Todo cambia. Los tiempos, las personas, las modas, las aficiones… Todo. Constantemente. Incluso lo que parece que jamás lo hará, cambia. Los cambios a veces son paulatinos, casi imperceptibles. Otras veces no. Otras veces son bruscos, mueven el suelo que uno pisa, como un terremoto devastador que devora el paisaje existente y escupe uno completamente nuevo. Y si no, que se lo pregunten a Ion Echaide. Al de Barañain, en lo que pestañeaba le cambiaron una categoría entera, o, al menos, su visión de la misma. Echaide, con amplia experiencia en la Liga Adelante, advertía allá por julio de que los partidos en la Liga Adelante eran feos, con tanteadores tacaños, más bien aburridos. El hombre debe estar alucinando.

Cruyfismo por consuelo

Es evidente que el actual es un periodo de cambios profundos en Osasuna, sobre todo en el apartado institucional. En lo deportivo, por el momento la novedad más llamativa es la inhabitual alegría en los marcadores. A estas alturas, transcurridas las diez primeras jornadas de liga, la afición osasunista es la segunda que más goles ha visto en los partidos de su equipo (36), únicamente por detrás de la del Mallorca (38). Si alguien lo hubiera vaticinado hace unos meses, hasta el más crédulo rojillo le habría mandado a casa, a tomarse la medicación.

Osasuna es el equipo más goleado y el 5º más goleador de la categoría

Con 20 goles en contra y 16 a favor, los rojillos son el equipo más goleado y el 5º más goleador de la categoría. Ver para creer. Traducidas estas cifras a promedio por partido y comparadas con las de la temporada pasada (completa) el cambio de tendencia resulta evidente. Osasuna promedia ahora mismo 2,0 goles en contra por partido (1,6 el año pasado), y 1,6 goles a favor (0,8 el curso anterior).

Así las cosas, mientras Urban no consiga corregir la manifiesta fragilidad defensiva del equipo, la única oportunidad que los rojillos tendrán para puntuar será la de confiar en el acierto de sus arietes y acogerse a la más ilustre de las frases de Johan Cruyff: “Si marcas uno más que el oponente, ganas”. No queda otra, meter goles para contrarrestar los que inevitablemente se van a encajar. El osasunismo se entrega al cruyfismo por consuelo, no por convicción.

Puntuar pasa por golear para contrarestar los goles que se van a recibir

En realidad, poco tiene que ver Osasuna con la filosofía futbolística de Cruyff. El juego que despliegan los rojillos está muy lejos del “fútbol total” con el que los equipos del holandés deslumbraron al mundo. El “prefiero ganar 5-4 que 1-0” pronunciado en su día por el tulipán, difícilmente saldrá alguna vez de la boca de un entrenador de Osasuna. No casa con la filosofía pamplonica. Lo actual es algo coyuntural. No responde a una estrategia premeditada, es el parche que trata de compensar una carencia flagrante.

El estatus de gallito de la categoría no le está haciendo ningún bien al conjunto navarro. Los rivales ceden el protagonismo de los partidos de forma descarada a Osasuna, que se ve obligado a llevar la iniciativa una y otra vez, sin saber del todo bien cómo hacerlo. La estrategia de defender bien y contragolpear cuando se pueda, que ha funcionado a las mil maravillas durante años, ya no sirve. Ese es ahora el plan de los rivales, que no dudan en regalar el balón y el campo contrario a los rojillos, incapaces de momento de sacarle partido a la nueva situación.

Los rivales ceden el protagonismo a Osasuna, que lleva la iniciativa sin saber cómo sacarle partido

El cuadro navarro acaba volcándose sobre el área rival con cierto peligro, pero sin mecanismos dañinos identificables. Los goles llegan porque la calidad de los hombres más adelantados supera con creces la de la mayoría de retaguardias de la categoría, pero se depende en gran medida de la inspiración. En el aspecto atacante también parece necesario un mayor trabajo táctico que proporcione al equipo alternativas para abrir entramados defensivos cerrados y consistentes.

A pesar de que el aspecto atacante es susceptible de mejorar, el que realmente preocupa es el defensivo. El equipo tiende a partirse con demasiada facilidad y es incapaz de frenar los contragolpes de los rivales. Probablemente, gracias al planteamiento conservador de los contrincantes, los jugadores de banda rojillos adoptan con frecuencia posiciones y movimientos de extremos, y rara vez ayudan a sus laterales en tareas defensivas. Esto aporta opciones de ataque, pero dispara la peligrosidad de un posible contragolpe rival ante una pérdida de balón.

El equipo se parte con facilidad y es incapaz de frenar los contragolpes de los rivales

Si el rival consigue salir rápido ante una ocasión fallida o una pérdida de balón durante un ataque rojillo, encara a un Osasuna partido, en formación 4-2-4, reculando de espaldas a su portería. Anulados de la jugada el delantero y los tres jugadores de segunda línea, el doble pivote se encuentra demasiado solo en la tarea de frenar el contraataque. En clara inferioridad, sin apenas ayudas, con muchos metros por delante y por detrás, únicamente la inteligencia táctica de un Loé colosal en esta función consigue evitar sangrías mayores.

A todo esto hay que añadir una preocupante falta rigor, contundencia, concentración y en ocasiones actitud, también cuando el equipo defiende en estático. La agresividad brilla por su ausencia, y da la impresión de que se trata de un problema sin solución, al menos en el caso de algunos jugadores.

Posibles soluciones

Una opción para que el equipo no se parta podría ser la de no atrasar la retaguardia ante una pérdida de balón. Al principio de la temporada pasada, José Luis Mendilibar, planteaba un sistema con la línea defensiva muy adelantada, entre otras cosas para arropar a sus centrocampistas cuando el equipo iba al ataque. Aquel ultraofensivo plan tenía un enorme lunar: los balones a la espalda de la defensa resultaban letales. Con un balance de un gol a favor y siete en contra en tres partidos, el vizcaíno pagó con su puesto el atrevimiento.

Adelantar la línea defensiva, tirar de juego directo o retrasar todas las líneas, opciones para cambiar

Otra posibilidad, diametralmente opuesta a la anterior y mucho más amarrategui, sería la de hacer un uso mayor del juego directo, como propusiera en su día José Antonio Camacho. En este plan, el dibujo apenas se altera, por lo que se arriesga poco. En este caso, la punta de lanza debería tener como protagonista al menos a un buen cabeceador y las bandas las deberían ocupar los jugadores más certeros centrando. Parece poco probable que el polaco se decante por este plan, principalmente porque carece de los jugadores apropiados para llevarlo a cabo.

También podría tratar de retrasar algunos metros todas las líneas para invitar al contrario a salir, dejando más espacios en su campo. Dado que hasta el momento quien ha esperado agazapado a Osasuna ha obtenido premio con relativa facilidad, parece difícil que los rivales cambien de repente de estrategia. En cualquier caso, Urban debe tocar alguna tecla y acertar cuanto antes. La afición rojilla no se siente cómoda aferrándose al cruyfismo. En un lugar acostumbrado a lo tradicional, los Chupa-Chups no sientan demasiado bien. Si el polaco no toma nota de ello, corre el peligro de que se le atraganten.

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Sobre el autor
Imanol Itokún
Esta es mi primera experiencia como redactor. Bienvenidos