Tradicionalmente, Osasuna siempre se ha caracterizado por una preocupante falta de pegada y por una defensa impenetrable; dos particularidades que le han condenado a sufrir año tras año para quedarse en Primera, pero que, por el lado bueno, le han permitido mantener la categoría haciendo gala de una poderosa solidez defensiva. De hecho, fue precisamente la pérdida de esa condición inexpugnable —y no la ausencia de gol— la que acabó mandando al club rojillo al infierno de Segunda.

Con el fin de acabar con una tendencia preocupante y así volver a la máxima categoría se fichó a Jan Urban, un entrenador a quien se le encomendó la difícil tarea de darle la vuelta a la situación. Y si bien en ataque los registros de Osasuna han mejorado considerablemente —los rojillos son el equipo más goleador de la Liga Adelante con 13 tantos en 6 jornadas—, la situación defensiva nunca había preocupado tanto: Riesgo es el segundo portero más goleado tras Miño, del Mallorca, que es colista.

Ya la jornada pasada, precisamente tras el apubullante 6-4 contra el Mallorca, tanto el míster polaco como los jugadores rojillos llamaron a la atención sobre este tema. "Hoy hemos cometido demasiado errores", dijo Urban; "Encajar cuatro goles en casa no es nada bueno", lamentó Nino. Pero, al parecer, la euforia por la remontada y los seis goles conseguidos disiparon toda intención de mejoría y enfrentarse contra un equipo que llevaba la friolera de 278 minutos sin marcar y solo un tanto en cinco jornadas no ayudaba a aumentar la tensión en labores defensivas. Pues bien, hoy Osasuna —como ya ocurriera el pasado fin de semana— se la ha jugado al azar, pero, esta vez, ha salido cruz.

Un comienzo vertiginoso

Osasuna saltaba al Anxo Carro con la misión de presentar su candidatura al ascenso. La victoria ante el Mallorca hacía bueno el empate ante la Llagostera y el descalabro contra el Alavés parecía ya cosa del pasado. Una victoria frente a un equipo sólido como el Lugo lanzaba a los rojillos hacia la parte noble de la clasificación y, con ese aire de superioridad que te otorga una victoria como la de la semana pasada y un escudo de Primera, salieron los jugadores al terreno de juego.

Nino abrió el marcador al minuto de partido; Iago Díaz, en el 3, hizo el empate

Y fue Nino, indiscutiblemente el mejor jugador de Osasuna —de largo— de lo que llevamos de temporada, en quien más hondo caló ese mensaje. Tan solo un minuto tardo el delantero almeriense en hacer sonar la ambulancia. Un córner botado por Roberto Torres era tímidamente despejado por la defensa local y devuelto con criterio por Raoul Loé al área con la testa. Y allí, en el sitio adecuado y en el momento idóneo, apareció Nino para fusilar a José Juan y poner el 0-1 en el marcador.

El tempranero tanto del menudo delantero ponía el viento de cara a favor de Osasuna y entre él y Cedrick —que con 50 segundo de juego ya había sentado a medio equipo del Lugo en un eslalon marca de la casa— hacían presagiar un partido cómodo para el conjunto rojillo. Nada más lejos de la realidad. Apenas un minuto y medio después, Iago Díaz aprovechaba un gran centro desde la derecha de Lolo Plá para batir a Riesgo desde el punto de penalti y poner el 1-1 (minuto 3) en el marcador. El delantero catalán se anticipaba sin dificultad a la marca de Miguel Flaño para meter la punterita ante la asistencia cómoda de su compañero.

Las tablas volvían al marcador y el partido comenzaba de nuevo. Osasuna, haciendo gala de su vitola de favorito, intentó recomponerse y tomar la batuta del partido. Y lo consiguió, ante un Lugo asustadizo y resguardado en su campo que todavía se sacudía el miedo tras el tanto inicial de Nino. Pero con el paso de los minutos, los de Quique Setién se dieron cuenta de que el león no era tan fiero como lo pintaban. Los gallegos, poco a poco, se fueron estirando; poco a poco, salieron de la madriguera y, poco a poco, comenzaron a presionar la primera línea de creación de Osasuna con buenos resultados.

Dominio local hasta el final de la primera parte

Superado el primer cuarto de hora, los rojiblancos se hacían con el control del partido, que ya había pasado por todas las fases posibles en un encuentro de fútbol: correcalles, dominio visitante, calma... Era el lateral Albert Dalmau quien mejor evidenciaba el cambio de rumbo del partido. Sus internadas por el interior y por la banda derecha situaban en el alambre a los defensores rojillos y un centro suyo a punto estuvo de convertirlo Lolo Plá en el 2-1 de no ser por la intervención providencial de Lotiès.

En el minuto 33, Lolo Plá a punto estuvo de adelantar a su equipo con un testarazo a la madera

Osasuna intentaba reaccionar. Primero Nino, con un disparo raso desde la frontal tras dejada de De las Cuevas, probaba a José Juan y, más tarde, era Cadamuro el que lo intentaba desde lejos con un disparo que no econtró la rosca suficiente para sorprender al meta local. No obstante, fue de nuevo Nino —quién si no— el que llevó el susto al Anxo Carro tras rematar desviado por milímetros una dejada de tacón de Raoul Loé en el área; aunque la reacción del Lugo no fue menos mala. Gran centro de Iago Díaz desde la esquina izquierda del área y testarazo de Lolo Plá, solo y desde el punto de penalti, que acabó pegando en el palo izquierdo de la portería defendida por Asier Riesgo.

Pavón adelantó a los locales y Loé devolvió a la igualdad antes del descanso

Se mascaba la tragedia. Osasuna intentaba recuperar el dominio del balón, pero el Lugo permanecía muy intenso. El Anxo Carro se le hacía pequeño a los de Urban que no encontraban los espacios para salir con el balón jugado y crear peligro. Y así, con los visitantes prácticamente embotellados, llegó el segundo del Lugo. Un córner botado por el exrojillo David López era rematado con autoridad al fondo de las mallas por Lolo Pavón. El central granadino se imponía con un salto poderoso a toda la zaga rojilla para cabecear sin oposición el centro del riojano y poner el 2-1 en el marcador. Corría el minuto 38 y el Lugo le daba la vuelta al electrónico.

Con siete minutos todavía por jugarse de la primera mitad, la defensa de Osasuna, de nuevo dando evidentes síntomas de debilidad, provocaba la mirada nerviosa del aficionado rojillo al crono. El equipo navarro necesitaba un cambio drástico si no quería salir escaldado del partido y solo la charla técnica del descanso podía proporcionárselo. Sin embargo, antes del intermedio, un golpe de suerte —encarnado en la figura de Raoul Loé— devolvía la tranquilidad al sufridor osasunista. Un libre indirecto botado por Torres en tres cuartos de campo era rematado con excelencia por el camerunés desde el punto de penalti para devolver las tablas al marcador (2-2) a tres minutos del descanso.

Cataclismo en 6 minutos

Con el pitido inicial del segundo tiempo, el encuentro arrancaba, por tercera vez, con empate en el luminoso y un partido nuevo que jugar. Tanto Osasuna como Lugo tenían por enésima vez la oportunidad de redimirse de los errores cometidos, pero fueron los gallegos quienes saltaron con más ganas al césped del Anxo Carro; aunque la realidad es que solo le duró cinco minutos el dominio a los de Quique Setién. Cinco minutos que quedaron reducidos a un recorte de Iago Díaz sobre Javier Flaño y su posterior disparo que se marchó lamiendo la cepa derecha del palo de Riesgo.

Osasuna parecía intentar tomar el relevo del Lugo, como si de un ataque ciclista se tratara, pero sus acercamientos resultaban tímidos o propiciados por errores en la zaga local. Nekounam envió un libre directo a la grada, Nino no pudo aprovechar un balón suelto en el área que se le escapó a José Juan y Cedrick, en un nuevo eslalon de calidad, no pudo meter su disparo entre los tres palos tras tocar en un defensor.

Nino culminó la remontada rojillo con un testarazo en el 67

El partido avanzaba entre la velocidad y el tedio, pero cuando el ritmo del encuentro parecía alcanzar sus cotas más bajas de intensidad, Nino volvió a hacer sonar la ambulancia. El almeriense controlaba un balón en tres cuartos y, con mucho criterio, habría largo a banda para la incorporación del Flaño que, sin pensárselo mucho, envió un centro al corazón del área. Y allí, en su hábitat natural, cerca del punto de penalti, apareció Nino como un ciclón para cabecear picado y sin saltar al fondo de las mallas y poner el 2-3 en el marcador. Era el minuto 67 y Osasuna remontaba el partido.

Pero Urban no quería un partido como el de Mallorca. El equipo se replegó y el técnico polaco dio entrada inmediatamente a Kodro —para aprovecharse de alguna posible contra— y Maikel Mesa —con el objetivo de aumentar la presencia de jugadores rojillos en el centro del campo— en detrimento de De las Cuevas y Cedrick. Se precipitó.

Los locales atacaban con más corazón que cabeza. Luis Fernández, que había entrado en sustitución de Álvaro Peña para lograr más presencia arriba, lo intentaba con un disparo soberbio desde la esquina del área que se marchaba rozando la escuadra derecha de Asier Riesgo. No obstante, el equipo rojiblanco no conseguía triangular, no creaba peligro y el público empezaba a temerse lo peor. Fue entonces cuando tuvo lugar la jugada que determinó el rumbo del partido.

Cadamuro se interponía con el cuerpo al avance de Dalmau hacia el interior del área. El colegiado castellano-lenés, De la Fuente Ramos, señalaba córner ante las protestas de la grada del Anxo Carro. Sin embargo, segundos después cambiaba unilateralmente de opinión. El árbitro indicaba penalti ante el estupor de los jugadores rojillos que se comían al colegiado. Nino y Miguel Flaño veían la cartulina amarilla por insistir al colegiado principal que consultara con sus asistentes. Pero nada, De la Fuente Ramos se mostraba impasible. Entre tanto, una pequeña tangana se generaba en el interior del área rojilla. Lotiès caía desplomado al suelo reclamando una agresión y las asistencias entraban con la camilla para retirar al galo que, lesionado, dejaba su puesto a David García.

En el 81, Manu transformaba un polémico penalti y, en el 88, Borja hacía el 4-3 definitivo

Cuatro minutos más tarde, Manu, que no había soltado el balón, tiraba la pena máxima batiendo a Riesgo e igualando de nuevo el marcador: 3-3, minuto 81. El capitán del CD Lugo superaba al meta guipuzcoano con un disparo medido y pegado al palo izquierdo del portero que, a pesar de adivinar la intención del lateral, no pudo hacer nada para evitar que el tanto subiera al marcador.

De nuevo vuelta a empezar, aunque, esta vez, con apenas ocho minutos más el añadido por delante y los ánimos más que caldeados. El partido estaba roto. Ni unos ni otros se decidían a ir a por el partido, parecían más tentadores los tobillos rivales. No obstante, era el Lugo el conjunto que parecía más entero. Osasuna, abatido tras el tardío empate, parecía más partidario de finalizar el partido en tablas y volverse con el mosqueo a casa. Quizá por eso, se vio sorprendido minutos más tarde. Un nuevo córner botado por David López era rematado en el primer palo por Borja Gómez para, tras tocar en un defensor, volver a batir a Riesgo y desatar la locura en el Anxo Carro. El central ponía el 4-3 en el marcador, confirmaba la remontaba y daba la estocada definitiva a Osasuna en el minuto 88. Ni los cinco de añadido que decretó el colegiado sirvieron si quiera para ver alguna ocasión de gol. Osasuna se la había jugado a la suerte y había salido cruz.