Osasuna confirmó este lunes la renovación de una de sus jóvenes promesas. David García, posiblemente el canterano de mayor calado en el primer equipo tras Mikel Merino, ha ampliado su relación contractual con el club rojillo hasta junio de 2019. Sin embargo, la fecha de caducidad de su nuevo contrato no es lo más llamativo de la revisión que ha llevado a cabo la junta directiva sobre los derechos del jugador. Tras estampar su firma, el joven central de 18 años ha pasado de vagar por el limbo entre la profesionalidad y el fútbol amateur, a figurar como uno de los jugadores más caros de la actual plantilla. La famosa cláusula de rescisión de David ha dejado de ser pura burocracia para alcanzar los 20 kilos. Pero, ¿de qué sirven esos siete ceros?

David García tras firmar su renovación. Fotografía: Osasuna.

Lo primero es tener claro de qué estamos hablando cuando nos referimos a la cláusula de rescisión. Según el artículo 16 del Real Decreto que regula la Relación Laboral especial de los Deportistas Profesionales, la extinción del contrato por voluntad del deportista —“sin causa imputable al club"—, dará a éste el derecho a una indemnización por el "perjuicio que se haya causado a la entidad, motivos de ruptura y demás elementos que el juzgador considere estimable", dejando claro que si el futbolista en cuestión contratase sus servicios con otro club en un plazo de un año desde la fecha de extinción sería el equipo contratante el responsable subsidiario del pago de las obligaciones pecuniarias señaladas. O lo que es lo mismo, una multa por los daños y perjuicios ocasionados como consecuencia de la extinción anticipada del contrato temporal de trabajo por parte del futbolista que, estando inscrito y habiendo jugado como tal en las competiciones deportivas, decide abandonar la misma antes del vencimiento de su relación contractual.

Sin embargo, hay que dejar claro que en el mencionado artículo 16 no aparece por ningún sitio la expresión "cláusula de rescisión". Este término, acuñado seguro por algún mandatario despechado, basa sus principios en el artículo 1255 del Código Civil, un apartado que explica situaciones tan disparatadas como las sustanciales diferencias que pueden existir entre los 200 y pico millones de cláusula de Leo Messi y el famoso 1'20 euros que costaba sacar a Cedrick del Numancia en 2013. Dicho artículo establece que “los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral, ni al orden público”. Por tanto, queda en manos de las instancias judiciales del orden social aprobar o denegar por abusivas estas cantidades —aunque si nos atenemos a la ética todo este entramado de millonadas se iría al garete con la palabra "social" de la mano...—.

Un caso práctico

Azpilicueta firmó, en 2008, una renovación de contrato muy similar

Pero todo esto es teoría y, como le ocurre a los estudiantes universitarios, lo que se demanda en estos casos es la práctica. De los mismos campos de entrenamiento que David García surgió hace ya casi ocho años César Azpilicueta. El hoy jugador del Chelsea debutó como canterano rojillo en 2007 —concretamente en el Santiago Bernabéu— y alargó su estancia en Pamplona hasta el verano de 2010, cuando el Olympique de Marsella anunció su incorporación a bombo y platillo convirtiendo al lateral navarro en uno de los fichajes más caros del mercado en la Ligue 1. Desde que ascendiera del Promesas, el de Zizur tuvo una trayectoria meteórica por la banda diestra de El Sadar que le llevó a firmar, a comienzos de 2008, una importante revisión de su contrato: cuatro años más y 15 millones de cláusula de rescisión, en una operación bastante similar a la que la directiva de Luis Sabalza ha llevado a cabo con David García.

Sin embargo, el adiós de César no dejó en las arcas de Osasuna los 15 kilos estipulados en su contrato. Las negociaciones entre el cuadro navarro y el equipo francés deportaron apenas seis millones para la causa rojilla. Si bien con casi cuatro millones de variables, el fijo apercibido por la directiva de, entonces, Patxi Izco no llegaba siquiera a la mitad de lo que marcaba la renovación firmada por el jugador apenas año y medio antes; y eso, en un momento de esplendor deportivo y económico —en teoría— para el conjunto pamplonica. La crisis económica y el rol vendedor de Osasuna fueron los principales motivos que "eximían" a la dirección deportiva de una mala venta.

Y volvemos entonces a la vieja cuestión: ¿de qué sirve la cláusula de rescisión? A la baja está claro, para que no te birlen literalmente un jugador con contrato delante de tus narices y sin retribución alguna. ¿Y a la alta? Pues según la ambición y mala baba de los directivos en cuestión. Y de eso en Osasuna falta mucho; o, al menos, le ha faltado a las últimas directivas —démosle un voto de confianza a Zabalza y cía—. Si ya de por sí es difícil desprenderse de un canterano prometedor, navarro y criado en los campos de Tajonar, hacerlo por cantidades casi irrisorias y ver como en el local de enfrente sacan millonadas por sus retoños es casi un martirio.

Athletic y Real Sociedad: políticas de cantera muy similares, pero mayor posición de fuerza

En los últimos años, dos clubs cercanos y muy vinculados a Osasuna, como son Athletic de Bilbao y Real Sociedad, han acometido ventas estratosféricas de sus jóvenes promesas con una política de cantera muy similar a la del club navarro, pero con una postura muchísimo más agresiva y hermética. Lo hemos podido ver en su versión más extrema en las últimas ventas de relumbrón en el conjunto txuri-urdin: Asier Illarramendi al Real Madrid por 30 millones de euros y Antoine Griezmann al Atlético por otros 30 kilos, ambas cantidades coincidentes con la cifra estipulada en la cláusula de rescisión de los futbolistas. Misma situación que con el delantero francés vivieron en Ibaigane este mismo verano con Ander Herrera. En una operación casi paralela, el mediapunta vizcaíno hizo las maletas rumbo a Manchester tras asumir el United la indemnización reglamentaria: 36 millones de euros. Más doloroso fue para el aficionado rojiblanco, pero también para el rojillo, el fichaje de Javi Martínez por el Bayern de Múnich. Uno de los equipos con más solera —y talonario— del fútbol europeo se hizo con los servicios del centrocampista de Ayegui tras pagar los 40 millones de su cláusula de rescisión.

Formado en las categorías inferiores de Osasuna, el Athletic se hizo con los servicios del internacional español en el verano de 2006 de la misma manera que el conjunto germano le arrebató sin negociación sus derechos seis años más tarde: abonando la cláusula de rescisión —operación que, por cierto, consideraron ilícita en San Mamés y por la que amenazaron con denunciar al cuadro alemán—. Con apenas 17 años, Javi ya figuraba como una de las mayores promesas del fútbol español y, aunque desconocido para el gran público —no llegó a debutar con el primer equipo rojillo—, contaba con una importante cuota de extinción de contrato: seis millones de euros. Prácticamente no hubo acercamiento entre los clubes, el Athletic preguntó por la situación del jugador y Osasuna respondió a los del Botxo remitiéndoles a una cláusula de rescisión que los leones consideraron asumible —con gran acierto—.

Javi Martínez en 2006 durante su presentación con el Athletic. Fotografía: JaviMartinez8.com.

Sin embargo en Osasuna poco o nada pueden presumir de haber ingresado sumas siquiera próximas a los 40 millones que cobró el Athletic por la incorporación de Javi Martínez al Bayern de Munich. De hecho, ni sumando el montante de las cinco ventas más pomposas de la historia de la entidad navarra se alcanzaría el valor de la indemnización que percibieron los leones tras su marcha. Y cinco no es un número al azar. Si revisamos el histórico de operaciones rojillas el top five lo copan jugadores formados en Tajonar:

Puesto Jugador Clásula Ingreso final Destino Temporada
1 Raúl García 22 millones 13'1 millones Atlético de Madrid 2007
2 César Azpilicueta 15 millones 6 millones + 3'5 variables Olympique de Marsella 2010
3 Nacho Monreal 12 millones 6 millones Málaga CF 2011
4 Javi Martínez 6 millones 6 millones Athletic de Bilbao 2006
5 David López 10 millones 5'8 millones Athletic de Bilbao 2007

De haberse atenido a las cláusulas —un supuesto de lo más imaginativo—, Osasuna habría ingresado en los últimos nueve años casi 30 millones de euros más, dinero suficiente para tapar algún que otro aguajero. Obviamente, la situación de fuerza del club rojillo no es la misma que la de sus vecinos del País Vasco y, por ello, las indemnizaciones establecidas en los contratos de las jóvenes promesas de Tajonar rara vez superan los 15 millones de euros. No obstante, estamos hablando —a tenor de los datos— de unas reducciones de casi el 50% en los negocios más rentables de Osasuna en los últimos años. Porque ese es el tema, cuando no proceden del promesas la cuerda todavía queda más holgada: Carlos Cuéllar dejó apenas 3'5 millones, Jaroslav Plasil tres kilos y Pablo García no llegó a los 2'5 millones —ya que la mitad de la operación se la llevó su representante—. Y aún estamos hablando de buenas operaciones.

Política rojilla: del traje de vender a la cabezonería

Es curioso ahora tirar de hemeroteca y rescatar alguna perla, no de la cantera rojilla, sino de la cosecha personal de algún mandatario osasunista. "El que haya dicho que estoy dispuesto a rebajar la cláusula de rescisión de Raúl García, que es de 22 millones de euros, es que me conoce muy poco. Yo tengo espaldas para aguantar todo. Ya he dicho que vamos a defender a todos nuestros jugadores con uñas y dientes", dijo Patxi Izco un caluroso 3 de junio de 2006. El que fuera máximo dirigente rojillo insistió en más de una ocasión que mientras él fuera presidente Osasuna no iba a ser un club vendedor —una sobrada inverosímil— y en la misma línea se movía su sucesor, Miguel Archanco. El último presidente electo del club se mostró férreo en la continuidad de algunos jugadores importantes como Arribas y Andrés Fernández —aunque finalmente le saliera el tiro por la culata—, pero también tuvo algún que otro patinazo ante las cámaras a la hora de hablar del mercado. "Entre la cláusula de rescisión (10 millones de euros) y la 'amenaza' del último año de contrato, está la dignidad de Osasuna", aseguró Archanco cuando se le preguntó por la oferta del Athletic de cuatro millones de euros por Kike Sola. El dirigente rojillo se puso chulo, pero finalmente acabó vendiendo al de Cascante por apenas una variables adicionales de consecución casi utópica —mantener cifras goleadoras de crack, rondas finales de Champions, etc.—.

Archanco sacó petróleo del contrato de Kike Sola

No obstante, el que siguió Archanco con Sola es probablemente el camino a seguir. A una temporada para la finalización de su contrato —y por lo tanto con solo 12 meses por delante para marcharse gratis al club de su libre elección—, el presidente rojillo logró ingresar un buen montante por un delantero que ha resultado ser un fiasco para el conjunto rojiblanco y, en su lugar, firmó por 650.000 euros a uno de los mejores arietes que ha pasado por El Sadar en mucho tiempo: Oriol Riera. Sin embargo, el "éxito" de la operación se debió en gran parte a la relación de enemistad existente entre Osasuna y Athletic Club. Probablemente, si algún otro equipo se hubiera interesado por Sola se habría llevado al delantero por la mitad de lo que le costó a los leones; y es que, solo gracias a la previa ruptura de relaciones entre clubes y la limitadísima política de fichajes del Athletic se pudo firmar un traspaso tan positivo para las arcas del cuadro navarro. Quizá en otras negociaciones se haya echado en falta ese rencor latente que producen los ojeadores bilbaínos en Tajonar.

Y una vez más: ¿qué pasa con la cláusula de rescisión? ¿Qué hacemos con ella? Esta claro que Osasuna no puede adoptar el modelo infranqueable de Athletic de Bilbao y Real Sociedad; pero no solo ahora que esta en Segunda, nunca. Las condiciones económicas de los navarros siempre será inferiores a las de sus vecinos donostiarras y vizcaínos. Queda patenta en las guerras abiertas por los clubes convenidos, los jugadores de la cantera rojilla que desaparecen y vuelven a aparecer pero vestidos de rojiblancos, etc. Es la condena del humilde: ¿hasta qué punto puedes mantenerte fuerte sin resultar perjudicado —ahí están las salidas de Arribas y Andrés Fernández por nada y uno y pico con cláusulas de cinco y nueve millones respectivamente—? Descubrirlo será la meta y el objetivo que deberá marcarse la dirección rojilla a la hora de negociar en un futuro próximo; porque una cosa si que es indudable: la utopía Izco de que Osasuna no sea un club vendedor queda y siempre ha quedado muy lejos de la realidad del club pamplonés. Una realidad que obliga —ante unos salarios considerablemente más bajos que los de Athletic y Reala— a cláusulas mucho más humildes que las de Illarra, Griezmann, Herrera, Martínez y compañía. Porque las instancias judiciales que se encargan de legislar el artículo 1255 del Código Civil serán amorales —para algunos—, pero no idiotas.

Por última vez: ¿Que quieren decir los 20 millones de la cláusula de David García? Absolutamente nada. O, al menos, nada tangible. Quieren decir que Osasuna confía plenamente en el chaval, que se cuenta con él como un jugador importante para el primer equipo a corto-medio plazo y que se espera mucho de lo que pueda significar para el club rojillo. Pero de ahí a que los 20 kilos sean una especie de seguro para Osasuna hay un paso. La rentabilidad que se le saque a la cláusula del central —si en un futuro próximo alcanza las expectativas que se tienen puestas en él y llama la atención de algún club de caché— dependerá de la habilidad de Sabalza y sus secuaces para tensar la cuerda sin romperse y sin quedar desahogada. En los últimos años hemos pasado del traje de vender de Izco a la cabezonería de Archanco, dos modelos de los que la nueva directiva tendrá que aprender para sacar un punto intermedio que agrade por fin a la afición rojilla.

Del margen de maniobra del club también depende la actitud del futbolista. En El Sadar se han vivido situaciones de presión por parte de algunos jugadores —como David López o el propio Kike Sola—, negociaciones en la sombra esta misma temporada —Álvaro Cejudo y David Timor— y auténticas master class de elegancia, respeto y osasunismo desbordante; y no siempre por parte de jugadores criados en Tajonar. Ahí está el ejemplo de Oriol Riera, que se marchó de Osasuna por la puerta grande y desechando ofertas mejores en lo deportivo —personal—, pero inferiores en los económico —club—. Aunque si hay alguien que dejó una salida de El Sadar para el recuerdo fue don Raúl García Escudero. "Ante una posible marcha, está claro que hay que buscar el bien para las dos partes. Esta entidad me lo ha dado todo. Lo que he aprendido a lo largo de mi carrera me lo ha enseñado Osasuna. Si me tengo que marchar, ojalá deje el mayor dinero posible en las arcas del club", declaró el jugador un 18 de abril de 2007, pocas semanas antes de marcharse al Atlético de Madrid convirtiéndose en el jugador rojillo por el que más se ha pagado en un traspaso. No es casualidad. Ojalá Rulo sea ejemplo.

Raúl García celebra un gol con Osasuna. Fotografía: Te Interesa.