El todavía presidente de Osasuna, Miguel Archanco, sorprendía hace poco más de una semana con las siguientes declaraciones: "No soy de los que abandonan el barco, pero tampoco, y que quede muy claro, de los que se aferran al cargo". Palabras cargadas de sentido común, pero que fueron perdiendo valor con el paso de los días. Las polémicas afloraron a diario y la directiva había perdido todo tipo apoyo social. La situación parecía insostenible y todo parecía indicar que en este contexto mejor solución, tanto para el club como para la propia directiva, era la de dimitir.

Sin embargo, el anuncio ayer de la próxima dimisión de Archanco cogió por sorpresa a la gran mayoría del osasunismo, que ya se había acostumbrado a ver al dirigente navarro a la defensiva, enrocado en la presidencia y sin intención alguna de dejar el cargo. En las siguientes líneas vamos a tratar de resumir los diferentes asuntos polémicos que han salpicado a la Junta Directiva en estos últimos meses, y que han podido resultar determinantes para la dimisión del presidente.

Lo deportivo: fracaso sin paliativos

El balance deportivo de estos dos últimos años difícilmente podría ser peor. En tan solo dos temporadas han descendido los dos primeros equipos del club, lo cual supone un hito sin precedentes. En el primer año de gestión, Osasuna Promesas perdía la categoría por primera vez en 26 años. Un hecho especialmente grave para un club que tradicionalmente se ha valido de su cantera para salir adelante. Con el filial en Segunda B, los canteranos se acostumbraban a un nivel de exigencia superior, por lo que el salto al primer equipo era menos violento, y en consecuencia, su adaptación a la élite se hacía más probable.

En el segundo año de gestión, ha sido el primer equipo el que ha descendido tras 14 años consecutivos en la primera categoría del fútbol nacional. Poco o nada se parece el Osasuna de hoy al de hace apenas dos años, con el primer equipo en Segunda División y el segundo en Tercera. Teniendo en cuenta únicamente el balance deportivo -los resultados deportivos deben ser prioridad en un club de fútbol- la dimisión sería más que comprensible. El problema es, que a día de hoy, lo deportivo es casi lo menos preocupante en Osasuna.

Lo institucional: de escándalo en escándalo

En las últimas fechas, la actualidad del club se ha convertido en un auténtico culebrón, y fiel a su público ha ofrecido su capítulo diario. Empezando por lo sucedido dentro de la propia directiva, que ha resultado estar dividida e incluso enfrentada entre sí. La salida al principio de le presente temporada del hasta entonces secretario José Luis Roldán no hacía presagiar nada nuevo. Roldán adujo motivos personales y desde el club se trató de restar importancia a su marcha, algo que resultó imposible con la mediática salida de Manuel Ganuza, quien incluso ofreció una rueda de prensa para explicar su partida.

La comparecencia ante los medios de Ganuza fue un auténtico bombazo que acercó un poco al osasunismo a la cruda realidad de la gestión. Habló de irregularidades, de falta de transparencia, de mala gestión, de la posibilidad de entrar en concurso de acreedores, de llevar a los tribunales a la directiva a la que él pertenecía apenas unas horas antes… En esta rueda de prensa, Ganuza estuvo arropado por Juanma Garro, presidente del principal patrocinador del club, que días después anunciaría que retiraría el apoyo al club si se mantenía la Junta actual. Otro duro golpe.

Tampoco las decisiones en la estructura del club han dado resultado. El presente curso comenzó con la polémica destitución de Martin Gonzalez, hasta entonces director deportivo, cuya razón principal parece ser que fue la mala relación que mantenía con el presidente. Tampoco parece que hayan funcionado los cambios impuestos en Tajonar en busca de “aire fresco“ y que supusieron la salida del club de José Manuel Mateo (entrenador División de Honor Juvenil), Miguel Merino (entrenador de Osasuna Promesas), Kiko Urra (responsable de captación) y Manolo Los Arcos entre otros. Además, el departamento de marketing quedó vacío tras la salida de Miguel Bados Arrizurieta a finales de marzo.

Ni siquiera la elección del entrenador ha estado desprovista de polémica. Elegido Mendilibar para volver a comandar la escuadra navarra en la presente temporada, tras cosechar tres derrotas en las tres primeras jornadas de Liga se le destituyó, evidenciando la falta absoluta de confianza en el técnico a quien se había renovado apenas un par de meses antes. Para más inri, su substituto en el cargo fue Javi Gracia, que resultó ser familiar del miembro de la junta directiva Txuma Peralta. Peralta se ha mantenido constantemente en el ojo del huracán. Hace poco supimos que también tiene relación -“dos amigos” según ha declarado- con gente de Promoesport, empresa de representación de jugadores de la que casualmente provienen últimamente la mayoría de los fichajes rojillos. Además, en los últimos días ha trascendido a la prensa que Peralta no era socio del club cuando entró a formar parte la directiva allá por el 2012. Un escándalo detrás de otro.

El culebrón en Pamplona ha alcanzado su punto más álgido estos últimos días. Ha salido a la luz que la empresa del directivo Purroy facturó al club muebles por al menos 25.000 euros, Archanco ha intentado sin éxito que los trabajadores de Osasuna firmaran una carta apoyándole, estupefactos, los aficionados han escuchado a Martín Monreal hablar como si fuera el entrenador del equipo, para que días más tarde el presidente dijera que aplazaba la elección de técnico y finalmente Martin renunciara al cargo.

Desde que se produjo el descenso a Segunda División la sensación predominante ha sido la de desgobierno. El club ha parecido funcionar a bandazos, con el único propósito de tratar de sortear las vergüenzas que le afloraban por el camino. La imagen que se ha dado no se ha correspondido con la de una institución seria a la que contemplan 94 años de orgullosa historia.

Lo económico: la deuda se dispara

Este es, probablemente, el más preocupante de todos los frentes abiertos, porque amenaza directamente a la supervivencia del club. A pesar de que la dimisión de la directiva provocará la entrada de gente nueva que a buen seguro tratará de reducir los problemas económicos, difícilmente podrá resolverlo a medio o corto plazo, ya que parece que hace falta un milagro.

Recientemente se ha conocido que habrá que pagar alrededor de siete millones de euros a exjugadores, extécnicos y jugadores de la actual plantilla en concepto de atrasos. Si estos pagos no se realizan antes del 30 de junio, el primer equipo correría el riesgo de descender administrativamente a Segunda B. En principio, estos pagos se podrán llevar a cabo gracias a la ayuda al descenso que otorga la LFP, pero el problema económico estará muy lejos de verse solucionado.

Y es que la información más grave de todas cuantas han trascendido a la prensa es la que afirma que la deuda global de Osasuna asciende a más de 100 millones de euros. Una cantidad exagerada y difícilmente asumible para un club que aprobó un presupuesto total para la última temporada de 30,6 millones, y que con el equipo en segunda división lo bajará hasta los 10 o 12 millones, esto es, alrededor del 10% de la deuda. La controversia con la cuantía de la famosa deuda viene de lejos, pero el baile de cifras y el incremento irracional de la misma en este último mandato ha resultado estremecedor. La impresión que da es la de que quizás ni siquiera desde el propio club conocen realmente lo que se adeuda en su totalidad.

La singularidad de la deuda de Osasuna es que la mayor parte de la misma se ha contraído con la Hacienda Foral Navarra, lo que supone que la forma de pago hay que negociarla con el responsable de turno. Archanco ha decidido presentar el plan de viabilidad para el pago a Hacienda antes de dimitir, por lo que el futuro presidente seguramente tendrá que cumplir con el plan que este acuerde con el erario público. Cuestión esta, que también ha levantado bastante polémica. Por último, hoy mismo se ha dado a conocer que como consecuencia de una deuda de 375.982 euros con la seguridad social, esta ha decidido embargarle al club un terreno anexo al estadio de El sadar.

Dimitir era la única salida

Todos los problemas, todas las polémicas y la pérdida del apoyo social han terminado por superar la voluntad de Archanco, que ha claudicado y finalmente dimitirá en unos días. Parecía improbable que saliera reforzado de la moción de confianza del día 16, por lo que dimitiendo, seguramente se haya ahorrado una derrota y un día muy duro para su persona.

Ahora lo que va a tocar va a ser reconstruir lo que queda del club. Urge realizar una auditoría externa que aclare de una vez por todas la magnitud del agujero en las arcas. Partiendo de ahí, habrá que trazar un plan para tratar por todos los medios de sobrevivir solventando poco a poco los gravísimos problemas económicos. El Club Atlético Osasuna camina sobre el alambre y ya no se puede permitir un solo paso en falso más.

Fotografía origial: noticiasdenavarra.com