Demasiado bonito para ser verdad, demasiado bonito para pasarle a Osasuna. Corría el minuto 83 cuando los rojillos ganaban 0-1 en Butarque gracias al gol de penalti de Kenan Kodro. Siete minutos para regresar a Pamplona con tres puntos y atar casi la permanencia en una temporada con más nubes que claros. La afición miraba la clasificación y veía a su equipo con 43 puntos, a cinco del Racing de Santander y con la pelota en tejado cántabro que debía visitar Los Parajitos con la obligación de ganar. El cuento de la lechera aparecía entonces en la mente navarra: con un punto ante el Recreativo quizás serviría para conseguir la permanencia matemática y viajar a Sabadell de vacaciones.

Pero, de repente, una pérdida tonta en la frontal del área y un pase preciso para que Chuli batiera a Riesgo y tirara el cubo de leche recién ordeñada que guardaba como el más preciado botín la parroquia rojilla. El punto final todavía podía ser positivo si el Racing pinchaba en Soria, pero los cántabros no fallaron ante un cuadro numantino que no puso oposición en un partido más propio de solteros contra casados. El 0-2 final manda a Osasuna a los puestos de descenso a falta de dos jornadas para el final y dependiendo de un pinchazo cántabro para seguir existiendo.

Ganar y esperar

El nuevo panorama rojillo implica ganar los dos partidos y esperar que el Racing de Santander no haga lo propio. La penúltima jornada será de infarto y ambos juegan en sus respectivos feudos. Osasuna recibe al Recreativo de Huelva en un duelo fratricida donde el Decano querrá los tres puntos para seguir soñando y no vendrá de vacaciones a Pamplona. Por su parte, el cuadro cántabro recibe a una Ponferradina que está a cuatro puntos del playoff de ascenso a falta de seis por jugar y, dependiendo de lo que haga el Zaragoza, podría jugar a medio gas en El Sardinero.

Si ambos vencen, Osasuna se la jugará en Sabadell y el Racing en Albacete

Si Osasuna y Racing vencen sus compromisos todavía habrá 90 minutos más para saber quién desciende de categoría y, muy posiblemente, desaparece del panorama futbolístico español. La última parada será en Sabadell, para los navarros, y en Albacete, para los cántabros, pero no sirve predecir el futuro sin saber qué pasará el próximo domingo 31 de mayo a partir de las 18 horas.

Nadie quiere escucharla, pero ahí está. Nadie se imagina que pasará, pero el destino puede con todo. Si Osasuna pierde en El Sadar y el Racing vence a la Ponferradina, la parroquia rojilla vivirá en sus carnes un nuevo descenso del que nadie se recuperaría. Los 95 años de historia quedarían borrados de un plumazo tras dos temporadas llenas de sucesos dramáticos que no se ven ni en las mayores películas de terror. Mientras tanto queda confiar que el fútbol debe una a los rojillos y que el mayor patrimonio que tienen, la afición, sigue vivo como el primer día.