Richard ‘El Chengue’ Morales (21 de febrero de 1975, Las Piedras, Uruguay) es un tipo peculiar, una de esas personas que dejan huella allá por donde pasan. De entrada, es obligatorio reseñar que el Chengue es un ídolo absoluto en su país. Gracias a actuaciones memorables con la remera celeste en partidos transcendentes y a su forma de ser, el uruguayo se ha ganado la simpatía de la gran mayoría de sus compatriotas.

Es cierto que este uruguayo de 1.96 centímetros de estatura casi ha dado más que hablar por sus andanzas fuera de los terrenos de juego que dentro de los mismos. Tipo carismático donde los haya, de carácter extrovertido, con fama de ligón y amante de la vida nocturna, llegó a pasar 27 días en la cárcel por una agresión que siempre ha afirmado no haber cometido, pero de la que se hizo cargo al no querer delatar a los verdaderos autores.

Dentro de la cancha, el ‘Chengue’ -mote que debe a su hermana, que le llamaba así al no saber pronunciar bechequito, que significa oveja negra- siempre ha mostrado un carácter duro y batallador, lo cual le ha llevado a meterse en el bolsillo a más de una afición local, y también a involucrarse en unas cuantas tanganas. Su característica celebración de los goles, moviéndose como un orangután, es el sello inconfundible de un delantero incuestionablemente especial.

Inicios y Nacional

Ya desde su inicio, la carrera de Morales fue diferente. Resulta muy llamativa la inusualmente tardía edad a la que el pedrense eclosionó como futbolista de primer nivel. Tras comenzar en uno de los equipos amateurs de su ciudad, el Progreso de Canelones, fichó por el Club Platense que militaba en la Tercera División del país charrúa. Su buen hacer en el modesto conjunto de la capital le sirvió para recalar en el CA Basañez de Segunda División, equipo en el que tan solo permaneció una temporada (siete goles en 14 partidos), ya que uno de los dos gigantes uruguayos había puesto sus ojos en él.

El ‘Chengue’ llegaba con 24 años a Nacional cumpliendo su sueño de niño

El ‘Chengue’ recalaba en la primavera de 1999 en el Club Nacional de Football de Montevideo, cumpliendo, a sus 24 años, su más ansiado sueño de infancia. Richard, hincha confeso de Nacional desde pequeñito, debutaba al fin con la camiseta tricolor un 22 de mayo de 1999. A pesar de la competencia lógica en un equipo tan grande, -probablemente el más grande del país en títulos, y uno de los más laureados y reconocidos del continente- gracias a su carácter combativo y su facilidad para ver puerta, Morales se hizo pronto con un hueco en el once y en el corazón de los aficionados.

Uno de los episodios más sonados, aunque no el único, en el que se vio envuelto el delantero Charrúa, se produjo a finales del año 2000 durante un clásico ante Peñarol en el Estadio Centenario. Aquel partido albergó una de las mayores reyertas de la historia del fútbol uruguayo. La pelea fue de tal magnitud, que siete jugadores de Peñarol y tres de Nacional fueron enviados directamente a prisión, entre ellos, cómo no, Morales, que pisaba chirona por segunda vez en su vida. El juez determinó que pasaran 10 días en la cárcel, realizando tareas comunitarias. La imagen de Morales peleándose con varios jugadores de Peñarol sin que estos pudieran con él, lo elevó ipso facto a la categoría de deidad para toda la afición tricolor.

Nacional fue campeón urguayo los tres años que Morales estuvo en el equipo

Además del citado suceso, Richard también hizo méritos para ganarse el cariño de la hinchada dentro del terreno de juego. El espigado delantero contribuyó con sus goles al tricampeonato uruguayo que “El rey de copas” logró en los tres años que Morales vistió la camiseta de Nacional en su primera etapa. La tercera temporada fue especialmente prolífica para el de Las Piedras; Formando una espectacular dupla de ataque con otro exrojillo como Pierre Webó (19 goles en 2002) se alzó con el trofeo al máximo goleador de la competición doméstica con 24 tantos, y empujó al equipo hacia su tercera liga consecutiva, y a alcanzar los cuartos de final de Copa Libertadores y las semifinales de la Copa Sudamericana. Finalmente, el ‘Chengue’ abandonaba la disciplina tricolor en el mercado navideño de la 2002/2003 dejando tras de sí 56 goles en 172 partidos.

Osasuna

La excepcional campaña de Morales el año 2002 unida a su buen papel en el mundial de 2002 de Korea y Japón, acrecentó el interés de muchos clubes europeos por hacerse con sus servicios. Finalmente, Morales iba a recalar en el conjunto navarro, que decidió pasar por caja y apostar fuerte por el charrúa, convirtiéndole en el fichaje más caro de la historia del club (actualmente ocupa el 4º puesto). En Osasuna se iba a reencontrar con Webó, su antiguo acompañante en la delantera de Nacional, y con su compañero en el vestuario de la selección Uruguaya Pablo García. Todo parecía preparado para que Richard triunfara, pero no.

El 'chengue' pasó más de un año desde su llegada a Pamplona sin estrenar su cuenta goleadora

Si el paso de Morales por Osasuna se puede calificar como decepcionante, sus primeros meses fueron directamente desastrosos. Tras ilusionar a la grada con su llegada, al uruguayo le costó muchísimo adaptarse al ritmo del fútbol europeo -quizás nunca lo llegó a lograr- y finalizó su primera campaña en la Liga de las estrellas sin ver puerta. Cero goles en 772 minutos, un dato demoledor para un delantero goleador. La segunda temporada no fue mucho mejor, pero dejó una estadística curiosísima; Pasó más de un año desde su llegada a Pamplona sin mandar el balón a la red, pero cuando lo consiguió, marcó en dos jornadas consecutivas. Morales nunca ha podido -ni ha querido- disimular que se trata de un futbolista especial.

Otro episodio especialmente sonado y paralelo a lo puramente futbolístico en la carrera de el ‘Chengue’, que a buen seguro recordarán con facilidad todos los aficionados de Sevilla y Osasuna, se dio en la última jornada de la temporada 2003/2004. El Sánchez-Pizjuán fue testigo de una de las mayores tanganas que se recuerdan en la Liga. El partido se disputó dentro de la normalidad de una guerra de guerrillas y desembocó en una auténtica batalla campal en la que pocos se libraron de dar o recibir. Morales volvió a ser, como en el Centenario, protagonista de más de un combate, y como entonces, evitó besar la lona gracias a una fortaleza física descomunal.

La 2004/2005 fue su mejor campaña como rojillo, con nueve goles en más de 2000 minutos

La tercera campaña Morales con Osasuna fue sin duda la mejor, de hecho, sus números en la temporada 2004/2005 sí se aproximaron a lo que se esperaba de él. Su titularidad durante gran parte de la temporada, por delante de delanteros de talla mundial como Milosevic o Aloisi, y sus nueve goles en 2.168 minutos dan fe de ello. Además, el uruguayo tuvo el honor de disputar de la partida uno de los partidos más importantes en toda la historia del club de la capital navarra. Aquel, el de la final de la Copa del Rey ante el Betis, fue el último partido que Morales disputó con la camiseta rojilla. Su presencia en la postal del Calderón, escuchando entre Clavero y Puñal los silbidos de miles de aficionados rojillos, le amarra para siempre a uno de los capítulos más hermosos de la historia rojilla. Morales dejaría Osasuna habiendo anotado 11 goles en 62 partidos.

Málaga y Decadencia

Tras una buena última campaña en Osasuna, el Málaga abordó su fichaje pagando al conjunto rojillo alrededor de 600.000 euros. El fichaje se demoró algo más de lo esperado ya que el agente del uruguayo, el archifamoso Paco Casal, tenía que arreglar cuentas pendientes con Osasuna. Finalmente, el pase se dio, y Morales pasó a las filas del conjunto boquerón, donde las cosas tampoco le fueron excesivamente bien.

Su primera temporada en la capital de la Costa del Sol, se saldó con un pobre bagaje goleador (dos goles en 24 partidos) y el conjunto andaluz no pudo evitar el descenso a Segunda División. Aquella temporada Morales volvió a dejar otro dato curioso; su único gol en Liga, el que a la postre sería su último gol en la Liga de las estrellas, se lo hizo a Osasuna en el estadio de El Sadar, empatando en el minuto 80 un partido que los locales ya daban por vencido. Genio y figura.

Su etapa en el Málaga resulto más decepcionante aún que la de Osasuna

Si la primera temporada fue mala, la segunda fue peor aún. A pesar de que las estadísticas fueron parecidas a las de la temporada anterior (tres goles en 21 partidos), se esperaba que el uruguayo destacara mucho más en una categoría inferior, por lo que la decepción fue aún mayor. A pesar de tener firmadas tres temporadas, al finalizar la segunda, el ‘Chengue’ dejaba Málaga y volvía al club de sus amores.

En el verano de 2007, Morales volvía a Nacional para capitanear, a sus 32 años, al conjunto tricolor. La experiencia no terminó de salir todo lo bien que se esperaba, a pesar de que volvió a dejar la impronta de su carácter, sobre todo en los clásicos, y unos números goleadores no muy alejados de los de su primera etapa. El ‘Chengue’ abandonaba de nuevo la disciplina de Nacional 6 años después de la primera vez, con 10 goles en 37 partidos.

Tras dejar Nacional por segunda vez, inició un periplo infructuoso que culminó con su retirada

Morales fichaba por el Gremio septiembre de 2008, pero la aventura brasileña no llegó a cuajar y tras disputar tan solo seis partidos, en febrero de 2009, abandonaba la disciplina Porto Alegrense para firmar por el Liga Deportiva Universitaria de Quito, que venía de proclamarse campeón de la Copa Libertadores. La aventura ecuatoriana fue incluso más corta que la anterior, ya que Morales rescindió su contrato de mutuo acuerdo con el club quiteño dos meses después de firmarlo, para poder volver a Uruguay y estar más cerca de su padre, que se encontraba enfermo.

En el mes de Julio, Morales volvía a la élite del fútbol uruguayo de la mano del Centro Atlético Fénix, pero tan solo pudo disputar los primeros encuentros del torneo apertura, ya que una hernia discal le impidió seguir saltando a los terrenos de juego. El equipo terminaría en última posición aquella campaña, en la que Richard el ‘Chengue’ Morales anunciaba su retirada.

Selección uruguaya y actualidad

Cuesta entender que en un país que vive de una forma tan pasional la rivalidad entre sus dos equipos más importantes, se quiera tanto a un futbolista que ha jugado de forma enérgicamente impulsiva para uno de los dos cuadros, llegando incluso a las manos con los jugadores del equipo rival. Esto solo se entiende si se tiene conciencia de los logros de Richard Morales con la camiseta de la selección nacional, y cómo no, del carisma que desprende su personalidad. Morales, que ha disputado 27 partidos oficiales con la celeste, logrando seis goles, ha sido elevado a la categoría de héroe nacional hasta en dos ocasiones.

El 'Chengue' llegó a ser el héroe nacional hasta en dos ocasiones

La primera de ellas se dio en el partido de vuelta de la repesca -repechaje para los charrúas- para la participación en el mundial 2002 de Korea y Japón. Uruguay venía de 12 años de ausencias en los mundiales, por lo que aquel partido paralizó por completo la actividad de un país eminentemente futbolero, como es el oriental. Australia había vencido 1-0 (Muscat) el partido de ida en Melbourne y la vuelta en el Centenario estaba 1-0 (Darío Silva) cuando Morales saltó al césped en el minuto 65. Un gol de cabeza del espigado delantero de Las Piedras a los cinco minutos de entrar a la cancha y otro con el tiempo ya cumplido, llevaron la locura a las gradas del Centenario y a un país entero, que volvía a verse entre los mejores del mundo.

El segundo gran momento de Richard Morales se dio precisamente en el mundial de Korea y Japón. Tras perder ante Dinamarca, y arrancarle un empate a Francia, entonces vigente campeona, Uruguay se iba a jugar el pase a octavos ante una sorprendente Senegal. Los charrúas, que necesitaban ganar para pasar de ronda, no pudieron empezar peor el partido y, al descanso perdían 3-0. En la reanudación, el técnico Victor Púa daba entrada a un jovencísimo Forlán y a Morales, que revolucionó el partido. El propio Richard anotó el primer gol de una remontada histórica que pudo haber sido mayor. Y es que ya con 3-3 en el marcador, el ‘chengue’, a puerta vacía, cabeceó fuera un balón muerto dentro del área pequeña, en lo que pudo haber supuesto el gol que clasificaba a los suyos para octavos de final. Un drama.

A pesar del estrepitoso fallo, aquel día el pueblo uruguayo volvió a sentir el orgullo de campeón de una selección que con todo en contra, viéndose eliminada, se rebeló contra su más que probable destino y perpetró una de las remontadas más emocionantes de la historia del fútbol. Y los charrúas valoran más esto, que el fallo puntual de Morales en aquel cabezazo.

La vida de Richard Morales ha cambiado mucho desde su retirada. Ahora, en lugar de a entrenar dedica su tiempo a cuidar sus negocios, como la discoteca de la que es propietario, a dar su visión de la actualidad futbolística, a participar en todo tipo de programas de televisión o a gozar de la playa y de su música favorita, la salsa y la cumbia urguaya, en los distintos boliches -fiestas- a los que acude. Visto de esta forma, es posible que su vida, y más concretamente su forma de entenderla y disfrutarla, tampoco haya cambiado tanto, al fin al cabo, el carisma no se pierde.

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Sobre el autor
Imanol Itokún
Esta es mi primera experiencia como redactor. Bienvenidos