Corría el 10 de febrero de 2013, a eso de las nueve y media de la noche. Sonaba "A las armas" en la grada de Vallecas. Momento perfecto para que el mejor Lass pusiera un centro medido al primer palo y para que Leo Baptistao pusiera el pie en el punto exacto para dirigir la bola a la portería rival. Cosas del fútbol, el rival era el Atlético de Madrid, equipo que ahora tiene en propiedad al delantero hispano-brasileño. Aquel partido concluyó con victoria vallecana por 2-1. 590 días después, el pasado miércoles, se repetía resultado contra los otros rojiblancos: Rayo Vallecano 2-1 Athletic de Bilbao. Y sí, han tenido que pasar exactamente 590 días para que Leo Baptistao volviera a marcar vistiendo la zamarra franjirroja en Vallecas.

Leo Baptistao marcó en Vallecas 590 días después

En la grada se celebró el gol del Rayo, y la mayoría celebraron además el gol de Leo Baptistao. Muchas miradas cómplices entre aficionados que decían "atrévete ahora a seguir criticándole, compañero". Tanto en la celebración del primer gol (corazón en el escudo) como en la del segundo, Leo Baptistao miró al infinito buscando a Vallecas. Cuando la encontró, debió pensar: "te he echado de menos". Vallecas, emocionada, pensó: "yo también".Querido por muchos, odiado por otros tantos, algunos en Vallecas no perdonan que Leo vistiera la temporada pasada los colores verdiblancos por encima de los de la franja. Eso sí, los dos goles contra los leones lo celebraron los 11.040 que había en la grada de Vallecas y también los 60.000 rayistas de los que habla Paco Jémez.

Después del segundo tanto, el de la victoria, algunos valientes se atrevieron a canturrear a favor del delantero. Su agradecimiento a esos cánticos es de los que dan que hablar. Leo sonrió, corrió, saltó y, cuando cayó en la cuenta de la importancia del gol y de en qué campo lo estaba celebrando, se arrodilló y se puso a llorar. Llanto para dar las gracias a aquellos que le apoyan, llanto de recuerdos, llanto de emoción, llanto de alegría y, en última plano, llanto de pena por lo sufrido el año pasado, dentro y fuera del terreno de juego.

Como el soldado que vuelve con su mujer y sus hijos tras un año luchando, como el hijo mayor que vuelve con su familia por Navidad, Leo Baptistao volvió a Vallecas, asu casa. Él lo sabía, por eso su sonrisa de oreja a oreja al salir del estadio, de ahí su alegría saludando al speaker del Rayo y a todos los medios que querían que explicara su felicidad, pero él no encontraba palabras. Vallecas, lugar de sentimientos y emociones inexplicables. Vallecas, hogar de Leo Baptistao.