El vía crucis rojillo suma ya diez estaciones. Diez desde que el lejano 25 de enero asaltara el feudo del filial blaugrana. Desde entonces dos puntos de 30 posibles y con muchas papeletas para acabar la jornada en descenso. No hubo domingo de resurrección y, es que, la presa no era fácil pero el juego mostrado ante el Sporting de Gijón y las gestas navarras invitaban al optimismo. Más si cabe tras una gran primera parte que se convirtió en odisea tras el paso por vestuarios hasta llegar al 3-0 final.

Las bajas seguras de Oier y Cedrick impidieron a Mateo alinear el mismo bloque que plantó cara al Sporting de Gijón, pero tan solo realizó tres variaciones. El lateral lo ocupó Echaide y confió el extremo a Álex Berenguer. El último cambio que sorprendió fue la titularidad de Raoul Loé en detrimento de Mikel Merino, que llevaba varias jornadas a medio gas. De esta forma el técnico navarro formó con Asier Riesgo en portería, laterales para Javier Flaño y Echaide, pareja de centrales con Lotiès y Vujadinovic, David García y Loé en el doble pivote, línea de tres para Berenguer, Sisi y Torres dejando solo en punta a Nino.

Del optimismo...

La primera parte rojilla rozó la perfección, pero como en anteriores jornadas faltó el gol para llegar al descanso con un botín mayor. Osasuna salió sin complejos en casa del líder de la categoría y pudo ponerse por delante nada más comenzar el partido. La alta presión navarra provocó una comprometida cesión que Adán a punto estuvo de marcarse en propia tras un mal control. Esta seña de identidad sería una constante y asfixiaría a los béticos en el centro del campo. Era pronto pero Mateo ganaba la partida táctica a Pepe Mel.

El premio llegó pronto en forma de gol de un activo Álex Berenguer pero el colegiado señaló fuera de juego. La afición se impacientaba y el Betis perdía muchos balones en el centro del campo. Dos disparos lejanos de Portillo y Cejudo se sacudieron la presión navarra que llegó a dinamitar en Benito Villamarín. José Manuel Mateo rezaba en la zona de banquillo para que su equipo consiguiera el gol, pero no llegó a pesar de intentarlo de todas las formas posibles. En el tramo final pudieron perforar la meta de Adán David García, Nino en tres ocasiones y Roberto Torres, pero el balón no quería entrar recordando los fantasmas del anterior encuentro ante el Sporting de Gijón. Con un Osasuna pletórico y cuadro verdiblanco pidiendo la hora se llegó al descanso entre los numerosos pitos de la afición local.

A la desesperación

La gris primera parte del Betis tuvo una víctima: Álvaro Cejudo. El ex de Osasuna se quedó en vestuarios y Dani Ceballos entró en su lugar. No sería un cambio más, ya que el canterano fue el timonel verdiblanco en la segunda mitad y la chipa que necesitaba el equipo de Pepe Mel. Esto coincidió con un claro bajón físico rojillo que perdió la posesión y se quedó sin frescura en las piernas. Los errores en defensa aumentaron y con uno de Vujadinovic en la salida de balón a punto estuvo Rubén Castro de aprovecharlo.

Asier Riesgo falló en la salida de un córner y propició el tanto de Rubén Castro

El cuadro de José Manuel Mateo se replegó atrás en busca de alguna contra para inquietar a Adán. El planteamiento no fue del todo malo ya que con balas como Berenguer o Sisi y un delantero como Nino solo faltaba afinar la puntería. La oportunidad llegó pero el canterano no logró precisar un pase y el meta verdiblanco atajó el balón sin problemas. Por su parte, la réplica andaluza fue letal. Dani Ceballos desarmó la defensa rojilla y puso el balón a placer para que Ndiaye, con algo de fortuna ya que su primer disparo golpeó en el palo, marcara el 1-0. El gol sentó como un jarro de agua fría a la expedición navarra que vio como pronto Rubén Castro haría el 2-0. Un córner botado desde la banda izquierda y la ayuda de Riesgo tras una mala salida propiciaron el tanto del delantero canario y el fin de Osasuna en el Benito Villamarín.

Vujadinovic fue un bastión en defensa, pero no pudo hacer nada en la segunda mitad.

Con un castigo excesivo encaró Osasuna la recta final del partido queriendo un gol para poner emoción en el marcador. Un centro de Roberto Torres se lo comió Adán pero entre Lotiès y Vujadinovic se estorbaron y, aunque el balón entró en la meta, el colegiado señaló fuera de juego de ambos jugadores. La puntilla llegaría en forma de jugada personal de Renella, que había salido en lugar de Rubén Castro. El delantero francés dribló a varios jugadores y puso en bandeja el balón para que Jorge Molina firmara la sentencia.

Empieza la recta final para Osasuna donde debe sumar de tres en tres para evitar un descenso que provocaría la casi segura desaparción del club. El próximo compromiso será el domingo 12 de abril ante el Numancia en El Sadar. La parroquia rojilla se merece una alegría tras estar diez jornadas sin saborear la victoria, tan solo dos goles a favor y ambos desde los 11 metros. El buen juego desplegado ante cocos de la categoría como Sporting y Betis debe refrendarse con un acierto en la puntería. Solo así se podrá conseguir el más preciado botín en el mundo del fútbol.