¿A qué hora es el partido? A las cinco de la tarde. ¿Y la siesta? Hoy no hay. ¡Venga! Que vamos a llegar tarde a El Sadar. Era mirar por la ventana y ver un cielo gris oscuro, sin un resquicio del Sol. Salir a la calle y sentir cómo el bochorno se juntaba con algunas tímidas gotas de agua. Un escenario perfecto para quedarse en casa y ver el partido por la televisión o, como antaño, escucharlo por la radio. Si no llega a ser por la insistencia de ella, la líder en casa, hoy el asiento del estadio se hubiera quedado vacío.

Además de la desagradable tarde, las sensaciones previas al partido no eran las mejores. Enfrente un Lugo invicto tanto fuera de casa como en su feudo y con unos registros defensivos que rozaban la perfección. De hecho, junto a Osasuna, era el equipo menos goleado de la categoría con tres tantos en contra. Las apuestas indicaban que iba a ser un choque con pocos goles y donde la paciencia iba a ser una gran virtud. Vamos, un partido gris como reflejaba el cielo de Pamplona. Una tonalidad que, entre el cielo, el Reyno de Navarra Arena y el hormigón de El Sadar, era casi monocromática.

Un ciclón con el 10

Por si toda esa tristeza no fuera suficiente, había que guardar un minuto de silencio por la muerte de Ignacio Zoco. Fueron los únicos segundos, 60 concretamente, en los que El Sadar enmudeció para homenajear a un navarro ejemplar que consiguió hitos con Osasuna y el Real Madrid. Los minutos iniciales tampoco invitaban al optimismo, los rojillos monopolizaban la posesión esperando que un serio Lugo cometiera algún error. Pases y más pases de un lado a otro ante un cuadro gallego con las líneas muy juntas y sin dar síntomas de fragilidad.

Ante tanta igualdad, la estrategia podía ser un factor que desequilibrara la balanza. Llegó entonces una falta lateral, de esas que pasan desapercibidas en un partido por la cantidad que puede haber. Pero esta iba a ser diferente. Roberto Torres, quién si no, mimó la pelota y puso un centro medido al corazón del área. Oier cayó fulminado al suelo y el árbitro señaló el punto de penalti. El de Arre, confiado, volvió a acariciar el esférico y engañó completamente al meta visitante para hacer el 1-0 en el marcador. Era su tercer gol esta temporada que le convertía en pichichi del equipo.

La confianza de Roberto Torres se demostró en el 2-0 donde el de Arre batió al guardameta tras una tremenda volea

El tanto activó al Lugo que empezó a mover el balón, pero la intensa presión de Osasuna le hacía errar en más de una ocasión. Ante ello, los de Luis Milla abusaron del pelotazo buscando la corpulencia de Pablo Caballero que se fajaba con la férrea defensa rojilla. En una de las contras llegó el segundo gol de los locales. ¿Quién había marcado? Roberto Torres de una tremenda volea tras centro desde la derecha que sorprendió a todo El Sadar. Doblete del de Arre que se encontraba en la cresta de la ola y no había rival que le parase.

Sin tiempo para festejar el 2-0 llegó la pillería de la tarde. En otra contra de manual, Nino enfiló solo la meta de José Juan pero, como la bombona de oxígeno llegaba a su fin, optó por aminorar la velocidad y cruzar su trayectoria con la del defensa que llegaba como un tren de mercancías. Esto provocó que el delantero almeriense fuera derribado de forma contundente dentro del área y el árbitro señaló la pena máxima. Por si fuera poco el castigo, el Lugo se quedó con un jugador menos al ser expulsado Carlos Hernández. Ante el jolgorio de la grada, Roberto Torres volvió a coger la pelota, que ya le esperaba en el punto de penalti, y de nuevo engañó al meta visitante.

Penalti sobre Nino, tendido en el suelo. El árbitro expulsaría a Carlos Hernández y Torres haría el 3-0.

En 40 minutos, Osasuna ganaba 3-0 al Lugo con tres goles de Roberto Torres que ya sumaba 5 en su cuenta particular erigiéndose como el Pichichi de la categoría. Además, las estadísticas reflejaban que el anterior triplete de un jugador rojillo en El Sadar databa de 1997 cuando De Freitas hizo lo propio al Barakaldo. 10 años después, en 2007, Soldado también anotaba un hat-trick con la elástica navarra en Orriols.

Disfrutar y dosificar

Antes del descanso, Pablo Caballero estrelló el balón en el larguero. El delantero del Lugo se quería colar en la fiesta de Roberto Torres, pero esta tarde la suerte se había aliado con Osasuna. El paso por vestuarios sirvió para agrandar la goleada de los rojillos ante una grada ojiplática que sacaba sus móviles para hacer una foto al marcador. El cuarto llegó tras un barullo en el área visitante donde Pucko asistió a Nino para hacer el definitivo 4-0.

Nino festeja su tanto que era el 4-0 de Osasuna ante el Lugo. El de Vera ya lleva dos tantos.

Corría el minuto 50 y la tensión de otros partidos en El Sadar se había convertido en tranquilidad para la parroquia rojilla. Ni lo más viejos del lugar recordaban una gesta igual y había que disfrutar de ello. Los nervios daban paso a los aplausos con la salida de Maikel Mesa, Álex Berenguer o Adrián Cruz. También tuvo su reconocimiento David López que volvía a Pamplona, esta vez como rival. Pero los decibelios subieron hasta cotas ensordecedoras cuando Enrique Martín Monreal optó por dar descanso a Roberto Torres.

Osasuna es líder en solitario con 16 puntos y unos guarismos que invitan al optimismo

Con la grada entregada y disfrutando de una tarde histórica, Mikel Merino pudo poner la guinda pero su cabezazo lo despejó el meta José Juan en la misma línea. Hoy no importaba, Osasuna recuperaba el liderato con unos guarismos que invitan al optimismo. 16 puntos de 21 posibles, 11 goles a favor y 3 en contra. Siguiendo la filosofía de Martín Monreal, “cada jornada es un mundo y hay que ir partido a partido”. ¿El próximo? En Vitoria ante el Alavés, equipo que superó a los rojillos en tres ocasiones (dos en Liga y una en Copa). Mientras tanto en Pamplona deben disfrutar del equipo y de Roberto Torres, el líder del líder.