El martes 25 de junio, sobre el mediodía, el Real Madrid hacía oficial la contratación de Carlo Ancelotti como nuevo técnico merengue para las próximas tres temporadas. Con la firma del italiano, se ponía al fin el colofón al periodo de búsqueda de entrenador que había tenido al cuadro madridista huérfano de esa figura desde el día 2 de junio, momento en el que el predecesor del de Reggiolo en el cargo, José Mourinho, abandonó la entidad de Concha Espina rumbo de vuelta a Londres, donde el Chelsea le esperaba con los brazos abiertos.

Algunos apelaron a su caracter cercano, o parecido, al que posee Vicente Del Bosque, para ver el Ancelotti una figura de 'Pacificador', después de que la última temporada de Mourinho en el Madrid fuera de todo menos tranquila. Con el italiano, llegaron también nuevos aires en cuánto a la forma de entender el desarrollo del juego que debía desempeñar su nuevo Madrid: Circulación de balón, posesión y juego atractivo, que representaban algunas de los reproches que se le había hecho al conjunto en años anteriores al entender que faltaba y que la grada lo anhelaba.

Con una esperanzadora pretemporada, las alarmas de los rivales parecían encenderse, al ver a un Madrid alegre, dinámico y sin miedo a hacer del toque mesurado del balón una costumbre. La entidad de los rivales del periodo de preparación hacía pensar que no era un simple espejismo, y que solo era cuestión de tiempo que los automatismos acabasen por adquirirse, porque el buen fútbol siempre trae consigo facilidades. La aglutinación de jugadores de calidad de mediocampo hacia delante presagiaba una cantidad ingente de goles, de bella factura y para satisfacción del respetable, basados en la asociación.

Casi estuvo de hacer bueno el equipo el dicho 'la primera en la frente'. El Betis se plantó en el Bernabéu en la primera jornada de liga con la cara cambiada, producto de las notorias salidas (Cañas o Beñat) y la no más notable baja de Ruben Castro en la punta del ataque. A pesar de ello, lograron adelantarse en el marcador, y tan sólo el primer gol de cabeza de Isco en las postrimerías del encuentro, salvó a un errático Madrid. El pobre nivel táctico mostrado en éste primer envite se repitió en las siguientes citas del equipo, logrando salvar partidos con resultados apretados (como en Granada) o a pesar de solventar los mismos con holgura (en la goleada ante el Getafe), sin dar una sensación de control ni orden necesario para afrontar apuestas más complicadas.

Ancelotti llegó asegurando que su equipo ganaría "dando espectáculo"

En estos encuentros, la tónica general de Ancelotti al respecto de la configuración del once fue diversa. Si en primer lugar apostó por la dupla que forman Modric y Khedira para ocupar la parcela ancha en el medio, fue Isco el elegido para acompañar al croata en el encuentro de Granada, o Illarramendi ante el Getafe, cuando el de Mutriku se hubo recuperado de sus dolencias. En momentos, desempeñándose con un 4-4-2 que desactivaba a Cristiano Ronaldo, en otros con un 4-3-3 que lo hacía con Benzema, los jugadores no parecían acoplarse del todo a las exigencias tácticas del italiano.

En pretemporada, el sistema más utilizado por el de Reggiolo fue el 4-3-2-1 que tan buen resultado le dio en su estancia en Milán. La diferencia fundamental es que aquel equipo contaba con las piezas necesarias para encajar en la mencionada estructura de juego, mientras que el grupo de jugadores con el que cuenta Ancelotti dista mucho de asemejarse a aquel cuadro, con una clara preferencia - por costumbre - por el 4-2-3-1 de años anteriores. Innegociable antaño, parece, viendo al equipo, que la disposición sobre el campo varía de forma constante, lo que termina por confundir a muchos jugadores y generando un espacio en la medular que los equipos rivales están aprovechando.

Otro de los factores claves para el desarrollo de un sistema defensivo rentable es la presión en la zona más adelantada del campo. La salida de Higuaín del Madrid le ha restado también al exponente principal de aquella forma de entender la defensa que tenía el Madrid de Mourinho, siendo Benzema el único inquilino hasta el momento del '9', y no ostentando las cualidades que si tenía el argentino. Diferentes tipos de delanteros para ejercer una presión que aunque sucede, no lo hace en la forma que debería, y termina por agotar a Isco y Di María, que corren más de lo que deberían en busca de un balón al que en contadas ocasiones pueden llegar.

Diego Costa celebra su tanto en el derbi. (Foto | Eurosport).

Y así, y tras tener que verse beneficiado por un error en el juicio del árbitro de una acción entre Pepe y Carlos Rodríguez para solventar con victoria su visita a Elche, recibía el Real al Atlético de Madrid en casa, para la disputa del derbi madrileño, en una situación nueva para el aficionado blanco desde hacía 15 años. El favoritismo para el choque corría a cuenta de los hombres de Simeone, que daban más sensación de equipo y parecían saber identificar. Gracias a ello, o únicamente al momento dulce de forma que atraviesa Diego Costa, el Atleti tomó el Bernabéu 14 años después de que Jimmy Floyd Hasselbaink le diera la victoria a los suyos allá por 1999.

El propio Ancelotti en la rueda de prensa posterior al derbi analizaba las carencias de su equipo, admitiendo además una falta de concentración e implicación preocupante a las alturas de temporada en la que nos encontramos. La tónica general, con la llegada de un nuevo técnico, es la de ver a los miembros de la plantilla más metidos que nunca, buscando convencer al nuevo míster y ganarse una cuota de minutos mayor, o al menos mantener la que ostentaban hasta el momento. Sin apuntar a nadie directamente salvo a sí mismo, el propio Cristiano Ronaldo quiso también dar la cara tras la finalización del choque, en la misma dirección que el italiano, refiriéndose a la preocupante actitud del equipo: "La culpa no es del míster. La culpa es de los jugadores. He estado mal, muy mal pero no solo yo. Mis compañeros tampoco han estado bien".

Como pequeño bálsamo a lo ofrecido en encuentros anteriores, llegó el Copenhague al feudo madridista. Parece que la Champions este año está sirviendo para liberar tensiones, ya que el Madrid acumula sendas goleadas en los encuentros de la máxima competición continental que ha disputado. A pesar de los 4 goles que le hicieron al cuadro danés, el juego del equipo no terminó de mejorar, si bien, el nivel ofrecido por el rival no hacía pensar en que fuera a encontrarse con demasiadas complicaciones.

Ante Betis, Villarreal, Getafe y Atlético, tres de ellos en casa, el Madrid ha comenzado perdiendo y ha necesitado de una remontada para voltear el resultado, viéndose incapaz de hacer siquiera gol ante éste último, lo que le terminó costando el partido. En todos ellos, el tanto se ha producido en los primeros compases de partido, lo que indica, más allá de falta de orden o entendimiento del sistema propuesto por Ancelotti, una tendencia a salir relajados en los primeros instantes de un choque, significando una rémora que en ocasiones, como en el derbi, puede pasar factura.

En los primeros 100 días, aún el equipo no ha encontrado su sistema de juego

Por eso, Carlo empezará a trabajar, tal y cómo él mismo reconoció, a partir de ahí, buscando entre los errores cometidos y la manera de ponerle remedio. El problema que tiene el italiano es el ambiente de crispación que vive el madridismo. Con un Bernabéu que no perdona una, viendo el estado de su equipo, su periodo de adaptación debía ser inmediato. Normalmente, suele hablarse de conceder un tiempo, 100 días para ser más exactos, a un entrenador a la hora de juzgar su trabajo. Con el fin de darle margen, esa regla se cumple hoy, y las sensaciones que desprende el equipo no son halagüeñas.

Con el primer tramo de la competición doméstica podríamos decir que completado, el equipo aún no sabe del todo a qué juega, y busca su identidad cuando el cuadro rojiblanco ya ha pasado por el Bernabéu, se tiene la cabeza de la clasificación a 5 puntos, y Barcelona y Juventus empiezan a aparecer en el horizonte. Si la derrota ante el Atleti en casa fue dolorosa para el aficionado blanco, no saber ganar, o al menos competir de una forma digna, ante rivales tan inherentes al madridismo, podría ser la estocada definitiva a un Ancelotti que sabía que su tiempo en el Madrid dependía de su capacidad de hacerse con las riendas del grupo. A pesar del mal juego desarrollado por el equipo, y tomando como base las declaraciones de Cristiano Ronaldo y sobre todo, los precedentes, optar, llegado el caso, por un nuevo cambio de entrenador podría resultar nefasto para los intereses de la Casa Blanca.

Ancelotti y Cristiano se saludan en pretemporada. (Foto | cubadebate).

La inestabilidad en el banquillo (solo Mourinho ha aguantado más de dos temporadas en la banda desde la salida de Del Bosque) hace que cada verano haya que rehacer proyectos, sin que de tiempo a ningun técnico a afianzarse en su posición y hacer comprender a los jugadores sus ideas. Los equipos que actualmente comandan la clasificación son los dos que o bien han apostado por un técnico y su manera de entender el fútbol (Simeone) o bien llevan años jugando de una determinada forma, cambiando (por necesidad) la identidad del entrenador, pero siempre cortado por un mismo patrón (Guardiola - Tito - Martino).

Por eso, el primer centenar de días al frente de la entidad merengue de Carlo Ancelotti pueden generar dudas en cuánto al juego, sembrando también las primeras decisiones de la grada entre la plantilla (Benzema y su inexistente comunión con el Bernabéu, la incertidumbre para con Gareth Bale), debe servir para crear una base a partir de la que crecer, sabiendo y recordando los errores cometidos y trabajando para que poco a poco, el italiano le imprima al equipo el color que quiere darle al juego del mismo, y sea Florentino, y sobre todo la afición, a la postre, los que decidan si tomar la decisión de apostar por la continuidad, o darle carpetazo a un nuevo intento de consolidar un equipo campeón.