Primera parte.

Y así Milošević salió de titular en el primer partido de liga, ante el Athletic Club y tiró de pragmatismo balcánico. En el minuto 40 de partido, y con el marcador desfavorable tras el tempranero gol de Joseba Etxeberría, Savo conectó un cabezazo tras centro de Corrales desde la izquierda para empatar el partido antes del descanso. El Sadar rompió en aplausos ante el estreno goleador de su nueva estrella y Osasuna consiguió salvar un punto aquel día tras jugar con uno menos toda la segunda mitad por la expulsión de Josetxo.

Pero lo mejor todavía estaba por llegar. Segunda fecha del campeonato: Osasuna visitaba al Deportivo de La Coruña en Riazor y Milošević hacía valer su gol en el partido inaugural para volver al once. Sin embargo, otro ilustre exrojillo de características similares adelantaba a los gallegos en el minuto 19: Walter 'El Rifle' Pandiani. Pero Aloisi, de penalti, se encargó de empatar el partido. Y una vez más, los rojillos se quedaban con uno menos tras la expulsión de Izquierdo. Pero eso a Savo le daba igual. Izquierdo era defensa, ¿y qué? Él era delantero, él solo tenía que marcar goles y eso hizo. Primero adelantó a los rojillos en el minuto 62 y, ya en el 80, metió la puntilla con una vaselina de esas de "ufff, mucho". Pero es que, a la jornada siguiente, nueva victoria de Osasuna, esta ante el Real Betis en El Sadar y, como la anterior, también muy sufrida, con 3-2. ¿Y quién marcó el gol de la víctoria? Una pista: su apellido acaba en -ić.

Un lesión y la espectacular racha del 'Chengue' le apartaron del once

Tres jornadas, cuatro goles. Un pequeño recesito ante el Real Madrid en el Bernabéu —1-0, gol de Beckham— y vuelta a la marcheta: Osasuna 2 - 1 Getafe y el de la victoria con la firma del delantero serbio. Por supuesto, al término de la jornada 5, Milošević era el pichichi de la competición y ni siquiera a Iván Rosado se le ocurría discutirle ya el nueve de Osasuna. Y lo que es el fútbol: varios partidos sin marcar y una pequeña lesión con su selección hicieron que el balcánico se perdiera el siempre complicado mes de diciembre. Y llegó enero y Milošević volvió, pero para entonces, un desconocido Morales había iniciado un extraño romance con el gol: hasta siete jornadas consecutivas acumuló el uruguayo viendo puerta y Savo, casi otras tantas o más viendo desde el banquillo como 'El Chengue' celebraba con su particular bailecito los goles de Osasuna.

Morales y Webó consolidaron la delantera titular de Javier Aguirre, en una época en la que al méxicano le miraban raro por utilizar todavía el tan anticuado 4-4-2 con dos puntas. No obstante, el camerunés solía arrancar desde la mediapunta, dejando al 'Chengue' la punta de ataque. Y claro, con el uruguayo on fire y a gol por partido era imposible para Savo recuperar su puesto en el once; a finales de febrero y comienzos de marzo hizo un amago, pero la cosa quedó en nada. No volvería a encadenar varios partidos como titular hasta final de temporada, logrando volver a marcar en el partido de la jornada 35 ante el Mallorca (1-1): 30 jornadas más tarde, siete meses y medio después.

Pero no hay que olvidar que aquella temporada —a pesar de terminar en la parte baja de la tabla—, fue la del comienzo de la mejor época en la historia reciente de Osasuna. Aquel año el equipo rojillo jugó la final de Copa del Rey ante el Real Betis y Milošević, como se había acostumbrado a lo largo del curso, tuvo que esperar su oportunidad desde el banco. Eso sí, fue el encargado de conducir la pelota, atraer defensores y abrir a Delporte en el gol de John Aloisi que significó el empate y la prórroga a escasos minutos del final. Y es que, si algo tenía Milošević era presencia y una fama que le precedía y atemorizaba a las defensas rivales. Jugador duro, contundente, físico, peligroso, goleador, etc. En definitiva, yugoslavo. Y Aguirre lo sabía.

En la temporada 2005/06 recuperó su mejor versión gracias a la reinvención de Aguirre

Savo había terminado la temporada muy lejos de las expectativas estadísticas de gran parte de la parroquia rojilla. Apenas 17 partidos como titular —27 participaciones en total— y solo seis goles —cinco de ellos en las cinco primeras jornadas—. Pero ni cuerpo técnicos ni aficionados se plantearon la continuidad del jugador balcánico. Gustaba su actitud, carácter y determinación. Además, 'El Chengue Morales' y John Aloisi dejaban a Osasuna —que solo había incorporado al argentino Bernardo Romeo (1'74)— sin un delantero centro de referencia. Era la hora de Milošević, el último tren para demostrar que, a pesar de sus 32 años, todavía tenía mucho fútbol en las botas. Y, de nuevo, lo hizo.

Milosevic celebra un gol con Iñaki Muñoz. Fotografía: As.
Milošević celebra un gol con Iñaki Muñoz. Fotografía: As.

Y eso que la temporada 2005/06 no comenzó demasiado bien para los rojillos. A primeras de cambio, eran apeados de la Copa de la UEFA por el Rennes francés. Frei le hizo un roto a los navarros en el partido de ida en el estadio La Route de Lorient —3-1, gol de Milošević — y en El Sadar los de Javier Aguirre no pudieron pasar del empate a cero. Centrarse en la liga era la única opción tras el duro varapalo. El mes de septiembre llegaba a su fin cumpliendo con las expectativas del público objetivo: cinco partidos, tres victorias —en casa—, dos derrotas —fuera—. Y aunque Savo había recuperado la titularidad, el gol en liga se le resistía al yugoslavo. Pero, descargados del peso europeo, los rojillos comenzaron a carburar. Osasuna lograba ganar el Riazor (jornada 5) rompiendo una mala racha a domicilio y, ante el Celta (jornada 6) en El Sadar, era el serbio el que acababa con su desencuentro con el gol marcando el tanto que adelantaba a los navarros. Savo habría la veda.

Osasuna siguió encadenando victorias y cediendo muy pocos puntos. Tras una vuelta completa disputada, el equipo rojillo marchaba segundo y solo había cedido tres derrotas —las mencionadas en los dos primeros partidos fuera, Betis y Zaragoza, y ante el FC Barcelona en la jornada 8— y tres empates —ante Getafe, Real Madrid y Racing de Santander—. En un equipo en el que los goles se repartían como caramelos, Milošević llegaba a la jornada 19 con tan solo cuatro tantos en su haber, pero dejando la sensación de imprescindible para los aficionados. Su rol en el equipo había cambiado de la noche a la mañana. De delantero centro killer y con el gol entre ceja y ceja, a convertirse en un jugador más solidario, inteligente y sacrificado defensivamente. Aguirre le había reinventado; o más bien lo estaba reinventando.

Milošević anotó el gol que encarrilaba la clasificación para la Champions League

Casi cinco meses y 18 partidos más tarde, Milošević finalizaba el campeonato con 11 dianas en liga y, lo que es más importe: 31 partidos como titular de los 32 en los que estuvo disponible. Él era el termómetro de Osasuna, la referencia aún dejando la posición de delantero centro para otro. El yugoslavo firmó partidos gloriosos con la elástica rojilla en una temporada mágica. Le marcó al Real Madrid en el Bernabéu (1-1), anotó el gol de la victoria en el Sánchez Pizjuán (0-1), encarriló la remontada en el Ramón de Carranza (1-3) y ante el Athletic en El Sadar (3-2), etc. Pero, sobre todo, se le recuerda por un gol. Un gol que valió en parte el trabajo de toda una temporada; un gol que hizo realidad los sueños más descabellados de los más ingenuos aficionados rojillos. Un gol de Campeones.

Delporte recibía en su parcela habitual, pero el francés no tenía prisa. No era como de costumbre. No era una carrera de muchos metros con la cabeza baja que terminaría con un centro al corazón del área desde línea de fondo. Esta vez decidió esperar. Se enfrentó con la mirada a Miguel, lateral del Valencia, y, tras unos segundos, trató de sacar ventaja al portugués. Pero Miguel también era rápido, aunque su velocidad no le sirvió de nada. Unos cuantos centímetros de bastaron a Ludovic para colgar al balón sobre el punto de penalti. Y allí, imperial, sobre los centrales ché, apareció la figura del gigantón yugoslavo. Milošević conectó un testarazo sin florituras: picado, abajo y sobre la base del palo que guardaba el pie de apoyo del portero, Santi Cañizares. Nada pudo hacer el internacional español, que hizo el gato de escayola. Era el minuto 46, de la jornada 38 —última fecha del campeonato— y aquel gol aseguraba momentáneamente la clasificación de Osasuna para la Champions League por primera vez en toda su historia.

Tres minutos después David López acercaba todavía más la machada tras batir a Cañete de tiro cruzado desde dentro del área, y solo Villa en el tiempo de descuento, de libre directo, silenció unos segundos la fiesta de El Sadar. Pero, un minuto después, el colegiado pitaba el final del encuentro y Osasuna ponía la guinda de oro a una temporada de ensueño con un cuarto puesto en liga casi sin precedentes —no hay que olvidar al Osasuna de Urban en 1990/91—; y Savo era uno de los héroes indiscutibles de la gran gesta del club rojillo. El nuevo Milošević sorprendía a propios y extraños con su nuevo juego, aunque la última fase de su metamorfosis estaba por llegar.

Savo sobre Javier Aguirre: "Es uno de los mejores del mundo"

Javier Aguirre, que pasó de mostrarse contrario del fichaje del delantero a convertirse en uno de sus grandes valedores, dejó El Sadar rumbo al Vicente Calderón y sabiendo que se había erigido como el mejor entrenador de la historia de Osasuna. "He tenido muchos entrenadores en mi vida, durante 15 o 16 años, pero Aguirre ha sido uno de los mejores", dijo Milošević en 2012 tras ser preguntado por el 'Vasco'. El serbio definía al técnico mexicano como "uno de los mejores del mundo" y, como tal, se fue al Atlético de Madrid en busca de nuevos retos, mientras un joven y poco experimentado José Ángel Ziganda se hacía cargo del equipo navarro en una de las temporadas más exigentes de su historia: la 2006/07.

Otra de las novedades del nuevo Osasuna del 'Cuco' fue Roberto Soldado. El ariete valenciano había cuajado una temporada de escándalo en el Real Madrid Castilla con 22 goles y 11 partidos con el primer equipo —que, por cierto, de sus dos goles con los "mayores", uno fue en el 1-1 de Osasuna en el Bernabéu, donde el serbio marcó el tanto rojillo—. El 'Gudari', como le conocieron en Pamplona, llegó a El Sadar en calidad de cedido, pero se convirtió en titular desde el minuto uno. Sin embargo, no fue una de las mayores promesas del fútbol español quien pudo con Milošević, sino 14 temporadas a sus espaldas, sus maltrechas rodillas y 33 años sobre sus hombros.

El 'Cuco' sabía que tenía que dosificar al serbio, pero del mismo modo se dio cuenta de que existían dos Osasunas diferentes: uno con Savo y otro sin él. Prueba de ello fue que, de 12 partidos que disputó en Europa con el equipo rojillo —dos de Champions y diez de UEFA—, en todos salió como titular. Y es que Milošević era una pieza básica en el esquema de Ziganda, en un momento en el que la transformación del delantero ya era total. Pasó del jugar con el cuerpo a jugar con la cabeza. Su nombre grabado en la camiseta todavía atemorizaba a sus rivales y eso lo aprovechaba para arrastrar defensores y crear espacios. Poco quedaba del delantero centro killer de antaño. Savo era un pasador —de hecho, no marcó en competición europea esa temporada— e, incluso, un organizador y canalizador del juego. El llevaba el tempo de Osasuna, era su brújula y reloj. Aceleraba o paraba el partido en función de los intereses del equipo rojillo y, dentro del campo, era un líder total.

Milosevic contra el Hamburgo en la fase previa de la Champions. Fotografía: Getty Images.
Milosevic contra el Hamburgo en la fase previa de la Champions. Fotografía: Getty Images.

Milošević se despidió de El Sadar de la única forma que supo: marcando

En liga Savo disputó un total de 23 partidos, 18 de ellos como titular, dejando para las estadísticas cuatro goles y otras tantas asistencias. Una de esas dianas fue en la última jornada del campeonato, en la derrota en El Sadar ante el Atlético de Madrid. Ya no había nada en juego y el resultado daba igual. Solo importaba la despedida de un hombre que lo había dado todo por el club. Osasuna confirmaba un par de semanas antes que había tomado la decisión de no renovar el contrato del serbio que, con 34 años, todavía tenía ganas de fútbol; y así lo hizo saber en aquel homenaje improvisado. Un jugadón por banda de Juanfran Torres terminaba en las botas de Milošević que, como buen delantero yoguslavo que era, no perdonó. Era el empate y, aunque pocos minutos después Monreal marcara en propia puerta el definitivo 1-2, aquel día nadie podía apartar la mirada del protagonista.

Finalmente, en el minuto 84, el cuarto árbitro levantaba la tablilla con el nueve de Milošević. El público se ponía en pie. Jokin Esparza calentaba en la banda para entrar a la cancha y todos los jugadores rojillos —incluso el portero— corrían al centro del campo para abrazar a Savo. La cerrada ovación de El Sadar era el más humilde y cariñoso reconocimiento de un colectivo entregado al jugador balcánico, máximo exponente de una época brillante que terminó con aquel tanto.

Su carrera terminó 16 partidos después con el Rubin Kazan, a quien dio la liga rusa

Y poco más. Aunque la intención de Milošević después de dejar Osasuna era continuar al menos un par de años en activo, el contador dejó de correr tras 16 partidos con el Rubin Kazan ruso. Aquel verano de 2007 a punto estuvo de fichar por el AEK de Atenas, en un movimiento que podría haber prolongado la dilatada carrera del delantero serbio en el fútbol europeo. Sin embargo, el acuerdo no fructificó y, tras varios meses entrenándose en solitario, a comienzos de 2008 se unió a la plantilla del nuevo rico de la Premier rusa. Allí dejó tres goles en los pocos minutos disputados y puso punto y final a su vida futbolística levantando el título de liga. Y, por cierto, el último de esos tres tantos lo marcó el 2 de noviembre de 2008, en el partido decisivo, que enfrentaba a su equipo contra el FC Saturn Ramenskoye. Su gol sirvió para firmar el primer campeonato nacional en la historia del Rubin.

Pues Milošević nunca falló a su cita con el gol. Ni con 19 años ni con 35. Así, la última vez que el delantero pisó un campo de fútbol como jugador fue unas dos semanas más tarde, el 19 de noviembre de aquel mismo año, en un amistoso entre su selección, Serbia, y Bulgaria en el estadio del Partizan, que funcionó de homenaje a uno de los futbolistas más importantes que ha dado la historia del país balcánico. Un solemne acto en su honor sobre el círculo central antes del comienzo del partido ofrecía al jugador las últimas panorámicas que guardaría en su retina de un terreno de juego. Y aunque en Osasuna cambiara su estilo de juego para adaptarse a las vicisitudes del surgimiento del 4-2-3-1, el mediapunta y demás moderneces, él seguía siendo un killer. Y como ya hizo en Osasuna y con el Rubin, se despidió goleando. Fallo un penalti, pero compensó con un doblete. Tras su segunda diana, Milošević abandonaba la cancha (Mrdja, min. 34), poniendo fin a su carrera de jugador, y recibiendo un caluroso aplauso de despedida de su pueblo.

Un tipo con dos máscaras: la futbolística y la humana

Milošević: "Osasuna no se puede comparar con ningún otro equipo en el que he estado"

El 14 de junio de 2007, Savo pasaba por lo micrófonos de la sala de prensa de El Sadar para poner punto y final a su etapa como jugador rojillo. Sí, quedaba todavía un partido, el del Atlético de Madrid, pero su futuro ya estaba escrito. "Osasuna no se puede comparar con ningún otro equipo en el que he estado", decía el jugador balcánico, atrincherado tras una gafas de sol que resguardaban la imagen de tipo duro que le había acompañado durante toda su carrera. Pero, aquel día, algo se percibía distinto en el semblante y palabras del serbio. Milošević a duras penas pudo contener la emoción, dejando para la historia una cara distinta a la que nos tenía acostumbrados. Un cara más humana y que evidenciaba un gesto sincero de agradecimiento para el club que le permitió vivir en primer línea de fuego una etapa histórica de su vida.

Y es que Milošević solo era fiel a los estereotipos los domingos cuando el balón echaba a rodar. Una vez terminado el partido, Savo, con su corte de pelo militar, planta de cabo en la Guerra de los Balcanes y cara de veterano del ejército de tierra, era un tipo tranquilo, calmado y honesto. Esa imagen mediática fácilmente confundible con la realidad sorprendió y engañó a muchos de los profesionales que tuvieron la fortuna de trabajar con él a lo largo de su aventura por el mundo del fútbol. Uno de ellos fue el propio Javier Aguirre, a quien la forma dura y peleona del serbiobosnio sobre el verde tenía confundido: "Me quedaba con su imagen como rival y le imaginaba creando problemas con los compañeros y conmigo mismo. Ahora sólo tengo palabras de admiración hacia él". El 'Vasco' estuvo a punto de echar por tierra el fichaje de Milošević por Osasuna y, apenas unos meses más tarde, en una entrevista para El País, reconocía su error: "Es muy buen muchacho, un buen profesional y excelente en la convivencia con todos. Es el tipo de jugador que no te gusta tener como adversario, pero que te encanta tener en tu vestuario".

Salvo recibiendo instrucciones de Javier Aguirre. Fotografía: Mundo Deportivo.
Milošević recibiendo instrucciones de Javier Aguirre. Fotografía: Mundo Deportivo.

Savo era un experto en romper tópicos. Ya en Inglaterra se dieron cuenta. A pesar de su envergadura, era un delantero más versátil que potente —y eso teniendo en cuenta que para que se cayera en el área lo tenían que tirotear, como decía Carlos Alcuten— y combinaba presencia y capacidad de desplazamiento a partes iguales. Milošević rompía moldes a su paso y, sorprendentemente, el mayor de ellos tenía su origen fuera de los campos de fútbol y dentro del ámbito sociológico o incluso político. Nacido en Bijeljina (Bosnia), un 2 de septiembre de 1973, creció bajo los sonidos de la guerra que asoló su amado país. Enfrentamientos fratricidas fundamentados únicamente en el lugar de nacimiento y religión tuvieron la región de los Balcanes inmersa en una interminable lucha que dejó episodios deleznables incluso en el mundo del deporte [Imprescindible el documental: 'Hermanos y enemigos: Petrović y Divac']. En el punto culminante de la disolución de la antigua Yugoslavia, Milošević, bosnio de nacimiento y residente con su familia en Serbia, salía de la península tras vivir experiencias dramáticas como la muerte de su mejor amigo, Sekanić, "destrozado por un bombazo enemigo".

Milošević: "Echo de menos la pasada Yugoslavia. Yo solo divido a la gente en buenos y malos"

"Echo de menos la pasada Yugoslavia. La estupidez de la guerra arruinó un país tan rico, tan bueno, tan organizado... Ahora estamos divididos, empequeñecidos, destruidos... Tengo amigos de todas las razas y religiones porque solo divido a la gente en buenos y malos", decía Milošević en una entrevista de Napoleón Fernández para El País en 2004. Y lo decía con motivo de la celebración de un partido muy especial para él. Correspondiente al Grupo VII de la fase de clasificación para el Mundial de Alemania 2006, el 9 de octubre de 2004 la selección nacional de Serbia, capitaneada por Savo, se enfrentaba a Bosnia en Sarajevo. "Voy a jugar contra mi país. Nací en Bosnia. Soy bosnio, serbobosnio. Y es un honor ser serbio. Quiero a Serbia porque mí familia lleva 17 años en Belgrado, pero siento respeto hacia todos en Bosnia", manifestaba el hoy máximo goleador y jugador que más veces ha vestido la camiseta de la selección serbia de fútbol.

Milošević creó una red de apoyo a los damnificados por el conflicto bélico de los Balcanes

Pero estas palabras solo son un ejemplo nimio de la implicación de Milošević con su pueblo. Su salida del Partizan no significó, ni mucho menos, el abandono de los suyos. Savo emigró para labrarse una carrera como profesional del balompié —según decía, lo único que él sabía hacer— y, con un firme propósito: ofrecerle a su familia en Serbia una vida mejor. Y su concepción del término "familia" iba más allá de padre, madre, hermanos, abuelos, tíos y demás terminología genealógica. Tras lograr el éxito económico, Milošević creó una red de apoyo a los damnificados por el conflicto bélico. Su trabajo, alejado del país, le impedía dirigir el proyecto, por lo que era su padre, Stevo Milošević, quien se encargaba de coordinar acciones de recuperación de su región, que iban desde la contratación de tractores para restaurar carreteras, hasta la reactivación de pequeñas fábricas con el objetivo de crear empleo.

"Hay muy poca gente en España y en mí país que conozca la asistencia que doy a los míos, pero estamos obligados a hacer lo que podemos", decía el jugador en la mencionada entrevista. Y es que todo lo que hacían quedaba casi en secreto. Ninguno alzaba la voz, ni publicitaba sus acciones humanitarias. Era altruismo y amor por su gente. De hecho, si bien Milosević no podía ayudar en la organización vecinal para la reconstrucción de su pueblo, tenía una costumbre que ejemplifica su infinita bondad. El delantero enviaba cartas con dinero a personas necesitadas a las que ni siquiera conocía. Cuenta Napoleón Fernández el ejemplo de Cika Dule, un viejo y pobre marinero enfermo de leucemia. Un día cualquiera, Cika recibió uno de estos sobres con 5.000 marcos alemanes —poco más de 2.500 euros— por cortesía de Savo. "Si digo cuanto dinero he regalado sonaría como si fuera un tonto. Pero he sido educado por mis padres para ayudar a los demás", confesaba el expunta rojillo.

Milošević siempre se mostró solidario con la causa de su región. Fotografía: HelpSerbia.com.
Milošević siempre se mostró solidario con la causa de su región. Fotografía: HelpSerbia.com.

Entre 2011 y 2013 perdió a su padre, su hermano y su abuelo en trágicas condiciones

Sin embargo, Milošević tiene motivos para dudar del karma. Concretamente en materia familiar, Savo no puede alardear de fortuna, especialmente en los últimos años, ya que parece que el drama de los Milošević llegó, contra pronóstico, en tiempos de paz. En junio de 2011, una discusión en la casa familiar del jugador —en la localidad de Glavicice, a unos 200 kilómetros al este de Sarajevo— terminó con el fallecimiento de Stevo, el padre de Savo. Su propio abuelo le disparó en el pecho con un rifle de caza. El patriarca era trasladado a prisión donde moriría también poco después. Pero no sería la última pérdida que lamentaría el delantero en poco tiempo. Apenas dos años más tarde, en diciembre de 2013, su hermano, Andrija Milošević, perdía la vida en un accidente de tráfico al estrellar su coche contra un camión.

Del campo a los despachos, pero siempre fútbol

Tristemente, estos dramáticos accidentes son un porcentaje elevado de las noticias que el delantero ha protagonizado desde que se retirara del fútbol profesional. En sus últimos años de carrera aseguró querer continuar ligado al balompié una vez que colgara las botas. Milošević, entregado cuerpo y alma a la pelota desde pequeño, decía en tono humorístico que jugar al fútbol era lo único que sabía hacer. No obstante, a diferencia de muchísimos exfutbolistas, el delantero siempre se mostró reacio a pasar del área rival al área técnica. "En un futuro no descarto nada. Pero entrenador, no. Ni en Osasuna ni en ningún otro equipo. No podría controlar a 22 locos, empezando por mí", decía en 2010 tras recibir un premio homenaje de una conocida marca de café en Pamplona.

En 2009 perdió las elecciones a la presidencia del Partizán

La única salida que le quedaba a Milošević estaba en los despachos. En diciembre de 2009 el exjugador rojillo se presentó a las elecciones presidenciales del Partizán de Belgrado, su primer equipo profesional. Alguno de sus antiguos compañeros y viejos conocidos de la afición española apoyaron públicamente la candidatura de Savo, como Albert Nadj —que se presentaba como colaborador de la junta directiva del que fuera delantero rojillo— o Mateja Kezman, exjugador del Atlético de Madrid que se comprometió a ayudar a su club cuando finalizara su carrera de futbolista si Milošević lograba alzarse con la presidencia. Sin embargo, las amistades de Savo tiraron por tierra la operación. La estrella relación que mantenía con dos directivos de la junta anterior, Zarko Zecević y Nenad Bjeković —quienes dos años antes habían quitado algunos privilegios a los hinchas radicales, como entradas y viajes gratuitos con el equipo—, echaron a una parte de la influyente peña Grobari contra la candidatura de Milošević.

No lo consiguió. En la Asamblea celebrada por el club serbio Dragan Djuric se hizo con la reelección de forma contundente con 43 votos a uno. Pese a ser una leyenda del Partizan y del fútbol de su país, Savo no pudo convencer a los delegados de que era la persona idónea e, incluso, dejó caer sus sospechas de que la votación había estado "manipulada" en favor de su rival: "Perdí las elecciones. Los que estaban ahí, en los últimos 30 años, querían seguir haciendo lo que hacían hasta ahora. Quería cambiar cosas y no lo conseguí. Que hagan lo que quieran, pero no puedo formar parte de eso. El fútbol europeo es otra cosa. Están haciendo algo que en Europa ya se ha olvidado hace 15 años", dijo el ofuscado exjugador en una entrevista a Diario de Navarra.

Milosevic durante la presentación de su programa electoral. Fotografía: vijesti.in.rs.
Milošević durante la presentación de su programa electoral. Fotografía: vijesti.in.rs.

Desde 2012 forma parte del organigrama técnico de Selección Serbia de Fútbol

Su siguiente paso fue volver a pie de campo. Durante un tiempo ejerció de entrenador asistente —sí, cayó, pero no del todo, en la tentación— del ex espanyolista Branko Brnovic, técnico de la selección de fútbol de Montenegro, en un nuevo ejemplo de su amor por el pueblo yugoslavo en su conjunto, lejos de regiones, etnias y religiones. Sin embargo, su etapa en la selección del país vecino no duró mucho y, desde 2012, desempeña labores en el cuerpo técnico de la Federación Serbia de Fútbol, concretamente en el marco de la selección nacional, de la que es director.

Milošević: "Soy fiel a Osasuna. De verdad, de corazón y hasta la muerte"

Y aún así, después de lograr por fin su objetivo de volver a su amado país, después de ganarse un sitio en el mundo del fútbol para retirados, después de llevar más de siete años sin pisar el césped de Tajonar, el bueno de Savo todavía recuerda su etapa como rojillo. Tal vez, a los números, fuera el equipo en el que peor cuajó el yugoslavo, pero en el fútbol no todo son los goles, no todo se guarda en estadísticas. Milošević dejó en Pamplona un legado imborrable a la altura del que escribió con letras de oro el propio Jan Urban. Y El Sadar, de la misma manera, dejó huella en el corazón del delantero. "Soy fiel a Osasuna. Mentalmente, estoy con este club. De verdad, de corazón y hasta la muerte. Este club te atrae y se te queda dentro para toda la vida".

Savo comprendió a la perfección la filosofía del club rojillo, él es la mejor contestación a los que todavía hoy apuestan por un modelo 100% regional como el del Athletic Club. Milošević demostró que en este equipo también hay hueco para guerreros foráneos y, sin darse cuenta, sentó las bases de lo que debería ser el plan de actuación de la dirección deportiva a la hora de fichar. Su carácter y compromiso le convirtieron a él, un tipo en el ocaso de su carrera, en el mejor extranjero de la historia del club; a él, que en Pamplona marcó menos goles que en ningún otro sitio y que, aún así, se ganó el cariño eterno de todo el osasunismo por su forma de ser, tanto dentro como fuera del campo. Y hay una frase, del propio jugador, que resume a la perfección este romance histórico y que marcó una época: "Osasuna tiene algo especial, eso está claro. Primero por el carácter de los navarros y segundo por lo que aquí significa Osasuna para la gente". Quien sabe si es por punta, por el 4-4-2 o porque su apellido acabe en -ić, el caso es que recordar a Savo Milošević es recordar tiempos mejores, es supurar osasunismo por todo los poros de tu piel.

Caricatura de Savo Milosevic en El País.
Caricatura de El País.