Resulta irónico que, el día de tu despedida, portes el brazalete de capitán. Y más cuando han sido pocos los partidos en los que ha sucedido. Quizá sea a modo de recompensa. Gonzalo Higuaín jugó ayer su último partido con el Real Madrid tras siete temporadas en el club blanco. Aún retumba, latente, el recuerdo de la venida de dos jóvenes argentinos traídos en el mercado invernal, donde el bueno era Gago, el 'nuevo Redondo'. Tardó, pero consiguió el de River demostrar lo contrario.

La carrera de Higuaín en el Real Madrid se podría decir que no comienza hasta bien entrada la segunda vuelta de 2006. El argentino, incapaz de encontrar el gol, tuvo que refugiarse de las críticas esperando tiempos mejores. El ostracismo al que había relegado Capello a Ronaldo ayudó sobremanera a que el 'Pipita' -que por aquel entonces recogía el apodo de 'Higualín despectivamente- tuviese minutos pese a su mala puntería. Pero el gol no llegaba. Siete partidos tuvieron que transcurrir para que supiese lo que es marcar con la camiseta blanca. Pero el primer gol en el Calderón quedará siempre en el olvido por la importancia que cobraría el segundo.

El gol que culminó la remontada ante el Espanyol y que a la postre le dio la Liga, el más importante

Fue el gol -junto al que marcaría ante el Getafe dos años más tarde en el mismo escenario- que define perfectamente lo que ha sido el Real Madrid de Higuaín, cuando este cobraba una importancia trascendente en el juego: Casta, orgullo, remontada y un punto de falta de calidad que le llevaban a los últimos minutos del partido con el marcador adverso. El gol que anotó contra el Espanyol fue el primero en el Bernabéu, y probablemente el más importante de su carrera. Evitó que el hat trick de Pandiani echase por la borda los esfuerzos de remontada liguera del Real, y a la postre se demostraría que si no hubiese marcado aquel gol en el 90 la famosa Liga del 2006-2007 hubiese caído en manos blaugranas. Como decía Jabois en Grupo Salvaje, -un libro autobiográfico donde el Madrid es el tema central de la obra- siempre “existe un mundo paralelo donde Buyo no sale como un pollo sin cabeza y gana la Liga en el último partido ganándola el Tenerife”. Pues con Higuaín lo mismo. Su carrera se ha definido por momentos. Un mundo paralelo donde Higuaín no aprovecha la pared de Reyes y acaba marchándose por la puerta de atrás esa misma temporada. Pero no han sido todo momentos idílicos, en verdad, muy pocos. Por algo se marcha del Real Madrid. Una presión desmedida que le ha obligado a buscar el reconocimiento de la grada cada una de las temporadas que ha disputado.

Momentos puntuales, decisivos en la crítica

Uno se pregunta si esta situación se produciría de haber metido el gol a puerta vacía ante el Lyon en octavos de la Champions, por ejemplo. O de no haber errado la primera ocasión clara en las semifinales ante el Borussia. Higuaín se marcha no porque su rendimiento haya sido bajo -que en esta última temporada sí lo ha sido-, sino porque cada vez que falla, el aficionado del Bernabéu evoca su desgracia. En las primeras temporadas la falta de gol inicial fue la losa que le impidió erigirse como niño protegido del Santiago Bernabéu. Y cuando ya parecía conseguir levantar tan pesada carga, volvió a surgir, sin avisar si quiera. Esa lucha constante por encontrar el reconocimiento de la grada se vio mermada por la falta de el punto de calidad necesario para jugar en el Real Madrid. Si la paciencia del Bernabéu es poca, con Higuaín fue menor.

Tras siete años de éxitos y fracasos por igual, asume la necesidad de tener que marcharse del Real Madrid

Se va asumiendo que ha fracasado. Se va sabiendo que el peso de la losa ha sido demasiado para él. Lo hace tras desaprovechar sus oportunidades. Una tras otra. Sabiendo que el Real Madrid es el club más exigente del mundo, donde hace falta algo más que corazón y sentimiento para jugar. Sabiendo que parte de la afición quiere que se renueve la delantera y él es fichaje de Calderón, mientras que su rival por el puesto fue expreso deseo de Florentino Pérez. Uno de los dos, Karim o el Pipa, tenía que dejar el club. Y a Benzema aún le quedan varias balas de oportunidad en el Real Madrid. Aunque no demasiadas.

Eso sí, se va dejando una profunda huella. Porque aunque desde una gran parte del madridismo se reclame su marcha, Higuaín es madridismo. Sus 121 goles con la camiseta merengue lo atestiguan. El hecho de que acabase y cerrase su periplo en el Real Madrid igualando como 14º máximo goleador de la historia del club a Juanito lo deja para el recuerdo. Y con el brazalete de capitán. Coincidencias aparte, Higuaín se marcha del Madrid en el momento necesario. Tanto para él como para el club.

Cierto sentimiento de cariño se podía respirar en la despedida. Curioso porque, normalemente, cuando un jugador abandona su club con el beneplácito de la gran mayoría de la afición, no se produce una despedida emotiva. Al igual que siempre ha estado en el filo de las críticas, Higuaín siempre se ha encontrado en el borde de encontrar ese reconocimiento de la grada que tanto ha ansiado y que nunca llegó de forma definitiva. Un idilio con la grada pasajero, sin completar.

Palabras de 2011:

Recuerdo mi debut en el Real Madrid contra el Betis porque tenía una alegría inmensa. En ese momento llegué a cumplir uno los mayores sueños de mi vida, que era jugar con esta camiseta. Me siento madridista de corazón.

He tenido que trabajar muchísimo, sufrir y luchar para llegar a donde estoy hoy día. Y siempre con el deseo de continuar muchos años más defendiendo esta camiseta y conseguir títulos con ella.Cada día he ido aprendiendo y creciendo y me siento madridista de corazón

Para mí es un orgullo llevar ya cuatro años en el Real Madrid. Deseo continuar muchos más defendiendo esta camiseta y conseguir títulos con ella. En este tiempo me quedo con las dos Ligas y la Supercopa… con el gol ante el Espanyol, que sirvió para ganar un partido casi imposible, mi gol en Pamplona, que nos dio la Liga, la remontada ante el Sevilla. Hay tantos momentos que no puedo olvidar en mi cabeza.

Necesidad de un delantero referencia

Pasar página. Es lo que debe hacer el Real Madrid, pero por una vez hacer bien el trabajo en verano. Desde Van Nistelrooy, el equipo blanco no tiene un nueve puro. Adebayor difuminó esa necesidad por unos meses, pero volvió a aflorar con su marcha. No debe fichar un delantero asociativo, porque para eso está Benzema. Necesita un jugador que encuentre el remate con facilidad y que fije centrales si el momento lo requiere. El gran déficit goleador de ambos delanteros ha sido enorme esta campaña. Al igual que es imprescindible un lateral derecho ofensivo -la vuelta de Carvajal ya está decidida-, el traer un delantero referencia supondría un beneficio táctico del que el Real Madrid no ha gozado durante cuatro años consecutivos. No debe partir de la premisa de que el equipo necesita un nueve puro en el once, sino en la plantilla, que sea un recurso más. Y que a partir de ahí compita por la titularidad con el apocado e introvertido delantero francés, que al contrario que su compañero de fatigas en la delantera, urge encontrar la chispa que le despierte porque calidad no le falta. Higuaín se marcha porque se necesita algo más que empuje y garra para jugar en el Madrid, pero también se puede exponer al revés. A Benzema se le acaba el tiempo y el delantero que llegue a la capital puede ser su vía crucis.