Toca hacer frente a la salida más complicada en lo que queda de temporada. Hay que ir a Girona para visitar el feudo del segundo clasificado de la Liga Adelante. Un equipo que, eclipsado por grandes nombres como Sporting o Las Palmas, se ha colocado silenciosamente detrás del todopoderoso Betis. Sin hacer ruido, pero con paso firme, son merecidamente segundos y todo hace pensar que se jugarán el ascenso directo con el Sporting de Gijón, al que distancian en dos puntos.

El conjunto de Mateo llega a Montilivi con la obligación de ganar. Tras los tres puntos agónicos ante el Albacete, sumar otros tres ante el Girona sería un gran paso hacia la salvación. Sin embargo, los catalanes han perdido tres partidos en su estadio. Estas derrotas han sido frente al Betis, a Las Palmas y al Barça B. Este dato hace ver que no será nada fácil no ya ganar, sino puntuar. Además, suma nueve encuentros consecutivos sin perder como local, y seguramente quieran redondear esa cifra ante los rojillos.

A pesar de todos estos datos que invitan al pesimismo, hay atisbos de luz que penetran en el vestuario y en la parroquia rojilla. De sus últimos 10 partidos que han jugado en Girona, los de  Pablo Machín solo se han llevado los tres puntos en cuatro partidos, con cinco empates y una derrota.

Girona y Osasuna no son dos equipos que se hayan enfrentado últimamente. El partido de ida terminaba en tablas (0-0) y a lo largo de la historia, el balance es favorable a los navarros, que suman cinco victorias por cuatro derrotas. Unos datos sin influencia, ya que estos resultados son de hace varias décadas.

Junto al partido en Valladolid, Girona es la salida más complicada para Osasuna y, de conseguir puntuar, sería una gran inyección de moral para un Osasuna que se tambalea entre la vida y la muerte.