Osasuna se quedó pajarito. Hacía frío en Los Pajaritos —para variar—. Frío fue, frío se quedó y frío dejó a los aproximadamente mil navarros que calentaron desde una esquina del campo un encuentro gélido. En lo atmosférico, en lo futbolístico y en las sensaciones. Ese regustillo extraño que no sabes si te convence o te disgusta. Ese sentimiento solo ilustrable con un apático "meh". Ese ambiente fácilmente representable a los datos cuando se afirma que los rojillos no han logrado ganar dos partidos seguidos en lo que va de temporada; incluso puntuar dos semanas seguidas se ha convertido en una hazaña. Ese efecto descorazonador que produce en el aficionado haber tirado ya por la borda demasiadas oportunidades para colarse en los puestos de arriba, en los puestos de Playoff, que han pasado de quedar a un hipotético punto —en caso de haber ganado hoy al Numancia—, ha verse desde la lejanía y con el culo 'pelao' por el fuego del infierno de los puestos de descenso —a tres míseros puntos—.

Pero esta vez parecía que podía ser que sí, que tras la nefasta primera parte ante el Betis —probablemente el punto más bajo de la temporada, tocando fondo— y tras el resurgir tras el descanso —no con fútbol, sino con carácter, que es lo que necesita este equipo—, Urban y los suyos podían poner en marcha una nueva dinámica que, al menos, mejorara las sensaciones dañinas que los rojillos rezumaban hasta aquel minuto 45. Y, para ser justos, el conjunto navarro mejoro ligerísimamente las prestaciones de jornadas pasadas. Quizá fuera el frío, quizá fuera el cabreo de Urban —del minuto uno al 90 de pie, dando órdenes y con cara de pocos amigos— o el respeto hacia los muchos aficionados desplazados hacia Soria, pero lo cierto es que ya en el saque de centro inicial pudo apreciarse un grado mayor de intensidad que en otros duelos.

Mejoría insuficiente

Osasuna presionaba fuerte arriba, buscaba combinar rápido y al primer toque en ataque y se sacrificaba en el balance defensivo —uno de los más grandes lastres del equipo rojillo en lo que va de temporada—. Loé, imperial, canalizaba el juego tanto de los suyos como de su rival —volvió a ser un pulpo en la medular— y Nekounam era el encargado de dirigir el tránsito defensa-ataque. Además, la entrada en Sisi en el once, sumado a la consolidación de Kenan Kodro en banda derecha, multiplicaba el esfuerzo defensivo de los laterales de un Osasuna que hoy parecía haberse decantado por un nuevo modelo defensivo: presión al hombre en campo contrario y caída en 4-4-2 desde la medular reduciendo los espacios entre la zaga el centro del campo —otra de las lagunas en defensa—.

Los rojillos se mostraban un poquito más sólidos que en anteriores ocasiones, pero el juego ofensivo de los visitantes brilló por su ausencia hasta bien superados los primeros 15 minutos. Tampoco el Numancia era un ciclón en campo navarro. Los sorianos ponían garra, ponían intención, pero el esfuerzo era inútil ante un Osasuna muy concentrado —literalmente— en labores defensivas. Aún así, fue el equipo anfitrión quien primero intentó tomar las riendas del encuentro y acercarse a la portería rival. Curiosamente fueron sus laterales, Isidoro y Ripa —especialmente este último—, quienes llevaron el peligro al área osasunista en subidas alternadas y bien coordinadas que dificultaban las marcas rojillas.

Y por banda llegó la primera ocasión del partido. Pero no fue uno de los carrileros, sino Natalio, quien supo aguantar en banda diestra la llegada en segunda línea de Antonio Tomás. El centrocampista cántabro le pegó seco desde la frontal y el balón salió desviado unos pocos centímetros, dando el primer susto a los aficionados navarros. Sin embargo, a la jugada siguiente, Kodro devolvió el nerviosismo a la grada numantina. El delantero, con un amago, dejaba atrás a sus defensores y, dentro del área, ponía un centro atrás para Sisi que era taponado por Ripa como si del portero se tratara —alguno incluso pidió penalti—. El propio Sisi se hacía con el rechace y tras zafarse de su marca devolvía el centro a un apurado Kodro que no pudo rematar con claridad el esférico.

Las ocasiones despertaban el ánimo de ambos conjuntos y el partido se convertía en el clásico correcalles. Un tímido amago de Osasuna por dominar el partido, pero nada. Ida y vuelta. Un centro altísimo de Echaide al segundo palo era devuelto al primero con picardía por Nino obligando a Munir a meter una mano salvadora para evitar el remate de De las Cuevas; poco después era Vicente quien remataba, anticipándose a los defensores con una diagonal, un centro del Julio Álvarez que acababa en las manos de un segurísimo Roberto Santamaría.

La primera parte acabó con un gol anulado a Kodro y Loé sacando un balón bajo palos

El crono superaba la primera media hora de partido y la tensión e intensidad era cada vez mayor en ambos conjuntos. Poco fútbol, pero vistoso y entretenido para el espectador. Eran los mejores momentos del partido y, cuando parecía que ambos equipos se tomaban un respiro antes de pasar por vestuarios, el Numancia aumentó la presión e intención en los últimos minutos de la primera mitad. Y, de hecho, fue en las postrimerías del primer periodo cuando llegaron las mejores ocasiones. La primera, un gol anulado por fuera de juego a Kenan Kodro. Balón al hueco de De las Cuevas para el bosnio que definía con mucha clase desde fuera del área pero que el colegiado decretaba como acción antirreglamentaria —si era posición adelantada, lo era por muy poquito—. Y, por supuesto, el Numancia no se iba a quedar sin su última intentona. Centro desde la derecha que se pasea por el área rojilla hasta el flanco izquierdo y derechazo de Julio Álvarez a la escuadra que era sacado bajo palos por el gigantón Loé.

El esfuerzo hizo mella en la segunda mitad

El partido estaba ciertamente interesante, pero el desgaste físico de la primera mitad comenzó a hacer mella en ambos conjuntos desde la reanudación. En la segunda parte, las faltas, los errores y los balones divididos fueron los protagonistas del duelo. Y eso, gracias, en parte, a David García. El canterano —a la espera de Vujadinovic— se ha hecho un hueco en la zaga y cada partido se encuentra más cómodo en su posición de central. Ante el Numancia siguió reduciendo errores, mejorando sus prestaciones y ganando en seguridad. Hoy fue Julio Álvarez quien tuvo que sufrir al navarro y esperar a la próxima jornada para ser el héroe de su equipo.

Natalio tuvo el gol del Numancia con un remate al palo en el 56

David tuvo algunas actuaciones de mérito, con varios cortes providenciales a ras de suelo, pero su único error a punto estuvo de costar el 1-0 en casi la primera jugada tras el descanso. Una mala cesión suya sobre Santamaría obligó al portero a salir rapidísimo y con los pies a un balón dividido. Pero la gran ocasión del Numancia y del partido llegó en el minuto 56. Un centro tocadito de Álvarez al segundo palo era cabeceado por Natalio al palo tras superar en el salto a Cadamuro.

Los locales tomaban la posesión del balón y comenzaban a hacer recular a su rival, más pendiente de compensar su debilidad atrás que de buscar el gol. Aún así, los rojillos respondieron tres minutos después a la ocasión de Natalio con contundencia. Balón largo y en profundidad desde el centro del campo y carrera de De las Cuevas y Munir por un balón dividido que acababa tocando el portero numantino en la frontal y dejando muerta y franca para Kodro a portería vacía, pero el disparo del delantero era interrumpido y enviado a córner en última instancia por Regalón, para suspiro de Los Pajaritos.

Era el minuto 59 y prácticamente sería la última de Osasuna. Pocas jugadas más tarde, Urban se percataba del desgaste de sus jugadores y metía a Cedrick y Roberto Torres en sustitución de De las Cuevas y el propio Kodro. El técnico polaco buscaba con sus cambios dinamizar a su equipo —como ya hizo en el partido ante el Betis—, pero la jugada le salió rana. El congoleño apenas tocó y con desacierto un par de balones, mientras que al navarro casi ni se le vio sobre el césped.

El paso de los minutos y el cero en el casillero local comenzaban a tentar a los rojillos que, poco a poco, se fueron replegando más y más. El Numancia, que dio entrada a Palanca y al exrojillo Aranda, tampoco parecía muy partidario de jugárselo todo a una carta y también comenzó a guardar la ropa. Apenas Julio Álvarez, el mejor de los locales, lo intentó con un zapatazo lejanísimo, pero con mucha rosca e intención, que se fue lamiendo la cepa del poste izquierdo de Roberto Santamaría.

Los últimos minutos solo sirvieron para que Cadamuro, Raoul Loé y Merino forzaran su quinta amarilla para cumplir ciclo de tarjetas durante el parón de selecciones. Un córner enrevesado del Numancia en el 85 hizo sudar a los defensores rojillos y, en esa misma jugada, la contra de Osasuna fue mal llevada por Cedrick para matar la última opción de romper el 0-0. Tras tres de añadido, el árbitro, Medié Jiménez, pitaba el final del partido oficializando el reparto de puntos en un partido frío para ambos conjuntos. Un punto que solo sirve para hacer valer frases como "podía haber sido peor", "por lo menos no hemos perdido" o "un punto fuera de casa no es mal resultado". El problema es que los locales todavía no conocen la victoria en Los Pajaritos, mientras que los visitantes no la conocen fuera de casa. Y es un partido más en el que ambos se dejan dos puntos en el tintero.