Zinedine Zidane, conocido popularmente en el mundo del fútbol como 'Zizou' es, quizá, el quinto gran futbolista de la historia del deporte rey. Maradona, Pelé, Cruyff, Di Stefano y tras ellos, y hasta la retirada de Messi, el genio francés.

Zidane era un superdotado, un prodigio con el cuero en sus botas. Un verdadero mago del balón. El jugador francés, nacido en Marsella en el año 1972, comenzó su carrera profesional en su Francia natal, más concretamente en el Cannes cuando apenas tenía 17 años. Ya con tan precaria edad, 'Zizou' destacaba por encima del resto gracias a su majestuosidad a la hora de conducir, controlar o pasar el esférico.

La irrupción de una estrella

Hasta cuatro campañas estuvo en el modesto club hasta que dio su primer salto a un equipo con cierto renombre, el Girondins. En el club de Burdeos, Zidane brilló con luz propia tanto en la Liga Francesa como en Europa ya que vistiendo esos colores consiguió una Intertoto y un subcampeonato de la UEFA. En dicho torneo, el crack de Marsella nos regaló una obra de arte en forma de gol ante el Real Betis.

Sus grandes actuaciones en su Francia natal le valieron el primer gran fichaje a uno de los grandes clubes de Europa, la Juventus de Turín. En el conjunto bianconero, Zidane compartió vestuario con los más grandes del momento como Del Piero, Deschamps, Davids o Inzaghi y en las cinco temporadas en las que brilló en el Calcio consiguió levantar numerosos títulos, como la Serie A. Sólo tuvo un pequeño pero importante lunar. No consiguió levantar la UEFA Champions League.

Foto: L'Equipe

En la 'Vecchia Signora" Zidane disputó hasta dos finales de Champions consecutivas, ante Borussia Dortmund y Real Madrid, y en ambas cayeron derrotados. La primera conquista alemana y la séptima blanca volaban hacia sus vitrinas y el francés se volvía a quedar a las puertas del Olimpo. Sin embargo, los éxitos que no llegaban con el club juventino llegarían con la selección francesa.

El Mundial del 1998, celebrado en Francia, fue una exhibición continua del genio galo. La selección capitaneada por Didier Deschamps arrolló a propios y a extraños y Zidane fue su mejor jugador. En la final, disputada en Saint Dennis, Francia se deshizo por 3-0 de la Brasil de Ronaldo. Zidane, con dos tantos, fue el mejor del partido y del torneo. Sus memorables actuaciones en el equipo de Turín y, sobre todo, en la selección francesa le valió a Zinedine Zidane para ganar el Balón de Oro tras levantar el Mundial ese mismo año. Zidane, oficialmente, cogía el testigo de su ídolo, Michel Platini.

Glasgow, el sueño de Zidane

Con los éxitos de Francia, la Juventus se le quedaba pequeña y en el verano de 2001 salió rumbo hacia Madrid. Zidane se convertía en el fichaje más caro de la historia del fútbol. Con la elástica blanca, 'Zizou' hizo posible lo imposible, controles, recortes, su famosa ruleta marsellesa y goles, goles importantes como el que dio la novena Copa de Europa al Real Madrid. Su gol, en Glasgow ante el Bayer, es considerado como uno de los más bellos de la historia de la competición europea. En los 'Galácticos', como se denominaba a ese conjunto madridista, brilló como el que más en un equipo en el que las estrellas lucían con luz propia. Los Roberto Carlos, Raúl, Figo y cía eran liderados por el '5' galo, un genio con el cuero, un virtuoso que siempre dio la cara.

Tras ir de más a menos en el conjunto blanco, Zidane colgó las botas en el 2006 tras una notable Copa del Mundo en Alemania que se vio empañada por la acción en la que fue expulsado en la final del Mundial. Zidane cabeceó el cuerpo de Materazzi y el colegiado lo mandó a la ducha. Derrota francesa y título italiano. Una pequeña mancha para la carrera de un brillante futbolista, que hizo disfrutar a todo amante del deporte rey, ya defendiera los colores de su equipo o no.

Fútbol y elegancia hecho uno

Zidane era puro fútbol, pura poesía. Elegante como el que más, cuando conducía el cuero parecía que el tiempo se parase. Delle Alpi, el Bernabéu o Saint Dennis vieron esos controles imposibles que solo un superdotado, un elegido era capaz de hacer. Zidane era uno de ellos. El genio francés era el virtuoso que caracoleaba entre las piernas defensoras y que, cuando terminaba de sortear rivales, colocaba el cuero donde quería, si en la escuadra de la portería o en la bota de sus compañeros.

Además de fútbol, el francés tenía una facilidad innata para hacer goles, goles importantes. Zidane no se caracterizó nunca por ser un medio goleador, pese a jugar en esa posición de media punta. Pese a eso, los goles de 'Zizou' se podían dividir en dos grupos, los de bella factura y los importantes, los que daban títulos. A veces, incluso, esas dianas vitales tenían una calidad visual incalculable.

Dos goles a Brasil en la final del Mundial y una actuación memorable en la Euro'00, en la que también consiguió levantar el título daban a Zidane el cartel de crack mundial y ante el Bayer consiguió su mayor logro, el campeonato de Europa de clubes. Con 1-1 en el marcador un centro de Roberto Carlos fue empalado por el francés con pierna izquierda. El golpeo, espectacular, se coló en la escuadra y subió al marcador para hacer el definitivo 2-1. Con ese gol, 'Zizou' completó un palmarés idílico, con Mundial, Eurocopa, Champions League y Balón de Oro. Pocos jugadores pueden decir que ganaron todo eso y siendo decisivo en los momentos clave.

Foto: FIFA

Elegante con el balón en los pies, al arrancar desde su propio campo hacía que el tiempo se parase solo para observar como un genio conducía el cuero con una sutilidad innata, como el don que pocos futbolistas poseen. Zidane, que deslumbraba partido sí partido también, poseía esa virtud de llenar el campo con su sola presencia. El aficionado pagaba su entrada para ver al francés pisar el verde y hacer las delicias al respetable.