Osasuna estaba a punto de cerrar la maleta con tres puntos cuando llegó el gol de Germán. Un jarro de agua fría para la expedición navarra que se había puesto por delante hasta en dos ocasiones gracias a los tantos de Roberto Torres y Oier. El Tenerife, pese a jugar muchos minutos con diez, tiró de épica y robó dos puntos a unos rojillos que gestionaron mal su superioridad en el campo. El choque estuvo marcado por la alta tensión y el poco juego combinativo. Este resultado hace que los navarros sean líderes en solitario con un punto sobre el Córdoba y cuatro sobre un tren de perseguidores formado por Alcorcón, Zaragoza, Alavés y Nástic. Por su parte, el los insulares se mantienen en descenso, pero a un punto del Girona que es quinto por la cola y deberá visitar El Sadar el próximo fin de semana.
La estadística afirmaba que los pupilos de Martín Monreal nunca habían ganado en competición doméstica en el Heliodoro Rodríguez López y la última victoria, en Copa del Rey, databa de 1976. Estos guarismos estuvieron a punto de romperse en lo que hubiera sido el tercer triunfo en cinco salidas para la expedición navarra, pero los instantes finales fueron fatales para Osasuna rememorando viejos fantasmas del pasado.
Destellos de Roberto Torres
El técnico de Campanas no sorprendió con su alineación y refrescó el centro del campo al dar la titularidad a Maikel Mesa, por detrás de un Mikel Merino algo más adelantado. Esta nueva posición del canterano hizo que, en muchos momentos, fuera él quien ejerciera la primera presión del equipo. Además de esto, Osasuna ganaba llegada al colocar al internacional sub19 más cerca de la meta rival. En punta dos pequeños como Nino y Pucko, que no se entendieron bien como en otros encuentros, pero que siempre fueron una señal de peligro para los defensas.
Como ante el Leganés, Roberto Torres firmó un golazo de falta directa que fue el 0-1
Todavía quedaban localidades por ocuparse, cuando Roberto Torres mostró al mundo sus dotes a balón parado. Una falta sobre Pucko al borde del área es un coto de caza privado para el de Arre que campa a sus anchas por esa zona. Mismo ritual que ante el Leganés e idéntico resultado. El esférico entró por la mismísima escuadra de Dani Hernández haciendo inútil su estirada. Era el sexto gol del centrocampista y su segundo con esta bella factura. Sin hacer mucho ruido, el líder ya iban ganando 0-1 en el Heliodoro Rodríguez López.
El tempranero tanto fue un estímulo para el Tenerife que puso la réplica con una clara ocasión de Cristo, muy incisivo todo el choque. Osasuna no daba esa sensación de seguridad defensiva como en otros partidos, pero le bastaba con una acompasada presión arriba para dificultar la salida de balón de los locales y provocarle un sinfín de errores. Por momentos el fútbol combinativo, de toques y desmarques que deleitan a cualquier aficionado a este deporte quedó olvidado para dar paso a un contacto directo que rozó el límite de lo permitido. Un choque fortuito entre Miguel Flaño y Dani Hernández silenció por completo la isla al ver al guardameta chicharrero con abundante sangre en la cabeza. Como si de un filme se tratara, en el propio terreno de juego se le cortó la hemorragia con cinco grapas que, a la postre, dificultarían la visión del meta local.
El larguero privó a Osasuna del 0-2 y, en la siguiente jugada, Omar puso el empate
Entre tantos barullos, faltas e interrupciones casi se había llegado al minuto 45, pero antes ocurrieron dos acciones que pudieron cambiar el trama del partido. Roberto Torres, que tenía imán para el balón, bordeó la frontal del área y sacó un inesperado zurdazo que sorprendió a todos. Cuando la trayectoria parecía anunciar el 0-2 el esférico fue repelido por el larguero para rabia de los navarros que hubieran puesto tierra de por medio. No acertó el de Arre, pero sí lo hizo Omar en el descuento tras un grave error de Oier que se confió ante una salida en falso del meta Nauzet. Con poco juego y un tanto para cada equipo se llegó al descanso.
Amargo final
En los primeros instantes de la segunda parte, también se olvidaron de jugar a fútbol y el césped del Heliodoro Rodríguez López pareció una pista de tenis en la que ambas escuadras peloteaban el esférico sin ningún tipo de control. Martín Monreal se empezó a poner nervioso, pronto se despojó de su americana y dio entrada a Berenguer por un desaparecido Pucko. En un nuevo balonazo de Osasuna, Alberto Jiménez propinó un claro codazo a Mikel Merino que no pasó desapercibido para el colegiado que expulsó con roja directa al jugador tinerfeño. Todo se ponía de cara para que el líder de la categoría tirara de galones, superioridad y se fuera en busca de unos tres puntos que le permitirían abrir distancias con el Córdoba y el resto de perseguidores. El técnico de Campanas pensó que era el mejor momento para que saliera Olavide por Merino y así buscar frescura y más control de la posesión.
Osasuna lo consiguió en los primeros minutos tras la expulsión, pero pronto dejó su suerte a la ruleta rusa que le acabó condenando en los minutos finales. La primera tirada se contó por acierto y en una nueva jugada de estrategia llegó el 1-2. Un centro medido de Roberto Torres fue cabeceado de forma inapelable por Oier que llegó desde atrás derribando todo tipo de obstáculos. Ni los más optimistas pensaban que los rojillos iban a llegar al tramo definitivo con victoria en el marcador y jugando contra 10.
Osasuna no gestionó su superioridad y recibió el empate en los segundos finales
A Raúl Agné, entrenador local, no le quedó otra que tirar de épica y jugó sus cartas al dar entrada al pichichi del equipo: Lozano. El hondureño fue dejando su sello en varias ocasiones que a punto estuvieron de aguar la fiesta del líder. De forma paradójica, el mayor peligro llegó del cuadro local aunque Osasuna pudo cerrar el choque con una contra de Nino que erró por un mal control y cuando el 1-3 parecía evidente. La máxima del fútbol de "si perdonas, lo puedes pagar" se cumplió en la siguiente jugada y Germán puso el definitivo empate a dos para éxtasis de la grada. Los rojillos recibieron la venganza en plato frío, de esos que duelen psicológicamente. Antes del choque, quizás se hubiera firmado el empate pero este resultado llegó cuando los tres puntos ya partían hacia Pamplona.