Osasuna había jugado en el coliseo blanco hasta en 35 ocasiones. Históricamente, el equipo navarro acostumbra a poner en dificultades al cuadro merengue, sin embargo, el Santiago Bernabéu nunca ha sido plato de buen gusto para la expedición rojilla. De entre todas sus visitas, solo pueden rescatarse dos victorias: en la temporada 1990/91 y en la 2003/04. Eso sí, ambas sirven de regocijo para el aficionado osasunista, pues se trata del 0-4 con hat-trick del polaco Jan Urban y del 0-3 con goles de Valdo, Pablo García y el delantero marroquí Moha. Pero al parecer, ninguno de los rojillos que hoy saltaron sobre el terreno de juego conocían tales historias.

Ni Real Madrid ni Osasuna pusieron intensidad

El equipo de Javi Gracia pecó de ser excesivamente conservador y acabaron bajándole la falda. Ante un equipo plagado de suplentes —Nacho, Varane, Illarramendi, Morata— y con la mente puesta en el partido del próximo martes frente al Bayern de Múnich, Osasuna no supo siquiera demostrar el coraje que se le presupone a un equipo que se está jugando la permanencia a falta de tres jornadas para el final de Liga. Si el Real Madrid ofreció una inusitada ausencia de intensidad, los navarros, lejos de intentar poner en apuros al equipo blanco, se contagiaron de futbol conformista del Madrid, que, a fin de cuentas, ganaba sin oposición desde el minuto 6 y podía ahorrarse el desgaste físico para la Champions.

De entrada, Javi Gracia tomó una decisión cuanto menos sorprendente. Marc Bertrán, titular indiscutible en el lateral diestro, se quedaba en el banquillo dejando su puesto a Damià y otorgando el flanco zurdo a Joan Oriol, un futbolista más acostumbrado a la grada que a entrar en las convocatorias. Esta variación puede entenderse desde la perspectiva del alto número de apercibidos en el once rojillo. El técnico pamplonica quería evitar a toda costa la posibilidad de perder a sus dos laterales titulares —ambos acumulan cuatro tarjetas amarillas— para el decisivo partido del próximo sábado ante el Celta de Vigo; cuestión lógica, pero que dejaba a las claras la escasa confianza que el cuerpo técnico tenía de puntuar en el Bernabéu. Por lo menos, tanto Damià como Bertrán podrán jugar la próxima semana. Más dudas hay con Armenteros y Loé. Ambos tuvieron que ser retirados por lesión y hay dudas en cuanto a su presencia ante el cuadro gallego.

Ancelotti, por su parte, también preparaba una variante importante. Gareth Bale, aquejado de un proceso gripal en los últimos días, acabó por quedarse fuera de la convocatoria a última hora para asegurar su presencia en tierras germanas. Caso similar al de Karim Benzema, que vio el partido desde el banquillo tras terminar el encuentro del pasado miércoles con molestias en su rodilla. En lugar de ambos, entraron Isco y Di María, mientras que Asier Illarramendi, Nacho, Varane y Marcelo dieron descanso a Xabi Alonso, Carvajal, Pepe y Fabio Coentrao. Ahora, quien no se perdió el duelo fue Cristiano Ronalo.

A contracorriente desde el minuto 6

Ronaldo abrió el marcador con un tanto en fuera de juego

El astro portugués volvió a los campos ante el Bayern de Múnich tras perderse varios partidos por lesión y ante Osasuna fue titular. "Creo que necesita jugar para tener una mejor condición", dijo Ancelotti en la rueda prensa previa al partido. Y vaya si lo hizo. El atacante de Madeira tardó solo 6 minutos en abrir el marcador. Recibió en banda izquierda, trazó la diagonal y realizó un zapatazo seco marca de la casa que se coló por el palo zurdo de Andrés. La pelota, que tocó en Damià, adquirió un efecto endiablado imposible para el meta murciano, poniendo el 1-0 en el marcador y anotando su gol número 100 en el Santiago Bernabéu. Un gol que, por cierto, no debió subir al marcador, ya que el portugués recibió la pelota en fuera de juego.

Antes de eso, Osasuna había dado ciertas muestras de vitalidad. Con el Real Madrid jugando como si fuera un amistoso, lo rojillos llegaron a trenzar varias jugadas de ataque antes el 1-0, todas ellas sin consecuencias, pero con cierto halo de esperanza —aunque fuera más por la nula concentración defensiva del equipo blanco—. Fruto de ello llegó un centro envenenado de Damià que a punto estuvo de sorprender a Diego López y una espectacular chilena de Cejudo desde la frontal que se marchó no muy lejos del arco blanco.

Pero llegó el gol. Y con él todas las esperanzas de dar la sorpresa, aquella de la que hablaban en Tajonar con la boca pequeña, se esfumaron. Fue entonces cuando llegó la calma. Para unos y para otros. El Madrid mandaba en el marcador y casi que ya se veía con los tres puntos en el bolsillo; Osasuna terminaba de asumir su papel de víctima en el día de hoy. Y ello, curiosamente, propició los mejores minutos de los rojillos.

Osasuna se acercó fácil pero sin convicción al área rival

Con una facilidad pasmosa, los navarros se acercaban a las inmediaciones de Diego López y solo la escasa convicción de los jugadores osasunistas impidió que los rojillos dieran algún susto de verdadera importancia a los blancos. Varane metía la puntera para enviar a córner un buen centro de Joan Oriol para el que Riera ya había armado la pierna dentro del área pequeña y Armenteros erraba por escasos centímetros un lanzamiento en la frontal del área tras un saque de esquina.

De las Cuevas había tomado la batuta de su equipo y las diagonales de Cejudo y Armenteros arrastrando defensas posibilitaban las subidas de los laterales completamente solos por las bandas. Aun así, Osasuna parecía no creer en sus posibilidades y los centros peligrosos de los rojillos podían contarse con los dedos de una mano.

Mientras tanto, era el Madrid quien dominaba. Osasuna gozaba de escasas posesiones que acaban en cuestión de segundo, pero el equipo merengue tocaba en el centro del campo como desesperando esperando al pitido final —más por pereza que por otra cosa—. La idea rojilla era que los de Ancelotti hicieran el juego que desplegaban los navarros. Las líneas muy juntas y los laterales cerrados a la altura de la frontal del área de Andrés. O lo que es lo mismo, mucho espacio por las bandas para centros, pero superpoblación de jugadores en la central. Gracia pensaba que por alto eran superiores.

El Madrid se atascaba en ataque. Con pocas ideas y sin ganas de pensar, los blancos solo llegaron en dos jugadas aisladas: una contra que Ramos remató alto y desequilibrado tras un buen centro de Cristiano y, minutos más tarde, un lanzamiento directo de falta del portugués desde el lateral del área que a punto estuvo de colarse de nuevo por el palo zurdo de Andrés Fernández.

Acoso y (tras el descanso) derribo

Andrés evitó algún gol más antes del descanso

Sin embargo, a cinco minutos del final de la primera parte, el Madrid encontró la solución más fácil y —como demostraría más tarde Cristiano— efectiva para hacer trabajar al guardameta murciano. Con las líneas rojillas tan juntas y retrasadas, temiendo por perder su sitio, la zona de tres cuartos era una autopista horizontal en la que armar la pierna para disparar a puerta con escasa oposición. Así, fue Marcelo el primero que lo intentó con un disparo abajo y pegado al palo que obligo a la estirada de Andrés. Unos minutos más tarde, sería el croata Luka Modric quien probaría los reflejos del meta rojillo. Y, en la prolongación de la primera mitad, Nacho con un disparo blando pero colocado que blocó el portero osasunista. Se llegaba al descanso tras cinco minutos de trabajo incansable para Andrés Fernández, que hasta entonces había tocado pocos balones.

Tras el paso por vestuarios, Osasuna saltaba al campo como con el pitido inicial. Sin intensidad ni ritmo, pero con cierto ademán de atacar la portería de Diego López, como así demostró Armenteros con una nueva chilena tras centro de Joan Oriol. Pero el Madrid había encontrado su juego, por simple que este pareciera —hoy los blancos no tenían ganas de grandes alardes— y lo iba a aprovechar. Modric avisaba de nuevo con un lanzamiento lejano que se marchaba muy cerca de la escuadra izquierda rojilla y, de nuevo en el 6', aunque esta vez de la segunda parte, Ronaldo hacía de las suyas.

Cristiano controlaba un balón pegado a la banda y comenzaba a trazar la diagonal. Damià le tapaba, pero con un amago dejaba ligeramente atrás al lateral catalán. Solo ligeramente, medio metro detrás, pero lo suficiente para que el portugués armara la pierna y soltara un latigazo, esta vez sí, 100% made in Madeira: con el empeine, seco y directamente a la escuadra: 2-0. Golazo, sentencia y en racha para Múnich.

Dos goles y dos lesiones

Aquí se acabó el partido de Osasuna. O bueno, quizá eso hubiera querido Javi Gracia, porque siete minutos más tarde Loé, en una estirada para cortar un balón, se echaba directamente una mano a la parte posterior del muslo y con la otra pedía el cambio. El camerunés, apercibido, logró terminar el partido sin ver la quinta amarilla, pero se marchó dejando en duda su participación en los próximos partidos, especialmente sensible debido a los problemas de Lolo en su posición.

Osasuna bajaba los brazos. Quizá era demasiado castigo. No lo creía así Ramos, que sin dejar casi tiempo para el cambio del lesionado, armaba una contra que él mismo acabaría finalizando con el balón dentro de las mallas. Apertura para Di María en la banda y centro perfecto para el central de Camas que se imponía por alto a la defensa rojilla y batía a Andrés con un cabezazo abajo inapelable: 3-0, minuto 58.

Tras el 3-0, ambos técnicos reservaron a sus estrellas

Y si tras el 2-0 se había acabado el partido de los rojillos, con el 3-0 nadie de los allí presentes hubiera renegado si Teixeira Vitienes hubiera pitado el final. Gracia quitaba a Oriol Riera para dar entrada a Acuña y proteger a su delantero estrella; Ancelotti hacía lo propio con Cristiano y Modric y metía a Casemiro y Xabi Alonso para apuntar el centro del campo y dar por cerrado el partido.

Todavía quedaba casi media hora, pero no iba a haber tiempo para mucho más. Morata se peleaba consigo mismo por marcar un gol para su cuenta particular, Ancelotti metía a Carvajal por Di María dejando al canterano como único atacante blanco y Armenteros se resentía de su lesión teniendo que ser sustituido por Cristian Lobato. Nuevo palo para Osasuna, que puede volver a perder a uno de sus titulares para el final de Liga. Y menos mal que solo fue el argentino, porque Acuña y Arribas también metieron el miedo en el cuerpo a los servicios médicos rojillos tras sendas caídas.

Pero todavía quedaba la guinda del pastel. En cuanto al término "goleada" hay muchas dudas. Un 2-0 no puede considerarse goleada pero... ¿y un 3-0? Hay quien cree que no. Pero lo que está claro es que un 4-0 es oficialmente una goleada, eso que Gracia y todos sus pupilos que pasaron por rueda de prensa durante la semana se empeñaron en decir que intentarían evitar a toda costa. Pues no lo consiguieron. Centro precioso de Isco que Carvajal, que entró solo en el área, peinaba con la coronilla para superar a Andrés por alto y colocar el 4-0 en el luminoso. Era el minuto 83.

Hasta el final, Damià tuvo una buena ocasión con un remate de cabeza tras córner botado por Puñal y Morata continuó con su desdicha al anularle un gol por falta sobre Flaño. Con esta última ocasión se llegaba al final del partido. Un final que los rojillos hubieran deseado antes, mucho antes. Incluso antes de empezar. Ahora sí que sí, toca pensar en el Celta. De momento, y a la espera de lo que haga el Valladolid en Balaídos, los navarros siguen a tres puntos del descenso.