Si en la semanas anteriores podíamos hablar de la constante mejora del Racing en aspectos técnico-tácticos y también en intensidad, esta semana el equipo parece haber dado un paso atrás. Y es que la imagen ofrecidad en Leganés fue muy pobre, tanto en intensidad, concentración como en juego. Fallos en defensa, acentuados por la endeblez de la zaga, poca aportación de los hombres destructivos de la medular, escasez de ideas en el centro del campo y el equipo muy lejos del área. Estos errores que parecían en proceso de corregirse se han vuelto a repetir en el empate en Butarque donde el Racing estuvo a punto de lograr su primera victoria del curso. Ahí van las claves del encuentro de los cántabros ante el Leganés en la quinta jornada de la Liga Adelante.

Esquema defensivo, equipo encerrado

El Racing se pasó, prácticamente todo el partido, en su propio campo. Un esquema excesivamente conservador provoca que el equipo se encierre y no solo de forma vertical sino también de forma horizantal. Analizando la sistema desde la base, la defensa, los jugadores estaban excesivamente juntos, haciendo el campo muy estrecho y provocando que el Leganés entrara como Pedro por su casa por las bandas. Poco a poco, cuando el equipo fue acusando el cansancio físico a lo largo del partido los espacios se fueron haciendo mayores y las ayudas tardaban en llegar algo que fue favoreciendo al asesedio pepinero.

Se repite la endeblez defensiva

Puede que la ausencia de Juanpe sea demasiada pérdida para un Racing que muestra endeblez y desorden cada vez que el canario no lidera la zaga. Ni Orfila ni, sobre todo, Samuel estuvieron al nivel que requiere un partido de Segunda División. Poca intensidad, poca concentración, errores en la entrega de balón que costaron ocasiones claras, nerviosismo y superación. Borja Lázaro acabó con los centrales racinguistas desde el inicio. Su envergadura y su buen juego con los pies trajeron de cabeza a los centrales que tampoco se vieron ayudados por un desaparecido Andreu. Los laterales tampoco tuvieron su mejor encuentro, sobre todo Francis, que se vio superado una y otra vez por el extremo rival. Veremos si con la vuelta de Juanpe hace mejores a sus compañeros, como sucedía el año pasado. Si la base de un equipo falla, poco hay que hacer en estos niveles futbolísticos.

El centro del campo, superado

Una vez más, en la faceta de trabajo y presión defensiva, fueron ineficientes y la medular pepinera se comió a la cántabra. Una vez más, todas las miradas señalan a un hombre: Andreu Guerao. El veterano jugador catalán es, según el esquema de Paco, el encargado de favorecer el equilibrio y de mover al equipo en el apartado defensivo, para que los jugadores ofensivos y de calidad puedan hacer su fútbol con más facilidad. En defintiva, es el eje, el encargado de armar el engranaje del juego verdiblanco.

Esta debe ser la función y posición de Andreu como eje, aportando presión y apoyos a compañeros de forma horizontal para dejar la verticalidad a los compañeros de ataque.

Pues bien, esa función queda desierta en este equipo cada vez que el catalán actúa. Quizás es porque no es un jugador de ese corte o necesita al lado otro eje que aporte equilibrio, como Granero o Soria, o quizás porque no esté a su mejor nivel pero lo que es cierto es que el equilibrio brilla por su ausencia en este equipo. Andreu no empuja al equipo a la presión debido a su juego adoleciente y frío. Además, apenas distribuye el juego y no escolta a Fede para que el jugador de más calidad del equipo pueda mover el balón a su aire. En definitiva, Paco tiene que cambiar algo en ese sentido si quiere que su equipo tenga equilibrio: bien sustituir a Andreu por Soria, Granero o, incluso, Juanpe, o bien acompañar a Andreu de alguno de los otros y dejar la responsabilidad de la distribución en manos del catalán, relegando de esa forma a Fede al banquillo. Lo único cierto es que eso no puede seguir así pues el centro del campo es el equilibrio del equipo, algo fundamental en el fútbol moderno.

El ataque, demasiado lejos

Con el repliegue intensivo que propone el esquema de Paco, el equipo se encierra en su propio campo y, cuando roba y tiene que salir al ataque, hay muchos metros entre el inicio de la jugada y el área rival. Si antes hablábamos de la estrechez del equipo, también hay que hablar de lo longitudinal, ya que el Racing se contrae en el campo y a la hora de salir al ataque está muy lejos de la portería contraria.

Así inicia el ataque el Racing tras robar. El equipo está muy replegado a la hora de salir al ataque y es más costos llegar al área contraria. Koné es un "islote".

Eso provoca que las llegadas racinguistas sean limitadas y con cuentagotas pues el sobreesfuerzo de recorrer todo el campo se paga caro. Además también provocó desajustes defensivos en una posible contra rival. Esto se acentuó aún más en la jornada de ayer con la alineación de Borja Granero como media punta. A pesar de que su labor fue muy positiva, Granero tenía que abarcar una posición defensiva, apoyando al doble pivote, y de ataque, en la salida verdiblanca. Eso propicia que Koné estuviera más solo que nunca. Con Miguélez, un jugador más ofensivo, esto no sucedería ya que es el enlace perfecto entre el medio centro y la delantera. Otro problema más, otro aspecto a corregir.

Muchos aspectos que corregir para que este Racing termine de funcionar. Paco Fernández tiene trabajo durante la semana y habrá que prestar atención al próximo partido, para ver si esto ha tenido la solución correcta. Solo con Koné, no basta.