En agosto de 2013 se hacía oficial el fichaje de Alberto Bueno por el Rayo Vallecano, proveniente del Valladolid. La llegada del madrileño al equipo de Paco Jémez se veía como un importante refuerzo para la delantera franjirroja, pero para el delantero, a nivel individual, su meta era conseguir deslumbrar en el equipo, algo que no había conseguido hacer previamente debido a la intermitencia de sus apariciones.

Su llegada a Vallecas se percibía esperanzadora tanto para el equipo como para el propio jugador, y desde comienzo de temporada ya dejó ver lo que auguraba al conjunto con él en sus filas. Y es que en el primer partido de Liga disputado en Vallecas, con un novato Elche en Primera División, Alberto marcó 2 de los 3 goles del encuentro, los cuales le valieron para conquistar ya desde ese momento a la afición rayista.

Pero las jornadas posteriores, el Rayo se vio inmerso en aplastantes derrotas, por lo que se puso en duda el funcionamiento del cuadro de Jémez y también dio que hablar la intermitente regularidad del delantero promesa. Sin embargo, poco a poco, Bueno fue recobrando la confianza que tiempo no muy atrás se había apoderado de él. Los resultados siguientes sirvieron para coger varias bocanadas de aire y que desde la afición vallecana se pudiese volver a corear su nombre. Desde ese momento, fue él quien encaminó al equipo hacia resultados más fortuitos, sus goles hicieron resucitar al Rayo y recobrar así la autoestima de cara a lo que restaba de campaña. Por ello, ya antes de concluir la primera vuelta, se consagraba como un pilar básico en el club.

Y, aunque en las temporadas del Rayo hay momentos en que los altibajos se acentúan más, la dupla formada por Alberto Bueno y el argentino Joaquín Larrivey conformaron una afinada sintonía que rara vez lograban hacer peligrar una nota de tan acertada melodía. La manera en la que ambos habían logrado compaginar en el campo, había hecho despegar al Rayo del descenso y elevarlo cada vez más alto en la tabla hasta alcanzar la cima de la salvación.

Los números son el más fiel reflejo de lo que significó esta pareja para el conjunto de Jémez esa temporada. Si el Rayo marcó 45 goles en Liga, 23 de ellos fueron obra de los dos delanteros. 12 goles de Larrivey y los otros 11 de Bueno.

En una entrevista concedida a VAVEL.com en abril de 2014, Bueno hizo un repaso sobre su pasado en otros clubes, cómo había sido su llegada a Vallecas y de qué manera estaba viviendo la experiencia de militar en las filas del equipo madrileño. Habló sobre el tropiezo que tuvieron al comienzo de la campaña, en esa etapa en las que las dudas sobre el equipo eran desmesuradas y se dejó de creer en que hubiese posibilidad alguna de permanecer un año más en Primera División, pero también de la confianza que recobró el equipo lo que hizo que los resultados se volviesen positivos.

Un año de ensueño

Para la temporada 2014-2015, Alberto Bueno ya no era un nombre en el aire del que todo estaba por esperar, sino que, gracias al trabajo realizado la anterior campaña, convirtiéndose en el segundo máximo goleador del equipo, toda confianza posible estaba depositada en él y en que al menos igualase la imagen que dejó el pasado año. Pero aún teniendo todas a su favor, el privilegio de formar parte del once inicial es un mérito que hay que pelear, y es algo que Bueno supo hacer muy bien.

Para el madrileño, la cita con el gol parece que es uno de los eventos que rara vez se permite perder. Y ese acierto de cara a portería, es uno de los detalles que han marcado la diferencia entre un jugador que pasa por un club a pies juntillas y el que se gana un hueco importante entre toda la afición.

Ya al inicio de un año más de la máxima competición nacional del país, fue dejando pistas de lo que se avecinaba. Antes de finalizar la primera vuelta, en noviembre ya se disputaba el primer puesto por la consecución del próximo trofeo Zarra con Nolito, el jugador del Celta de Vigo. Ambos delanteros estaban empatados con 5 goles cada uno y en el partido que disputaron ese mismo mes los dos equipos, tenían la oportunidad de deshacer ese empate goleador. Finalmente, la balanza se declinó por Bueno, quien marcó el único tanto del encuentro y de ese modo se convertía en el Zarra de manera provisional.

Bueno se ha convertido en el máximo goleador del Rayo en Primera División

Aspirar a conseguir un reconocimiento tal como el premio al máximo goleador español de la Liga, hizo que en Bueno se incrementasen las ganas por marcar. El hambre goleadora fue tal que, en febrero, en el partido contra el Levante, escribió un récord en la historia del Rayo cuya firma lleva su nombre. Bueno fue el primer jugador del Rayo en marcar 4 goles en un partido en la Primera División, y lo más sorprendente, es que lo hizo en tan sólo 15 minutos. Gracias a este partido, ya había conseguido abrirse un importante hueco en la historia del club, pero de aquí a final de temporada no cesó hasta agrandar todavía más la figura que de ahora en adelante representará para todo el rayismo.

Porque a pesar de convertirse en el máximo artillero en un partido, y escribir su propia historia en el club, Bueno logró otro récord que será difícil que un jugador vistiendo la camiseta del Rayo pueda volver a conseguir. En marzo, en un partido ante el Granada, con los dos goles que hizo se convirtió en el máximo goleador del Rayo en la historia del club. En ese partido sumó 26 goles vistiendo la camiseta franjirroja, superando así a Jon Pérez Bolo, cuyo récord consistía en 25. Pero su mérito es mayor, ya que el madrileño superó su marca en año y medio, mientras que el ex futbolista bilbaíno lo hizo en cuatro temporadas.

De ahí a final de campaña, su consistencia y perseverancia resistieron, ayudando a que el equipo obtuviese la salvación matemática 5 jornadas antes de la conclusión de la Liga y ayudando a la aspiración del sueño europeo. Su deseo de llegar a ser el próximo Zarra español se mantuvo vigente hasta la última jornada, ya que, dejando atrás a diferentes jugadores, finalmente la disputa por el trofeo se dio entre él y el vasco Aduriz. Pero aunque Bueno logró marcar un gol contra la Real y cerró su cifra en 17 goles en el último partido liguero, los dos tantos del jugador del Athletic hicieron que tal deseado reconocimiento marchase a tierras bilbaínas.

Pero nada de ello puede restar importancia al papel que ha tenido Bueno tanto para nuestra Liga como sobre todo para el Rayo Vallecano. Porque en ese partido, a pesar de no lograr el Zarra, Bueno se despidió del club de la manera en la que debía: saliendo por la puerta grande. Por esa misma puerta por la que entró dos años atrás, inquieto y expectante por lo que le depararían sus años en el club, pero ahora con la satisfacción de haber cerrado un ciclo, pero sabiendo que siempre será recordado.

Y sí, el vacío que deja ahora mismo se pinta irremplazable, porque ha escrito su nombre en mayúsculas en la historia del club y ha conquistado los corazones de esta volcada afición desde su aterrizaje en el Estadio de Vallecas. Pero ahora sólo queda desearle suerte en la nueva aventura que comienza.

Su destino elegido es el Oporto de Lopetegui. Nuevo equipo, nuevos retos y con éstos, nuevos sueños. Pero que como él ha prometido hacer, ahí donde vaya siempre se llevará consigo el cariño que le ha brindado este club y su afición.