La noche copera de Vallecas comenzaba en un ambiente gélido, y no solo por el frío habitual de las noches de invierno, sino por el vacío de espectadores que se reflejaba en las gradas. Muy pocos aficionados del conjunto local acudieron al estadio, entre los que se faltaron a su cita fueron los “Bukaneros” , que se ausentaron a modo de protesta por el precio de las entradas fijado por el club. Una vez comenzó el partido, ambos equipos mostraron las ganas propias de dos conjuntos con la ambición de ganar. El Rayo quería romper la mala racha de derrotas consecutivas en casa, y que mejor situación que hacerlo ante el Levante y encarrilar el pase a cuartos de final. Sin embargo, el Levante no vendería nada barata su piel y se mostraba muy bien plantado en el césped y con un Sergio Pinto a los mandos del timón.

El miedo habitual a comienzo de las eliminatorias era evidente en los primeros minutos, ningún equipo quería que el partido se le pusiese cuesta arriba, por lo que las imprecisiones en los pases, la presión en campo contrario, y los pases en largo buscando la carrera del punta, eran habituales. Durante el primer cuarto de hora de partido el juego del Rayo se basaba en la magia que nacía del capitán Trashorras, buscando el pase entre líneas , especialmente a un Nery Castillo muy activo en el día de hoy. El mexicano presionaba a la zaga levantina en tareas defensivas, y constantes desmarques en largos que oxigenaban al equipo, y originaban ideas de construcción de peligro en la cabeza de Trashorras. El equipo de Vallecas lo intentaba pero de forma tímida con algún disparo desde la frontal, sin terminar de coger  la medida al Levante.

Pero poco a poco el Rayo fue imponiendo su filosofía de fútbol y el balón comenzaba a ser suyo. El conjunto de Jémez empezaba a encontrar el talón de Aquiles del Levante: las bandas. Perea  se convirtió durante la primera parte en un constante martilleo para Jordi César, el hoy lateral izquierdo del Levante. De las botas de Alberto Perea  nacerían las mejores ocasiones del Rayo Vallecano en la primera parte. Y a raíz de este monopolio ofensivo del extremo derecho, el Rayo fue aumentando su posesión del esférico y con ella generando ocasiones de peligro. En una de estas llegaría una de las ocasiones más peligrosas de la primera parte, cuando Perea consiguió desbordar a Jordi César, hoy poco ayudado en defensa por Ivanschitz, y sacando un disparo fuerte a la escuadra contraria que rechazaría con una mano Javi Jiménez.

El Rayo generaba peligro, pero no era capaz de materializar. Por su parte, el equipo de Caparrós se mantenía muy bien plantado, con el único punto débil de la banda izquierda, por donde Perea hacía estragos. Sin embargo, el empate a cero para los “granotas” les hacía sentirse cómodos en el césped y sin prisa para lanzarse al ataque, tocaba esperar el momento.

Bueno lo intentaba también con disparos lejanos. Perea comenzaba a inclinarse más hacia el centro del campo para dar mayor profundidad a las subidas de Tito, quien se mostró incombustible en el partido de hoy. Precisamente del lateral surgió una nueva ocasión al filo del descanso, cuando a falta de 5 minutos para que fuese el turno de coger un poco de aire en los vestuarios una subida perfecta del número 2 del Rayo ponía un balón al área que nadie conseguía rematar. El Rayo volvía a perdonar.

La mala noticia para los locales llegaría en el minuto 41. Alberto Perea salta para disutar un balón aéreo, cuando al caer lo hace con un mal apoyo y el tobillo derecho se le torció y cayó lesionado. Finalmente se tuvo que retirar en camilla en el minuto 43 y entró el guineano Lass Bangoura.

El Levante da un paso hacia delante

Si el Rayo había sido el dueño del juego durante los primeros 45 minutos, la segunda parte significó un cambio del guión. El Levante se vio amenazado ante las llegadas de los franjirrojos que rozaron el gol en varias ocasiones y decidieron dar un paso para adelante en su juego. Tanto fue así, que a  los 5 minutos de empezar la segunda mitad, se anuló un gol al delantero del Levante, Ángel, por fuera de juego. El Levante avisaba. Con el paso de los minutos fue metiendo al Rayo en su campo. Controlaba el partido y jugaba en tres cuartos de campo, aunque el equipo de Jémez se mostró más sólido que en otras ocasiones y, aunque no tenía el balón, sí desbarataba el ataque adversario. El Rayo intentaba no arrugarse, y Lass tomó a la perfección el relevo de Perea y pasó a ser el centro de peligro de los locales. Trashorras y Bueno buscaban la velocidad de Lass a la espalda de la zaga levantina de forma constante con sus pases, pero sin generar demasiado peligro.

Era una segunda mitad con pocas ocasiones, pero sí mucha velocidad. Entre tanta carrera comenzaba el carrusel de cambios, y ambos entrenadores agotaban los 3 permitidos. El Rayo apostaba un poco más por el ataque con la entrada del canterano Rubén Ramiro y Viera, y el Levante por la fuerza y la contundencia en el medio del campo con la entrada de Diop al final del partido. Precisamente donde hubo que esperar para ver algo más de ocasiones, las mejores del partido. Por parte del Rayo cayó en las botas de Viera a 7 minutos del final, tras una sensacional subida de Tito, quien centraba el balón raso atrás, y Viera llegando en segunda línea, libre de marca, disparaba fuera. El Levante no quiso irse del partido sin antes dar su susto, y tal y como venía acostumbrando en la segunda parte, su mayor peligro venía por las jugadas a balón parado. Así fue la más clara de los visitantes. Una falta cometida en la esquina del área  defendida por Rubén la estrellaría Sergio Pinto en la cruceta derecha. Finalmente, tanto los palos de la portería de Rubén como los aficionados del Rayo se quedaron temblando con ese último susto, que habrá que ver si se convierte en sueño o pesadilla en 6 días en valencia.

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