minutos, sería Uche el que, progresando por la frontal desde el pico del área, probaría fortuna con un disparo con dirección a la escuadra derecha de Andrés; no obstante, el lanzamiento del nigeriano no adquirió la rosca necesaria. Poco a poco se animaba el Villarreal que, cuando se llegaba al ecuador de la primera parte, consiguió enlazar con maestría una jugada colectiva que acabó con Aquino dentro del área. De nuevo, la fortuna se alió con los rojillos, ya que el volante azteca no impactó con certeza sobre el cuero.

Eran los momento de mayor sufrimiento rojillo. Hasta nueve jugadores rojillos defendían con uñas y dientes a escasos metros de su propia portería, mientras que Acuña era una isla solitaria en la medular que bregaba por alto todos los balones que sobrevolaban el cielo castellonense —otra cosa tal vez, pero pelea no se le puede negar al delantero paraguayo—. No obstante, las cosas empezaron a cambiar tras ver Pina la primera amarilla del partido. El leve manotazo del manchego sobre Armenteros pareció espolear a los rojillos, que adelantaron sus líneas de presión y empezaron a incomodar la salida de presión de su rival, especialmente gracias al trabajo de Acuña y De las Cuevas sobre los defensores locales y de Puñal y Raoul Loé cercando por completo al cerebro castellonense: Trigueros.

Los rojillos volvían a entrar en el partido. Se sacudían la presión amarilla y se asomaban al marco defendido por Sergio Asenjo. De las Cuevas fue el primero en probar fortuna tras una gran contra guiada por Lobato, pero la gran ocasión llegó, pasados los treinta minutos de juego, de las botas de Lotiès. Centro de Puñal al segunda palo y gran aparición de nuevo de Lobato para devolver al área de primeras. El balón, en el punto de penalti, no pudo ser rematado con plenitud por el central francés, que llegaba con el cuerpo tirado hacia delante, pero su disparo metió en serios problemas al meta local, que apunto estuvo incluso de introducirse con el balón dentro de su portería.

Uche se lesionó en el minuto 42 y entró Perbet en su lugar.

Osasuna comenzaba a ganar terreno y al Villarreal le crecían los enanos. Al gran partido que estaba realizando la zaga rojilla —con especial mención a Flaño, que hoy sustituía al sancionado Arribas—, se unía la lesión de Uche y una amarilla de resignación para Giovani Dos Santos. Quizá, la mejor noticia para los de Marcelino fue el pitado final de la primera mitad.

Diez minutos fatídicos y la puntilla

Al descanso el resultado era de 0-0 y en el minuto 54 el Villarreal ya había metido dos.

Osasuna empezaba a gustarse y... relajarse. Cuando el crono de Álvarez Izquierdo apenas contaba unos segundos tras el descanso, un centro desde la medular pilló desprevenido hasta el último de los defensores rojillos. Flaño y Lotiès no se entendieron a la hora de tirar el fuera de juego, Andrés se debatía entre salir y no salir y Perbet aprovechó el desconcierto para plantarse solo ante el murciano y poner, con un remate mordido, el primero de la noche: 1-0.

Un nuevo error defensivo había sacudido a los rojillos. No era el primero en lo últimos partidos, ni mucho menos, y los jugadores osasunistas entraron en shock. Javi Gracia se apresuró en mandar a calentar a Cejudo, Roberto Torres y Oriol Riera, los tres jugadores más incisivos de la plantilla, que hoy tuvieron que esperar su oportunidad desde el banquillo. Pero, cuando apenas había dado tiempo a comprobar el estado del paciente, segundo mazazo. Contra del Villarreal y Trigueros ponía la guinda de su pastel. El centrocampista tuvo tiempo de frenar, controlar, orientar y colocar el balón donde quiso desde la frontal. Nadie salió a taparle a él, y prácticamente todos taparon a Andrés, que reaccionó tarde ante el golpeo del toledano, potente, seco y sobre la base del palo: 2-0.

Inmediatamente entró Cejudo. El cordobés, fiel a sus costumbres, lo primero que hizo fue probar suerte desde lejos, pero la suerte ya se había acabado. El Villarreal era dueño y señor del partido. La ventaja era cómoda y la reacción de su rival tímida y estéril. Pero el submarino había entrado en combustión. Los jugadores navarros no tenían siquiera un metro para darse la vuelta con el balón y los locales asediaban la portería de Andrés. El partido comenzaba a recordar al de la primera vuelta.

Perbet fue, con el permiso de Trigueros, la estrella de la noche gracias a sus dos tantos.

Los de Marcelino se gustaban. Toque y juego bonito al servicio del espectador. Taconazo de Jonathan Pereira dentro del área y remate preciso y colocado de Gio buscando la escuadra de Andrés. Jugada preciosa que se marchó por milímetros. El mejicano perdonó el tercero, pero no su compañero Perbet. Saque de banda desde la derecha y nueva asistencia de Pereira, esta vez, sobre el francés, que, dentro del área, no se andó con contemplaciones. Trallazo para fusilar al portero y poner el 3-0 en el marcador.

Con Torres y Oriol es otra historia

Osasuna vagaba inválido sobre el terreno de juego. Javi Gracia y sus jugadores ansiaban el pitido final y se defendían para evitar una debacle mayor como la del Athletic. Sin embargo, dos jugadores salieron enrabietados al terreno de juego. Ya no servía para nada, pero Roberto Torres (minuto 68) y Oriol Riera (minuto 81) se encargaron de poner picante a los últimos días minutos del partido, probablemente los mejores de Osasuna en todo el encuentro.

Oriol Riera firmó uno de los goles de la temporada.

Es más, la primera intervención del delantero de Vic acabó con el balón dentro de las mallas y de que manera. Armenteros apuró las escasas fuerzas que le quedaban en un duelo con Gabriel. El argentino apuró línea de fondo y, casi desde fuera del campo, sacó un centro a media altura sobre el primer palo que Oriol Riera se encargó en elevar a la categoría de obra de arte. De espaldas al marco, el arieta catalán golpeo de espuela la pelota para superar con una parábola perfecta a Asenjo que solo pudo ver como el estético recurso del delantero rojillo acababa en la escuadra contraria: 3-1. Sin duda, el gol de la jornada y, posiblemente, uno de los goles de la temporada.

Riera no lo celebró, no había motivos para la alegría esta noche, por eso, siguió trabajando. Un centro de Torres al segundo palo, prácticamente en la jugada siguiente al gol, fue cabeceado desde el área pequeña por el catalán escapándose a escasos centímetros del larguero. En apenas unos minutos, Oriol había creado más peligro que todo el equipo en los 80 anteriores. Y todavía quedaba más. Contra guiada por Roberto Torres y apertura para Armenteros que no consigue acertar por poco con la portería de Asenjo. Pero la reacción —casi más pataleta— llegó tarde. Muy tarde. No había tiempo para más y Osasuna volvía a asomarse a los puestos de descenso, que ya quedan a solo dos puntos de distancia.