91 millones de euros sacaron a Gareth Bale del Tottenham, y le pusieron rumbo a la capital de España. Allí, la afición del Real Madrid esperaba impaciente el desembarco del Expreso de Cardiff para confeccionar uno de los mejores ataques del mundo. La velocidad del galés, junto a la potencia descomunal de Cristiano Ronaldo parecían poder conformar una vanguardia que los argumentos del resto de conjuntos no podrían detener.

El dubitativo inicio da paso a un asentamiento devastador

Las lesiones marcaron los primeros compases de estancia de Bale en Madrid. Una mala - o inexistente - pretemporada lastraba las posibilidades del natural de Gales de cara a recuperar las sensaciones que le habían convertido en el vigente Mejor Jugador de la Premier League. Problemas musculares, la tensión del momento o las ganas de agradar al respetable que cada domingo puebla las gradas del Santiago Bernabéu, impidieron ver al mejor Bale en el inicio de la campaña.

A pesar de iniciar su periplo como jugador - y como titular - madridista convirtiendo un tanto en el enfrentamiento de su nuevo equipo ante el Villarreal en El Madrigal, el primer mes y medio del galés en la capital no fue ni mucho menos dulce. Pero una vez superados los inconvenientes del principio, con tiempo para ponerse a punto física y mentalmente, y con una conjunción casi perfecta con Cristiano Ronaldo, los mejores momentos del de Cardiff con la casaca blanca llegaron al mismo tiempo que lo hacía también el nuevo Madrid de Carlo Ancelotti.

Cuestionado acerca de si iba a ser capaz de entenderse con el crack luso sobre el campo, y sobre su capacidad de adaptarse al carril diestro, cuando toda su carrera se había desenvuelto por el perfil zurdo, el galés ha ido confirmando que su aclimatación a la capital va viento en popa. Con la siempre inoportuna aparición de unas molestias en el muslo de Cristiano, los focos se desplazaron por completo para iluminar a Bale.

Ante la ausencia del portugués, recaía sobre el galés la responsabilidad de asumir el papel de faro ofensivo del cuadro blanco, y de demostrar que a pesar de la importancia de Ronaldo, podían superar su ausencia. Con 0-1 y en al poco de reanudarse la segunda mitad del encuentro ante el Almería, Cristiano dejó el campo, y desde entonces, el Madrid ha conseguido ver portería en ocho ocasiones. De esas veces en las que el cuadro merengue ha forzado al arquero rival recoger el balón de sus dominios, Gareth Bale ha sido protagonista en cuatro de ellas, además de asistir en otra.

9 goles y 7 asistencias en 13 partidos ha firmado Bale hasta el momento como madridista

El momento cumbre de ésta oportuna aparición del galés llegó en la última victoria del Real Madrid. En la visita del Valladolid al feudo merengue, una figura se alzó por encima del resto. Primero con la cabeza, luego valiéndose de su pierna derecha, y rematando al rival con la izquierda, Bale llevó a cabo un trío de goles que le catapultó directamente a la historia. Por dos motivos, es de recibo añadir. El primero de ellos, por ser el cuarto futbolista del siglo XXI en conseguir realizarlo de forma perfecta. Antes, únicamente Patrick Kluivert (en dos ocasiones, Kalu Uche (en una) y sobre todo, su compañero Cristiano Ronaldo en otras tres, habían logrado hacer tres goles, con partes diferentes del cuerpo (izquierda - derecha - cabeza) y al primer toque.

Para que el más precoz, el luso, llegase a dicho hito, tuvieron que pasar 62 partidos. Gracias al 4-2 que le endosó el Madrid al Villarreal el 9 de enero de 2011, Ronaldo entró en dicha estadística. Gareth Bale, por su parte, apenas ha necesitado 13 encuentros para llegar a convertirse en parte de la historia, pero no fue el único motivo por el cuál el de Cardiff recordará la visita de los pucelanos al feudo merengue. A finales de enero del año 1987, en todo un Clásico, el Barcelona se impuso por un apretado 3-2 a su máximo rival. La estrella de aquel encuentro fue el autor de los tres tantos por el bando blaugrana, uno de los grandes jugadores ingleses de todos los tiempos. Gary Lineker ajustició a los blancos gracias a una tripleta de goles que posibilitó a su equipo imponerse en dicho encuentro.

El de Leicester puso rumbo, una vez terminado su periplo en el Barcelona, puso rumbo de vuelta a las islas británicas para enrolarse en el Tottenham. Precisamente desde los Spurs hizo el viaje inverso Bale este verano, pero no hacia la ciudad condal, sino a la capital. Y aquí ha recogido el testigo del máximo goleador del Mundial de México 86, y último jugador británico en perforar el arco rival en tres ocasiones durante un mismo encuentro. Los 9 goles y 7 asistencias que colecciona el galés le avalan como uno de los más destacados de la temporada blanca, y un digno sucesor del talentoso jugador de Leicester.

El propio Lineker es todo un personaje ahora, ya retirado de su periplo como futbolista. Suya es una de las frases más famosas del fútbol, en la que se refería al deporte que practicó gran parte de su vida como "un juego en el que 22 hombres corren detrás de un balón durante 90 minutos, y al final los alemanes terminan ganando siempre". Pero su papel actual, comentando los partidos para la televisión británica, está complementado por su actividad en la red social de los 140 caracteres. En su perfil de Twitter, nada más terminar el choque del Madrid frente al Valladolid, el propio Lineker reconoció la labor de Bale en dicho encuentro, poniéndole un mensaje al galés sin dejar de recordar, de forma casi subliminal, que fue 'otro' el que inauguró la nómina de anglosajones capaces de lograr un hat-trick en la competición nacional española.

26 años, 10 meses y un día después de su logro frente al Madrid, otro jugador nacido en Reino Unido recogió el testigo de Gary Lineker. No fue en el mismo escenario, ni en un marco similar, pero lo logrado por Gareth Bale es de igual forma digno de copar portadas y elogios, como los que el propio ex futbolista inglés le regaló también en la mencionada red social: "Hat-trick de Bale. Es agradable verle demostrar lo que muchos ya sabíamos. ¡Que tiene un talento monstruoso!".