Dos partidos para sumar cuando sus rivales no podían hacerlo y dos oportunidades desaprovechadas. Osasuna ya está en las mismas condiciones que el resto y a tan solo dos puntos del descenso tras una nueva decepción, esta vez en Vitoria. Ni entre semana los rojillos mostraron una cara diferente y volverán de vacío a Pamplona tras sumar la decimocuarta derrota de la temporada. Un punto de los últimos veintiuno en juego es el nefasto bagaje que han cosechado los rojillos desde la última victoria en el Mini Estadi allá por el 25 de enero. Por aquel entonces un solitario gol de Nino permitió que los tres puntos regresaran a Pamplona. Desde ese día y, cada fin de semana, una losa cae sobre la entidad navarra que sigue confiando en la supervivencia tanto deportiva como administrativa.

Para el choque en Mendizorroza, José Manuel Mateo introdujo cuatro cambios respecto a la anterior jornada ante el Alcorcón. Miguel Flaño y Yoel Sola fueron titulares en detrimento de Vujadinovic y Raoul Loé, sancionados. También regresaron al once Cedrick y Ansarifard dejando en el banquillo a Berenguer y Nino. Por primera vez en la temporada, el delantero almeriense se quedaba en el banquillo esperando su turno. Mientras tanto y a pesar de la fría noche vitoriana, alrededor de 1.000 aficionados de Osasuna poblaron las gradas en una muestra más de fidelidad por unos colores.

La primera, en la frente

A pesar de la clara derrota final, Osasuna salió mandón y pronto disfrutó de dos córners consecutivos, aunque no inquietaron la meta defendida por Goitia. Cuando mejor estaban los rojillos, un pase a la espalda de Sisi lo centró con fuerza Toti y Manu Barreiro, que superó a Miguel Flaño, la empalmó haciendo inútil la estirada de Roberto Santamaría. De nuevo, un fallo puntual condenaba al cuadro de José Manuel Mateo. Corría el minuto 7 de partido y tocaba remar a contra corriente como en otras tantas ocasiones esta temporada.

Osasuna se quedó con un 31% de posesión en la primera parte

El tanto sentó como un jarro de agua fría a los rojillos y, desde ese momento, el Alavés monopolizó la posesión hasta llegar a un registro del 61%. Osasuna, por su parte, se afanaba en recorrer el campo de un lado a otro tratando de robar la pelota a un equipo babazorro que se mostraba comodísimo. Los navarros pecaban de poca creación y el balón iba directamente de la defensa a un pobre Karim Ansarifard que estaba más solitario que Robinson Crusoe

En el tramo final de la primera parte, Osasuna se puso las pilas e intimidó el marco de Goitia con dos claras ocasiones seguidas. Roberto Torres botó una falta lateral y Mikel Merino se erigió entre el tumulto de jugadores para cabecear con fuerza. La grada rojilla cantaba el gol cuando el meta del Alavés sacó una mano prodigiosa para enviar el balón a córner. En la siguiente jugada fue Miguel Flaño quien pudo devolver las tablas al marcador. El central de Noáin se encontró el balón dentro del área y remató de forma forzada a las manos de Goitia.

De mal en peor

El paso por vestuarios no se tradujo en cambio de actitud ni juego y José Manuel Mateo pronto echó mano del banquillo. Un desaparecido Kenan Kodro dejó su puesto al canterano Álex Berenguer, que tampoco mejoró lo aportado por el serbio. Alberto López, técnico local, también movió ficha y Sergio Llamas sustituyó a Manu Garcia. El joven centrocampista no pudo tener una entrada al terreno de juego mejor y apenas estuvo segundos en el campo cuando anotó el 2-0. Toti realizó un centro raso para que el vitoriano rematara en el área pequeña superando a los dos centrales rojillos. Ni tan siquiera se habían jugado diez minutos de la segunda mitad y el Alavés ya había doblado las distancias en el marcador.

A pesar del 3-0, los aficionados rojillos se dejaron la garganta en Mendizorroza

Cuando algo sale mal, aún puede ir peor. Manu Lanzarote recibió el balón en banda y, sin oposición, centró para que Manu Barreiro anotara el segundo en su cuenta particular y el tercero del partido. Tres goles casi idénticos que echaban por tierra todo el trabajo previo al choque y dejaban al equipo en una situación límite. Sin embargo, la afición desplazada a Vitoria dio una nueva muestra al mundo entero de su sentimiento y no dejó de animar a Osasuna. Había rivalidad sana entre ambas hinchadas que dieron ejemplo de respeto y hermandad.

Quedaba mucho tiempo y tan solo se temía que el correctivo pudiera ser mayor, ya que Osasuna no daba muestras de reacción. El Alavés se limitó a controlar la posesión, mientras que el cuadro de Mateo lo intentó con más corazón que cabeza. Todavía marcó David García en el tramo final pero el tanto fue anulado por una falta previa al guardameta vitoriano. De poco hubiera supuesto el tanto visitante, nada más que para repetir el resultado de la ida cuando el conjunto babazorro endosó un claro 1-3 en El Sadar. Una jornada más toca olvidarse cuanto antes del partido y pensar en el siguiente choque. El Tenerife espera en el Heliodoro Rodríguez López el próximo domingo a partir de las 19 horas, en un encuentro donde los rojillos pueden saltar al césped desde puestos de descenso si Racing o Recreativo de Huelva ganan sus compromisos. El mes de marzo llega a su fin y cada partido es una final en el objetivo de mantener la categoría.

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Sobre el autor
Borja Bernarte
Periodista (deportivo) en potencia. Cantera de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Deportes en Diario de Navarra.