El barro, la tierra mojada. Terreno complicado para los automóviles. Lo complicado que es salir de ahí si te quedas enganchado. Pues en este fango se había quedado atrapado el Rayo Vallecano, como si de arenas movedizas se tratara. No había manera de que Paco Jémez diera con la clave para ganar en Vallecas. Tenía que llegar un Villarreal plagado de suplentes para que el Rayo pudiera encontrarse de nuevo.

Punto muerto

El primer tiempo fue aburrido. Al partido le costó arrancar. Ambos conjuntos alargaron la hora de la siesta y prácticamente ni aparecieron en el terreno de juego. Los equipos intentaron ser verticales, pero se empecinaron demasiado en buscar la portería rival sin orden alguno. Tanto es así, que para ver la primera ocasión habría que esperar al minuto 18. Leo Baptistao superaba a los centrales amarillos y cabeceaba un centro de nacho desde la banda zurda. La intención era buena, pero se marchó a un metro del palo izquierdo de la portería de Asenjo.

El Rayo pensó que con esa oportunidad era suficiente y se adormeció levemente. La siguiente jugada fue ejemplo de ello, ya que Víctor Ruiz remató totalmente solo en la frontal del área, pero lo hizo muy alto incomprensiblemente. El Rayo respiraba, pero siguió sin despertar. La defensa franjirroja se hería a sí misma continuamente al sacar el balón jugado, y el Villarreal no sabía aprovecharlo. En una de ellas, el conjunto local dejó un hueco de unos 30 metros en su frontal del área, el balón le llegó a Gio tras un error en el pase y tuvo que ser Toño el que salvara el gol del azteca con una gran colocación.

El Rayo tendría dos más antes de afrontar el túnel de vestuarios. Un cabezazo mordido de Leo Baptistao, que fue el único remate a puerta de todo el primer periodo, y otro de Licá desviado que podría haberle salido mucho mejor. Descanso, y ambos equipos a echarse agua fresca para intentar despertar.

De 0 a 100

Y la del Rayo estaba bien fría. En el minuto 50 abriría la lata. Jozabed sacaba de córner, el esférico y el tiempo se paraban en los pies de Bueno. Alberto recortó a dos jugadores cerca del área pequeña, reactivó el reloj, metió la puntera y puso el primero en el marcador. Más que echarse atrás, el equipo franjirrojo se notó superior y quiso plasmarlo en el césped de Vallecas. Para intentar contrarrestarlo, entraron Cherysev, Vietto y Trigueros por el conjunto visitante.

Magia negra

Entró Manucho en el Rayo como siempre -él y Kakuta son los únicos que han jugado todos los partidos de liga con la franja- e hizo lo que el respetable de Vallecas le pide siempre, que aguante la bola y la reparta a sus compañeros. Dicho y hecho. Balón largo que alarga el angoleño de cabeza, Licá lo lucha hasta la línea de fondo, pone un pase raso al área, donde Kakuta llega más libre de lo esperado y, casi sin quererlo, introduce el esférico en la portería castellonense para que el marcador mostrara el 2-0.

El Rayo se veía ganador, pero no cegó en su empeño de buscar otro gol más y siguió presionando al Villarreal en su campo. Eso sí, el conjunto de Marcelino no se iba a quedar quieto y Campbell y Vietto guiaron su ataque de los últimos minutos. El argentino envió un balón al palo y se movió con mucho criterio y peligro cerca del área rayista, pero hoy le faltó la ayuda del ruso Cherysev, que, con una brecha en la cabeza, estuvo más inactivo de lo normal los minutos que jugó.

Aleluya

La plantilla rayista llevaba desde el 23 de noviembre sin llegar a casa con la felicidad de la victoria como local y 3 puntos más. El bagaje en casa sigue siendo nefasto (3 victorias,1 empate y 7 derrotas), pero la presión por no ganar ante su afición se la ha quitado ante un grande de la liga, por dos goles de diferencia y, algo que parece complicado para el tercer equipo más goleado de la liga: sin goles en contra.