El Almería comenzó dominando a un Racing al que la posesión no le duraba más de tres pases. Demasiado fútbol directo para un equipo sin referencia en ataque y con un Koné muy desacertado. Aún así, los andaluces apenas creaban peligro a la meta defendida por Dani Sotres.

Jairo perdonó a los locales en una jugada en la que, tras conducir a la espalda de la defensa y quedarse solo ante Esteban, mandó la pelota al cuerpo del guardameta. Tiró al muñeco. Sin embargo, el de Cabezón no perdonó a la siguiente. Aprovechó un error del cántabro Christian Fernández, le ganó la partida, le hizo un traje y con la izquierda fusiló al portero rojiblanco.

Desastre arbitral

Al partido lo abdució el desorden. Un escenario muy favorable para un Racing ávido de contras. Pero el colegiado volvió a ser protagonista en un encuentro del conjunto cántabro, y no para bien, precisamente. Cuando la pelota discurría por la banda derecha del Almería, el árbitro se encontraba mirando al interior del área, donde Crespí y Charles forcejeaban. Mutuo. No lo dudó. Penalti en contra de los visitantes, que acumulan errores y quejas cuando el camino está más empinado. Fue el propio ariete rojiblanco el encargado de lanzar y no falló. Empate, tres tarjetas amarillas entre la pena máxima y las protestas y un mosqueo morrocotudo para marcharse al vestuario en el descanso.

Tocaba volver a remar hacia delante. Pero el Racing hace tiempo que tiene un circo de carpa verdiblanca y ya le han crecido los enanos. Fuera y dentro del campo. Más allá de la línea de cal calentaba el serbio Kaludjerovic, cuando de repente se le pudo ver tirado en el suelo, doliéndose. El delantero se lesionó mientras calentaba tras chocar con el asistente. Sin más que añadir.

Para echarle más leña al fuego, Jairo se autoexpulsó cuando todavía quedaba un mundo. El colegiado señaló una falta en contra del Racing, y el de Cabezón pegó un patadón a la pelota, sin sentido, cuando el juego ya estaba detenido. Dejó al equipo con diez.

Segundo de los locales

A pesar de todo, el Almería no se hizo dueño y señor del juego e, incluso, el Racing aumentó su posesión, aunque sin llegar a crear peligro a Esteban. Pero los huecos provocados por la inferioridad estaban ahí y Charles los encontró. El brasileño volvió a 'apuñalar' al Racing tras aprovechar la tibieza de la defensa racinguista para rematar al fondo de las mallas.

Quedaban minutos más el tiempo de descuento. Pero no fueron más que sufrimiento para los racinguistas. Con quince en juego y siete de diferencia con la salvación toca hacer casi un pleno de puntos y sobre todo revertir el gafe que pesa sobre los cántabros.

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