[Cuidado, este artículo está atestado de SPOILERS del quinto capítulo de la sexta temporada de la serie Juego de Tronos.]

Al igual que medio occidente, antes de viajar a Tarragona Enrique Martín debió ver el último capítulo de Juego de Tronos, y no cuesta trabajo imaginarle reaccionando un poco como la madre de Macaulay Culkin en “Solo en casa”, cuando subida en el avión se da cuenta de que lo que le falta es su propio hijo, pero con Martín gritando de forma obsesiva que había que “aguantar el portón”, ya que ahí residía la clave de todo lo que había pasado anteriormente y de lo que estaría por pasar. Priorizó proteger la puerta y para ello hizo uso de todo lo que tenía a su alcance: Defensa de cinco en la retaguardia custodiada por dos mediocentros con poca tendencia a sumarse al ataque y experiencia en la vanguardia. Desde la tele se podían escuchar los gritos de “¡Hodor!, ¡Hodor!” con acento canario provenientes de la portería navarra. Es la magia del coaching, que no conoce límites y halla elementos inspiracionales en historias de superación y en la ficción por igual manera.

Que el fútbol es ficción no admite lugar a duda, y como tal, de vez en cuando genera protagonistas inesperados, como el hombre ensangrentado tumbado en el baño de “Saw” o como Javier Flaño en Tarragona, penetrando una y otra vez por la banda derecha del conjunto catalán como espada de acero valyrio en mantequilla. Pero "la noche es oscura y alberga horrores" y en el guion estaba escrito que Naranjo iba a ejecutar a los navarros a través de un golpe franco violento digno del mismísimo Joffrey Baratheon. Tal y como estaba escrito, no se pudo aguantar la puerta y Osasuna supo que no iba a poder cruzar por la vía rápida el muro que le separa del lado pomposo del fútbol.

Para soñar a lo grande, Osasuna y Euron Greyjoy han tenido que pasar por el trance de estar muertos

Llama mucho la atención el extraordinario parecido que guardan las trayectorias de Osasuna y Euron Greyjoy en este punto de la historia. Sobre todo porque para llegar a donde ahora mismo están, ambos tuvieron que pasar por ese desagradable trance que es estar muerto. Según sus tradiciones, cuando se elige un nuevo rey en las Islas del Hierro este tiene que pasar la prueba de volver a la vida después de ahogado. Para ello sumergen su cabeza bajo el agua hasta que el elegido deja de moverse mientras recitan: "Lo que está muerto no puede morir, sino que se alza de nuevo, más duro y más fuerte". El club rojillo ya pasó por esto en el mar de Sabadell y ahora, al igual que el desvergonzado Greyjoy, ya ha escupido el agua que ahogaba sus pulmones y se siente preparado para la batalla. Se podría decir que ambos tienen la misma mirada, esa que muchos confunden con la locura, y que no es sino la mirada de quien, habiendo renacido, ansía llegar a lo más alto. No va ser fácil, el camino es pedregoso y parece que se va a alargar, pero al igual que Greyjoy dispondrá de mil barcos, los rojillos van a contar de su parte con la grada que también desafía las leyes de la física, la que tiene el poder del fuego, la que no arde pese a que genera un infierno sobre hormigón cada dos semanas.

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Sobre el autor
Imanol Itokún
Esta es mi primera experiencia como redactor. Bienvenidos