Eran las 10 de la mañana y los primeros autocares salían desde el estadio El Sadar rumbo a Vitoria. Por delante, una jornada de hermanamiento entre aficiones y de demostración al mundo del fútbol de que, la rivalidad, no siempre implica pelea. Durante el día, más de 20 autobuses cargados de ilusión y osasunismo recorrieron los algo menos de 100 kilómetros que separan ambas capitales. Infinidad de coches particulares también tiñeron de rojo la autopista rumbo a Mendizorroza donde esperaba la hinchada de El Glorioso con los brazos abiertos.

Osasuna desplazó a más de 5.000 aficionados que dieron colorido a la grada de Mendizorroza.

Pese a la gran sintonía de ambas aficiones, el partido fue decretado de "alto riesgo"

Ante este panorama y, los antecedentes históricos de ambas aficiones, sorprendió que este encuentro fuera decretado de “alto riesgo” por la Comisión Antiviolencia. Esta etiqueta no sirvió nada más que para unir a las huestes albiazules y rojillas en un día para el disfrute total. El partido se convirtió en la mejor excusa para visitar al vecino alavés y hacer de Vitoria el epicentro del fútbol tradicional y humilde por un día. Cualquier visitante ajeno al choque habrá alucinado al pasear por la plaza de la Virgen Blanca o cualquier calle del casco viejo y ver tal cantidad de tonos azules y rojos. Sí fue de alto riesgo, pero de alto riesgo de diversión. Hasta la mítica estatua de Celedón se enfundó la funda de Osasuna.

Superados

Tras una paellada popular para recargar fuerzas, ambas aficiones recorrieron juntas el camino al estadio de Mendizorroza. Por seguridad, los primeros en entrar fueron los alrededor de 5.000 navarros que tiñeron de rojo un cuarto del feudo babazorro. Hasta ese momento, Osasuna era líder en solitario con 16 puntos y tenían que demostrarlo también en la grada. Siete jornadas maravillosas que habían colocado a los de Enrique Martín Monreal al frente de la clasificación. El camino parecía de color de rosa, hasta que el aguafiestas de turno recordó que el año pasado en ese mismo escenario se había perdido 3-0. “Este año será otro cantar”, le respondieron eufóricos.

El veterano Toquero fue una pesadilla para la defensa de Osasuna.

El Alavés maniató a Osasuna en la primera mitad

Desde el pitido inicial el Alavés demostró sus armas: intensidad, sacrificio, presión y velocidad. Osasuna ya estaba avisado, pero se vio sorprendido de tal manera que pronto encajó un gol. Una falta lateral botada por Dani Pacheco la cabeceó de forma magistral Toquero para hacer el 1-0. El ex del Athletic remató sin oposición llegando desde atrás como un obús. El tanto dio alas al cuadro de Pepe Bordalás que llegó a maniatar a los rojillos. El Glorioso llegaba fácil al área defendida por Nauzet, ante un cuadro navarro irreconocible. Por momentos, los de Martín Monreal se convirtieron en una marioneta manejada a las mil maravillas por la experiencia local.

Se podía decir, sin miedo a equivocarse, que Osasuna completó sus peores 45 minutos de la temporada. Durante la primera parte nunca encontraron su estilo y tanto Roberto Torres como Miguel Olavide estuvieron atados en corto por los centrocampistas del Alavés. Por si eso fuera poco, la defensa menos goleada de la Liga Adelante parecía cambiar la solidad por fragilidad y los albiazules se llegaron a gustar en ataque con un excelso Kiko Femenía que guiaba a los suyos como una auténtica brújula. La mejor noticia para los navarros fue la llegada del descanso y el marcador: solo 1-0.

Mejoría insuficiente

Los mismos 22 protagonistas saltaron al césped tras el paso por vestuarios, pero pronto Martín Monreal movió ficha. Merino por Maikel, primero, y Berenguer por Javier Flaño, después, fueron determinantes en la mejoría rojilla. Fue entonces cuando Osasuna empezó a monopolizar la posesión y demostrar que el liderato no era cosa de suerte. También empezó a entrar en contacto con el balón hasta Miguel Olavide que había estado desaparecido en la primera parte. Pese a ello, al Alavés nunca le temblaron la piernas y cerró espacios con defensa de seis dejando toda su suerte a las contras.

Cuando mejor estaba Osasuna, el Alavés sentenció el partido

Osasuna seguía asediando la meta de Pacheco, pero sin lograr el derribo. La banda izquierda era una autopista sin peaje para Álex Berenguer que campaba a sus anchas dando muestras de su velocidad. Uno de sus centros llegó a ser rematado de volea por Roberto Torres en lo que pudo ser el empate en el marcador. Si el fútbol fuera justo, quizás debió llegar la igualada pero ocurrió todo lo contrario. Un saque del guardameta local fue peinado por Toquero, el mejor del partido, y el balón llegó hasta Dani Estrada. El ex de la Real Sociedad recortó al defensa y su disparo fue desviado por Unai García para hacer el 2-0 ante la desesperación de Nauzet.

Roberto Torres siempre estuvo vigilado por varios rivales. Al de Arre le costó aparecer.

El gol mató a los pupilos de Martín Monreal que se fueron al ataque con más corazón que cabeza. El técnico de Campanas quemó todas las naves al sacar a Kodro por Olavide. Ya volcado sobre la meta local y descuidando la parcela ofensiva, el Alavés pudo sentenciar el choque pero Kiko Femenía erró un uno contra uno contra Nauzet que le adivinó el recorte. La puntilla no tardaría en llegar tras un penalti absurdo de Mikel Merino que transformó Manu García para poner el 3-0 final.

Pese al resultado, la afición rojilla animó a los suyos y felicitó por la victoria al rival. El espectáculo continuó en las gradas de Mendizorroza minutos después del pitido final con cánticos del Alavés a Osasuna y viceversa. Al fin y al cabo, los navarros lo habían intentado en la segunda mitad pero sucumbieron ante un efectivo cuadro babazorro. Ya falta menos para que los vitorianos visiten Pamplona y los osasunistas sean igual de buenos anfitriones que los vitorianos.

La fiesta no fue completa para los rojillos que se desplazaron hasta Vitoria.
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Sobre el autor
Borja Bernarte
Periodista (deportivo) en potencia. Cantera de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Deportes en Diario de Navarra.