El mote cada vez es menos apropiado. Llamar "Bebé" a un portugués de origen caboverdiano con 25 años en los pies y que ronda el metro noventa de altura no es lo más lógico. Sin embargo, gracias a su hermano mayor, casi nadie sabe quién es Tiago Manuel Dias, pero sí que ponen cara y botas a Bebé, nuevo jugador del equipo de Paco Jémez, que llega al barrio madrileño para “sumarle al Rayo y que el Rayo me sume a mí”. Una simbiosis que huele apetecible entre un club obligado a mirar las ofertas del mercado y un futbolista obligado a controlar de una vez su carrera.

Porque la carrera de Bebé, como su vida, ha sido toda una espiral de emociones y acontecimientos novelísticos. Crueles y espectaculares como la vida real. Nació y creció en la periferia de Lisboa (entre Agualva-Cacém y Loures). Al principio con sus padres, para ser tutelado después por su abuela en un suburbio de la capital tras el abandono de Francisco y Deolinda. Sin embargo, el poder judicial portugués decidió que no era la mejor vida para un chico de doce años y le envió al orfanato Casa do Gaiato a veinte kilómetros al norte de Lisboa.

Firmó con el Vitória y el United con cinco semanas de margen

Como tantos otros niños, Bebé se refugió entre porterías y balones para pasar días, semanas, meses y años que marcan e influyen a cualquiera. El fútbol le devolvió la sonrisa al pequeño Tiago y en escasos dos años pasaría de jugar a un torneo en Bosnia entre desalojados a firmar un contrato al lado en las oficinas del Manchester United. Entre medias: su paso por la segunda portuguesa en las filas del Estrela da Amadora y sus cinco semanas con el Vitória de Guimarães.

Esas cinco semanas del verano de 2010 cambiarían la vida de Bebé definitivamente. Jugaría seis amistosos con los ángeles blancos y marcaría cinco goles. Suficientes para que el omnipresente Jorge Mendes y el segundo de Sir Alex Ferguson, Carlos Queiroz, se telefonearan y convencieran al técnico escocés de que aquella era la nueva joya portuguesa. Ferguson, sin ver ningún partido del chico como él mismo reconoció, importó a las islas al joven extremo que no había debutado en la primera portuguesa.

De prestado

Llegó a tener minutos en liga, copa y Europa, pero nunca se hizo con un hueco en ese United campeón de Premier y subcampeón de la Champions League en Wembley. Por eso comenzó su periplo de cesiones. Primero Besiktas (2011/12), luego medio año en el Río Ave (2012) y una temporada entera en el Paços de Ferreira (2012/13). En Turquía empezó fatal y acabó peor. Se rompió el cruzado en pretemporada ante Eslovaquia en el último de los seis encuentros que jugó con la sub21 portuguesa. Esa lesión postergó su debut con las águilas negras a marzo, aunque no se vestiría de blanquinegro en muchas ocasiones ya que en abril era expulsado del equipo por romper el toque de queda y ser pillado a altas horas de la madrugada de fiesta. Sí aprovechó más el tiempo en Río Ave (17 partidos y 1 gol) pero nada comparable a su explosión en el Paços: 12 tantos en 27 de liga portuguesa, más otros dos gritos en copas. Como nos dice Víctor Sierra, coordinador de Portugal Vavel: “Al Paços lo salvó él solito”.

Su aventura pacense convenció al Benfica el verano pasado. Las águilas abonaron 3 millones para hacerse con sus derechos hasta 2018. Iniciado el curso y habiendo ganado la Supertaça en los lanzamientos de penalti con acierto de Bebé, comenzó a repetirse el caso de Manchester y volvió a ser más suplente que titular. De ahí que recién empezado 2015 pasara la frontera del este y se desplazara a Córdoba como cedido. A Paco Jémez, que siempre verá al Córdoba de reojo, quedó satisfecho de lo que vio al portugués que nunca fue internacional y vio en él un diamante por pulir. Otro “Kakuta” que convertir en estrella.

El Bebé de Vallecas

Durante el año que dura su cesión por parte del Benfica, Bebé podrá lucir sus jugadas enfundado con la diagonal roja y con el Estadio de Vallecas jaleando su nombre. ¿Y cuál son esas características? ¿Qué déficits muestra? Y en definitiva, ¿qué puede aportar Tiago Manuel Dias al Rayo? El jefe de sección de Vavel Córdoba, Sergio Varo resume sus seis meses en el Arcángel y nos contesta así: "Ha sido un jugador que empezó muy bien. Técnicamente y físicamente tiene unas cualidades excepcionales, pero pecó de individualismo. Terminó cansando a la afición, que le pitó, a la cual pitó, hecho por el que acabó marcado con la cruz. Eso sí, tiene un golpeo muy bueno de balón aunque no metió ningún gol en partido oficial”.

Victor Pérez cree que el fichaje puede ser “muy bueno” para el Rayo, aunque reconoce que también lo pensó cuando firmó por el Córdoba y “no lo fue” aunque el nivel del equipo andaluz influyera en su rendimiento. No obstante, no deja de recordar que Bebé “ha sido uno de los futbolistas más prometedores de Portugal de hace unos años. Incluso cuando aún no era gran cosa el Manchester United pagó 9 millones al Vitória Guimarães por su traspaso”.

Para Miguel Quintana, miembro de Ecos del Balón, Bebé tiene unas condiciones físicas muy buenas: “velocidad, potencia, actividad y las ganas de ser protagonista” y estas hicieron que fuera “el centro del ataque califal y tuviera un impacto brutal en el cuadro de Djukic”. Sin embargo, para Quintana le falta explotarlas: “Si no terminó siendo productivo fue porque Bebé apunta y dispara pero no mata, no concreta”. Para Quintana, la clave será que Jémez “encauce” esa energía que desprendé el lisboeta. “En Vallecas, con Paco Jémez y en un sistema más colectivo y trabajado, sus brutales condiciones pueden encontrar espacio para ser un recurso letal con el que ganar profundidad, intimidar al rival y, evidentemente, finalizar jugadas. Pero su éxito partirá en ser un atacante más y no el ataque rayista en sí”.

Parecida opinión tiene el propio extremo sobre el equipo contra el que debutó en la Liga BBVA: “Me enfrenté al club el año pasado, vi el equipo y su forma de jugar y me gustó. Me identificaron bien y creo que es un sitio perfecto para relanzar mi juego, hacer goles. Me gusta mucho como juega el equipo, como trabaja”. Palabra de Bebé, del Bebé que con Jémez quiere hacerse mayor.