El equipo madrileño, escoltado por su fiel afición, regresaba un año más tarde a la capital vizcaína. El cuadro franjirrojo no pudo llevarse a Madrid tres puntos de vital importancia. Sin embargo, no todo son malas noticias, y es que, pese a la dura derrota que haya podido encajar la escuadra vallecana en el partido número 100 de Paco Jémez, equipo, club y afición testifican, bajo el arcoíris de la homofobia, el ya conocido juramento de amor eterno.

La afición rayista ha registrado el desplazamiento más numeroso de la temporada El Rayo Vallecano afrontaba en la tarde-noche del domingo un envite de vital importancia que traía consigo muchos alicientes. Y es que, la ruta Vallecas-Bilbao se ha convertido en uno de los trayectos más demandados en este fin de semana. Habitan en un barrio obrero, animan a un equipo humilde y acompañan al Rayo Vallecano en las buenas, y con mayor motivo a las malas. Así es la hinchada franjirroja, una afición que en solo dos días ocupaba un gran tercio de País Vasco.

La marea franjirroja se adueñaba de los aldeaños cercanos a San Mamés, a este récord, se le sumaba otro más, esta vez el medallón fue colgado en el cuello de Paco Jémez, el canario se ha coronado en el técnico rayista con más partidos en primera división al frente del banquillo franjirrojo.

Al margen de las insignias cosechadas en el envite de San Mamés, finalmente la entidad rayista no pudo desplegar el fútbol de salón que les exige Paco Jémez, y sí perdieron, pero con más de 600 aficionados custodiándoles las espaldas.