Pandiani sigue viviendo por y para ese deporte que tantas alegrías le ha dado a lo largo de su trayectoria. A sus 38 años de edad, el jugador uruguayo sigue vinculado al mundo del balompié, aunque ahora, lo hace como entrenador. La pasión que ha demostrado tener por el fútbol en cada uno de los equipos en los que ha jugado es incandescente y le ha llevado a poder cumplir uno de sus sueños. Antes de colgar sus botas, pudo compartir vestuario con su hijo Nicolás en la liga de su país natal.

Desde que era un niño Walter ya se interesaba por el fútbol y aunque en sus comienzos tuvo que trabajar en otras cosas, como de pintor o repartidor, su tenacidad y su sacrificio encaminaron su vida hacia esta profesión. Sin embargo, no era su única afición. En su más tierna infancia ya mostraba una gran inclinación por los coches, gusto heredado de su padre, que trabajaba con un camión, y hobby que le ha acompañado hasta el día de hoy. El mundo del motor está tan integrado en su estilo de vida que incluso construyó un museo en su casa de Barcelona, en el que combina recuerdos de su trayectoria como futbolista con una amplia exposición de vehículos de todo tipo. Aunque, sin lugar a dudas, el más recordado por todos, es aquella cabeza de camión roja a la que bautizó “El Rifle” y que le acompañó durante su estancia en Pamplona, donde defendió a capa y espada la camiseta de ese mismo color.

Su carácter arrollador, su espíritu de lucha y su carisma hacen que los recuerdos que ha dejado en los clubs que componen su camino futbolístico estén cargados de cariño. Sus primeros pasos con un balón bajo los pies los dio como interior zurdo, portando el número diez en su camiseta. Comenzó jugando en Montevideo, concretamente en un equipo llamado Basáñez, en este permanecería tres años. En 1998 fue transferido a un equipo de categoría superior, el Peñarol, en este ya jugó como delantero, posición que mantendría hasta el final de su carrera profesional.

La decisión de cruzar el Atlántico llegó dos años después. Walter Pandiani optó por trasladarse a España y el Deportivo de La Coruña fue el equipo en el que debutó. Dos temporadas más tarde lo cedieron al Mallorca. Con este conjunto, ganó la Copa del Rey en la temporada 2002/03. Cuando finalizó el año llegó la hora de volver a Galicia, pero el retorno no fue del todo cómodo para el ariete y, de nuevo, fue traspasado, aunque esta vez cruzaría fronteras. Su nuevo destino sería Inglaterra, dónde militó en el Brimingham City durante la mitad de esa temporada y toda la siguiente. En 2006 regresó a la península con rumbo a Barcelona.

Walter Pandiani celebrando un gol con el Espanyol
Walter Pandiani durante la celebrarción de un gol con el Espanyol

Aquí comenzó una etapa llena de éxitos. Pandiani cuajó dentro del Espanyol y este se convirtió en un buen año para el jugador. Junto al equipo catalán, Walter, consiguió ganar su segunda Copa del Rey y un subcampeonato de la UEFA. El uruguayo también obtuvo triunfos a nivel personal, ya que consiguió ser el máximo goleador de la competición. Su etapa junto a los 'periquitos' concluyó en 2007, aunque esto no sería un adiós definitivo, ya que en 2011, tras su paso por Osasuna, volvería a formar parte del conjunto catalán durante otro año más.

De nuevo, cambio de ciudad y de equipo. Esta vez el destino fue Pamplona. Osasuna llegó a un acuerdo con el jugador uruguayo y lo fichó por tres temporadas. La primera no fue muy fructífera (2007/08). 'El Rifle' Pandiani no tuvo muchas oportunidades de jugar y cuando lo hacía apenas disfrutaba de minutos; pero un año después todo cambió. Depositaron más confianza en el delantero y se ganó el puesto de titular indiscutible, convirtiéndose en el buque insignia del equipo. Con su garra, su empuje y su ímpetu forjó un vínculo especial con la afición. Brillaba en el verde y su excelencia como rematador propició que consiguiese 11 dianas, posicionandose así como el máximo goleador del conjunto rojillo en aquella temporada. Durante el último año de contrato, Pandiani sabía que su etapa dentro de Osasuna estaba llegando a su fin, de modo que tras recuperarse de diversas lesiones encadenadas, continúo remando para ayudar al equipo y salió de El Sadar dejando la sensación de que había cumplido con sus propósitos. Partía con los deberes bien hechos.

Lo que no sabía era que cada vez se encontraba un paso más cerca de cumplir su sueño. Después de su vuelta al Espanyol, en 2012 pasó media temporada en el Villarreal y, por fin, le llegaría la oportunidad de compartir vestuario con su hijo Nicolás. No le importó descender de categoría ya que su felicidad era infinita al verse pisando el campo con la misma equipación que su primogénito, pero el Atlético Baleares solo fue un pequeño aperitivo. La temporada siguiente, Walter, 'El Rifle' Pandiani pudo volver a jugar al fútbol en la ciudad que le vio crecer, y esta vez no sería solo, como en sus inicios. Nicolás viajaría con él para formar parte de la misma plantilla. Juntos militaron en las filas del Miramar Misiones hasta 2014. Juntos, como 'El Rifle' Pandiani una vez soñó que lo harían.