Lo ha vuelto a hacer. Osasuna es como ese alumno rebelde que solo coge los libros cuando la soga aprieta —a final de curso—. O, al menos, esa es la impresión que da. Las palabras e, incluso, las intenciones, son buenas, pero a la hora de la verdad vuelve a caer en los mismos errores de siempre. Y hoy ya no quedan puntos a favor. Hoy ya no se ha estado fino en ataque y, por supuesto, tampoco en defensa, esa asignatura pendiente que se repite hasta en el mejor de los días. Y mira que en los primeros minutos los hermanos Flaño, Cadamuro y la novedad en el once, Echaide —en el puesto de central—, intentaron demostrar a la grada con su intensidad al corte que estaban metidísimos en el partido. Pero al final, sus carreras solo fueron arreones engañagradas. La zaga estuvo desalineada, lenta al cruce, poco expeditiva y mal en las marcas. Y aunque el Racing no puso demasiadas complicaciones con la pelota en los pies, el balón parado y errores de primero de fútbol condenaron a un Osasuna que acabó desquiciado. Del primer al último jugador, pasando por el entrenador e incluso su incansable afición.

Y eso que el rival, desde el minuto uno, dejó claras sus intenciones poco comprometedoras: en menos de 14 segundos, dos pelotazos a seguir para ver si Koné, extramotivado —eso de que para él era "un partido más" no se lo creía ni su representante—, pillaba desprevenido a alguno de los corderitos de la zaga rojilla. Pero lo cierto es que, como ya hemos anticipado, los primeros minutos de la línea defensiva navarra fueron prometedores, especialmente del defenestrado Ion Echaide, que casi por primera vez en su carrera jugaba en su posición natural con el primer equipo de Osasuna: la de central. El caso, que Koné lo único que pillaba era el "cariño" de la grada de El Sadar, algo susceptible con el costamarfileño.

Por tanto, era el equipo de Urban el que tenía la pelota. Y no solo eso, los jugadores rojillos rondaban el área racinguista. Con apenas 15 minutos de juego, Mario, muy atento durante todo el partido, ya había tenido que intervenir dos veces para cortar, primero, un gran centro de Torres al área y, segundo, para adelantarse a un pase milimétrico de De las Cuevas ante un desmarque del velocista Cedrick, que repetía titularidad.

Pasados los 20 primeros minutos de juego, el dominio navarro era abrumador. Los hombres de Jan Urban embotellaban a su rival y la zaga cántabra achicaba cada vez con mayor asiduidad. Osasuna se gustaba. Tocaba, trenzaba. Paredes, taconazos y desmarques. Todo, eso sí, sin crear demasiado peligro arriba. De hecho, habría que esperar hasta el minuto 27 para ver la primera gran ocasión del partido. Jugada marca de la casa de Miguel De las Cuevas —de los más destacados de Osasuna hoy— y chutazo seco y abajo del alicantino desde la frontal que obligó a Mario a hacer la estirada de la tarde. Posteriormente el balón cayó en botas de Cadamuro que, tras fino recorte, envió el balón fuera; aunque la jugada estaba anulada por fuera de juego del lateral argelino.

Mazazo en el mejor momento

Juanpe hizo el 0-1 con un voleón desde la media luna

La ocasión hizó que El Sadar subiera la ruleta de la intensidad y Osasuna se contagió del brío de su afición. La defensa verdiblanca comenzaba a sufrir con la movilidad de Torres y De las Cuevas, los desmarques de Nino y la verticalidad de Cedrick. Y fue entonces, cuando más achuchaban los locales, cuando llegó el primer mazazo. Un libre indirecto en tres cuartos de campo era despejado con timidez por Javi Flaño para dejarlo muerto en la frontal del área defendida por Riesgo. Y allí aparecieron, como tiburones ante el olor de la sangre, Koné y Juanpe. Solos, absolutamente solos. Ambos armaron la pierna y, desde la media luna, un sputnik atravesó la defensa para alojarse en las mallas. Solo la celebración hizo patente que fue el central el autor del gol: 0-1, minuto 35.

Había vuelto a pasar. Mal despeje, mal marcaje y gol en segunda jugada. Pero Osasuna intentó olvidarse del tema. Era el dominador absoluto en todo —salvo en el luminoso— e intentó proseguir con el juego que, hasta el momento, le hacía merecedor de ir por delante en el marcador. Apenas tres minutos después, Torres cerca estuvo de poner las tables nuevamente en el marcador con un lanzamiento de falta que se marchó por poquito.

Pero aunque los jugadores rojillos intentaron disimularlo, el miedo afloraba a borbotones. Un centro de Iñaki desde la izquierda cerca estuvo de colarse tras pegar en Javi Flaño y envenenarse para salir rozando la escuadra de Riesgo y Fede San Emeterio, en un nuevo error clamoroso de la defensa, cabeceó solo, en el área pequeña y al filo del descanso una nueva falta en tres cuartos de campo que acabó saliendo por línea de fondo tras lamer la cepa del poste de Riesgo.

Tras el paso por vestuarios, Osasuna siguió con la misma tónica: dominio, juego ofensivo y debilidad atrás. Koné, en una jugada idéntica a la del gol, apunto estuvo de hacer el 0-2 tras enganchar solo desde la frontal un rechace de la zaga navarra que acabó blocando Riesgo a ras de suelo. Un minuto más tarde, era su homólogo racinguista, Mario, el que se lucía para despejar un chutazo seco de Nino al borde del área tras jugada individual de Cedrick. E incluso una más. Córner botado por Torres que remata excesivamente picado Loé y Miguel Flaño rebaña con la cabeza para que la bola acabara perdiéndose con tensión por encima del larguero.

Osasuna dominaba el partido, pero, a diferencia de la primera mitad, el Racing ahora comenzaba a ejercer mayor presión sobre la salida de balón local. Y eso, ante una defensa con la consistencia de un flan de vainilla, es algo peligroso. Los rojillos no recibieron ningún gol por pérdidas de balón atrás, pero solo porque el equipo cántabro tampoco estuvo especialmente fino en ataque. Las marcas a balón parado y los regalos en la salida de balón volvieron a desesperar a la parroquia osasunista.

Ansarifard debutó con la camiseta de Osasuna cuajando una discretísima actuación

Para colmo de males, el equipo rojillo fue diluyéndose poco a poco en ataque. Durante 60 minutos el equipo funcionó a base de arreones, con subidas y bajadas de intensidad ofensiva, pero, superada la hora de juego, el peligro de los atacantes navarros se fue consumiendo. Y no sería por falta de efectivos. Karim Ansarifard debutó con el conjunto pamplonica en sustitución de Torres (minuto 61) —y a punto estuvo de forzar un penalti— y Mikel Merino dejó a Loé solo en la medular para dar paso a Manu Onwu arriba. Todo ello, más Nino, obvio.

Koné debió ser expulsado tras una feísima entrada sobre De las Cuevas

Pero el partido se salió del rumbo deseado por Osasuna. Un choque entre Fede San Emeterio y Nino propició una pequeña discusión que solo sirvió para acabar de descentrar a los jugadores rojillos. El canterano racinguista —de lo mejor del equipo visitante—, aprovechó la tesitura para parar el juego en numerosas ocasiones, arañando tiempo al crono del colegiado, Víctor Areces. Precisamente el árbitro asturiano —muy correcto durante todo el partido— fue protagonista en el minuto 72, cuando perdonó una roja directa de libro al verdiblanco Koné tras una durísima entrada con la planta y a media altura sobre Miguel De las Cuevas. En la repetición, pudo apreciarse como la tibia y el peroné del jugador rojillo se doblaron haciendo casi increíble que el alicantino pudiera continuar sobre el terreno de juego.

Del posible empate al 0-2

Cadamuro estrello un balón en el larguero y, a la jugada siguiente, Juanpe hizo el segundo del Racing

Y si la expulsión del delantero pudo poner las cosas más favorables para el conjunto rojillo, la jugada siguiente pudo ser aún más determinante. Al hilo del gol visitante, un córner a favor de Osasuna fue despejado por la defensa del Racing dejando un balón lejano pero suculento al servicio de Cadamuro que, con un golpeo sensacional, acabó estampando su tremenda volea contra el larguero de Mario. Y lo que son las cosas, del posible empate, a la puntilla. Nueva jugada a balón parado a favor del Racing, nuevo error defensivo rojillo y 0-2 (minuto 76). Rechace poco afortunado de Riesgo y balón sobre Juanpe que, con picardía, tocaba de cabeza la bola por encima del meta guipuzcoano para hacer su segundo de la tarde ante la desesperación de la grada —que, aún así, en ningún momento dejó de animar a los suyos—.

Con 0-2 y poco más de diez minutos para el final del encuentro, el partido tocó a su fin. El Racing se hizo con el control de la pelota por primera vez en el partido ante un Osasuna desquiciado y desdibujado. Incluso, Iván Moreno —que había entrado por Concha— cerca estuvo de hace el 0-3 de no ser porque su chutazo desde tres cuartos de campo acabó siendo repelido por el larguero para suspiro de un Riesgo petrificado.

A un minuto del final, Onwu tuvo la oportunidad de reducir el resultado, pero lo que realmente hizo fue evidenciar un nuevo suspenso sin excusas. El delantero navarro, solo y en el área pequeña, no pudo aprovechar un balón de oro de De las Cuevas que acabó perdiéndose por línea de fondo para dejar claro que, esta vez, Osasuna se volvería de vacío, no solo de puntos, sino de goles. Y es que eso era, en las dos últimas jornadas, la única baza de los rojillos para maquillar el bajo rendimiento del equipo: la pegada arriba. Pero hoy no salía nada de nada. Hoy no hay excusas. Osasuna ha vuelto a suspender y, como no retome el rumbo, aprobar el curso podría complicarse más de lo esperado.