Francia. Lyon. Gerland. Sobre el césped del estadio del nuevo rico francés se repite la misma imagen cada día de partido: Un post-adolescente rapado conversa con un hombre de mediana edad. El chaval, dicen, es el mejor producto de la academia del Olympique de Lyon. Se llama Karim Benzema. El adulto, uno de los arquitectos, junto a Jean-Michel Aulas, de la transformación del OL, Bernard Lacombe, el director deportivo. Lacombe sabe que Benzema tiene potencial para convertirse a corto plazo en uno de los mejores delanteros del mundo. Por eso le mima. Le cuida con especial cariño por las posibilidades que tiene y para evitar que la presión de la alta competición aplaste a un chaval de carácter tímido y reservado. Charlan sobre los rivales, sobre la mejor manera de hacerle daño al contrario. Pero también hablan sobre la vida, la familia...

Benzema se convirtió en el delantero de moda de la Ligue 1 en un abrir y cerrar de ojos. Los mejores clubes de Europa se lo rifaban y en verano de 2009 el Madrid lo presentó, engordando la nómina de estrellas del nuevo proyecto de Florentino Pérez.

Quizás fueron los 35 millones de euros que pagó el Madrid o la urgencia de un club que necesita ganar a toda costa o la actitud distante de Pellegrini o ninguno de los tres motivos anteriores los que convirtieron a Benzema en una caricatura del jugador que debía ser: lento, pesado, apático, irresolutivo...

Salvo algunos destellos esperanzadores al principio de 2011, la operación Benzema parecía un fiasco y los rumores sobre un posible traspaso se sucedieron cuando Mourinho dejó de utilizarlo en el tramo definitivo de la temporada pasada. Hasta este verano, cuando comenzó por fin a asomar el delantero que imaginaba Lacombe mientras charlaba con Karim en Gerland.

Benzema ha sumado al talento puro que le encumbró en Lyon, el aprendizaje de dos cursos de sufrimiento y de entrenamiento al lado de alguno de los mejores jugadores del planeta. El ariete francés vuelve a dominar los balones imposibles que controlaba cuando corría por los estadios de Francia, a romper por pura potencia o técnica a cualquier oponente, a destrozar, arrancando desde la banda, las defensas rivales, a asociarse con facilidad con cualquier compañero y a finalizar con precisión quirúrgica las oportunidades que tiene.

El Madrid disfruta del fútbol de Benzema. Probablemente la mejor versión que se ha visto del delantero francés.