Un estadio de Vallecas, con bastante ambiente, estaba preparado para recibir a su equipo y llevarlo hasta la victoria. Rácano, gris y poco fluido, comenzó el partido en una mañana en la que parecía que no iba a salir el sol, tras el parón de selecciones que no afectó en demasía a ninguno de los conjuntos que se enfrentaban en el terreno de juego. Rayo Vallecano y Celta de Vigo. Dos equipos que presionan y atacan con todo lo que tienen.

Como viene siendo costumbre, los aficionados rayistas sacaron pancartas que recogen las quejas por la situación del país. Hoy han estado dedicadas a la iniciativa que el equipo de Vallecas publicó ayer para a ayudar a Carmen que le han quitado su vivienda, uno de los carteles rezaba: “Los desahucios de un estado enfermo, la solidaridad de un barrio obrero”.

Los aficionados rayistas sacaron pancartas con quejas por los desahucios.

Volviendo al campo, los vallecanos comenzaron muy comedidos sin buscar la portería contraria y sin definir su estilo de toque y posesión. Demasiadas imprecisiones en un partido de vida o muerte para un Rayo Vallecano, que no podía permitirse perder. Los visitantes, con algo más de acierto, manejaban los primeros minutos del encuentro pero sin encontrar buenas sensaciones.

El Rayo Vallecano estaba tan perdido que, viendo la presión que ejercía el equipo gallego, intentaba sacar el balón jugado. Mientras, el Celta de Vigo, consciente de la presión del conjunto franjirrojo, decidía sacar en largo y alejar el balón de la portería.

Con el paso de los minutos, el equipo de Vallecas, incómodo por la presión, empezó a sacar en largo y regalar el balón, algo a lo que no están acostumbrados. Sin embargo, el Celta de Vigo estaba desahogado. El equipo gallego, aprovechando las pérdidas de balón del conjunto local, montaba contras con muchísima facilidad: tres o cuatro pases eran suficientes para plantarse delante de Cristian Álvarez, que achicaba agua como podía.

El Rayo Vallecano empezó a sacar en largo y a regalar el balón.

El Rayo Vallecano lo intentaba por la banda derecha, inutilizando casi por completo la izquierda. En el minuto 17, los hombres de Paco Jémez tuvieron su primera ocasión, algo poco habitual en un equipo que destaca por su ataque. Tras unas buenas recuperaciones de Nacho, consiguieron marcar el que sería el primer y único gol del partido, cuando el Celta de Vigo mejor estaba. El dueño del gol fue Alberto Bueno apareciendo desde segunda línea. Tanto Nacho como Bueno fueron los mejores de su equipo en estos primeros minutos.

Tras el gol, el equipo de Vallecas mejoró ligeramente respecto al equipo visitante. Aun así, el Celta de Vigo contó numerosas ocasiones que no supieron aprovechar, ante un Cristian Álvarez que estuvo excelso. Pasada ya la media hora del partido, ambos conjuntos entraron en una fase en la que no había mucho ritmo. Ninguno de los dos hacia uso de sus mejores características, uno porque iba ganando y otro por la frustración de las ocasiones perdidas.

El Rayo Vallecano sufría porque una de las brújulas del equipo, Roberto Trashorras, no estaba jugando con la comodidad habitual. El Celta de Vigo se encargaba de molestarle e incordiarle, por lo que el conjunto de Jémez se vio obligado a adaptarse al otro equipo. La idea estaba clara: dejar al equipo visitante presionar, y cuando bajasen el ritmo, imponer ellos el suyo y así desarrollar su innegociable, o no tanto, estilo de juego.

Si bien es cierto que fue un partido de ida y vuelta, el marcador no se movió hasta que el árbitro dio por finalizado el partido.  En los últimos veinte minutos del encuentro, el equipo gallego empezó a combinar y tener una buena circulación de balón, pero estas no fueron suficientes para darle la vuelta al marcador.

El partido estaba muy abierto, un gol en fuera de juego del Rayo Vallecano que no subió al marcador, el nerviosismo del Celta de Vigo que tiraba más de corazón que de juego fueron algunos de los detalles de la segunda mitad del partido.

Paco Jémez sacó un delantero para fijar a los centrales del Celta y liberar a Baptistao

Con el 1-0 a favor, Paco Jémez decidió sacar a otro delantero, Manucho. Dio otro aire al partido, los visitantes se vieron obligados a dar un paso atrás y el entrenador franjirrojo consiguió lo que quería. En lugar de sacar un mediocentro para retener el balón y cortar las embestidas que se preveían de un Celta de Vigo que no tenía nada que perder, sacó a un delantero para fijar a los centrales del Celta de Vigo y liberar a Leo Baptistao. De esta manera, el equipo gallego, más pendiente de sujetar a los delanteros, dejaron de tener tantas ocasiones.

Por números podría decirse que el Rayo Vallecano no mereció ganar: tuvo menos saques de esquina, disparó una sola vez entre los tres palos, frente a las cuatro que tuvo el Celta de Vigo, y también, perdió la posesión. Pero así, es el fútbol: puedes jugar mejor o peor, al final lo importante son los goles.

Esta es la segunda victoria del Rayo Vallecano en casa, que acaba con la racha de tres derrotas consecutivas. El gol de Alberto Bueno en la primera mitad del encuentro sirvió para rescatar al conjunto de Paco Jémez del mal periodo que vivían.  Además, cortó la muy buena racha del Celta de Vigo a domicilio: no había perdido ningún partido, y había visitado estadios como el Vicente Calderón o el Camp Nou.