El ganador de la competición liguera es sin duda, un auténtico fondista. Este año más aún, que la nómina de rivales directos por el triunfo final ha aumentado hasta tres, con la irrupción del Atlético de Simeone. Debido a ello, y muy acertadamente, el propio técnico del Real Madrid afirmaba en rueda de prensa, que el campeón de Liga de este año tendrá que llegar, o acercarse mucho, a los 100 puntos.

Por eso, los hombres de Carlo Ancelotti afrontaban anoche un partido clave. La victoria en Cornellá ante el Espanyol siempre es complicada, más teniendo en cuenta que el pasado año, ni en el feudo perico ni ante su público, en el Santiago Bernabéu, los madridistas fueron capaces de sacar los tres puntos. Pero el empate que habían firmado Atlético y Barcelona en la noche del sábado abría una puerta para finalizar la primera vuelta a un partido de distancia, en lo que a puntuación se refiere, de los dos conjuntos que comandan la clasificación.

En consecuencia, se esperaba a un Madrid que saliera a morder, que intentase dejar marca en su rival y acercarse, de esta forma, a la cabeza de la tabla. Desde el minuto uno, se presumía que el cuadro merengue haría lo posible para que Kiko Casilla, otrora jugador blanco y actual arquero titular del conjunto blanquiazul, tuviera una de sus noches más incómodas. Pero con el pitido del colegiado, todas las suposiciones se vinieron abajo.

La salida en tromba del Espanyol, más ambicioso e intenso, sorprendió a un Madrid que por enésima ocasión, salió a especular en el primer tiempo. Hasta que el ánimo local no se calmó, allá por el minuto 25, cuando su rival acusó el inevitable bajón físico por las prestaciones ofrecidas en los primeros compases de encuentro, el conjunto de Ancelotti no se hizo con el balón, aunque no consiguió en los 20 restantes inquietar de manera contundente a Kiko Casilla.

El Madrid salió distraído, y sorprendido por un Espanyol mucho más metido en el partido

Un nuevo primer acto que el Madrid no conseguía rentabilizar, y dejaba todos los deberes pendientes para la reválida del segundo acto. Entonces, con un Modric que crecía por momentos, y que pudo ver el final del encuentro desde la caseta, si el colegiado se hubiera decidido a mostrarle la segunda amarilla en una acción en el centro edl campo, el Madrid comenzó a encontrar su juego. 

Ante defensas bien armadas, tácticamente ordenadas, los de Ancelotti sufren; pero cuando el cansancio hace mella en el rival, y aparecen las primeras faltas de concentración, el poderío ofensivo blanco es tal, que hacen pagar al oponente sus fisuras, por pequeñas que sean. Y así lo hizo Pepe antes del minuto 15 del segundo tiempo, que se vio demasiado solo en la frontal del área pequeña, y batió valiéndose de un poderoso cabezazo, al arquero perico, adelantando a su equipo.

La poca eficacia del trío central mermó las posibilidades merengues de ejecutar un juego fluido y dinámico, viéndose en numerosas ocasiones cómo la acumulación de jugadores en uno u otro costado, cerraba huecos y evitaba un mayor movimiento de los puntas, que hacían imposible para los centrocampistas, encontrar a un compañero en situación de ventaja. El rigor de los pericos, que siempre arropaban a sus laterales cuando bien Bale, bien Cristiano los encaraban, hacía aún más complicada la circulación del cuero para un equipo que demuestra serios problemas en esa situación.

Ancelotti volvió a apostar por un trivote, que no funcionó

El técnico italiano apostó por volver al 4-3-3 como esquema de juego, situando a Di María en un flanco de la zona central, con Modric en otro y Xabi Alonso controlando la situación desde el centro. Por delante, con la movilidad de Benzema, Cristiano y Bale como fundamento principal en ataque, esperaba generar una velocidad en la circulación que no fue tal. El de Rosario volvió a no tener una de sus mejores noches, y el flamante fichaje estival, Gareth Bale, tampoco encontró su fútbol, desaparecido durante buena parte del choque.

Sin embargo, el ariete galo sí tuvo mayor incidencia en el juego, descolgándose casi hasta el círculo del centro del campo para ayudar en tareas de distribución de balón, mostrándose participativo y acertado. A punto estuvo Benzema, además, de superar a Casilla, pero se encontró con la pierna del arquero espanyolista, muy acertado durante todo el encuentro.

Tras el gol, de forma previsible, los huecos aparecieron. El Espanyol fue presa de su necesidad de igualar la contienda, y de por tanto, tomar más riesgos, aún a sabiendas del peligro y la voracidad que llevan los ocupantes de la vanguardia merengue cuando se les conceden espacios. Esos rasguños en el entramado defensivo pudieron causar una herida mayor, si Cristiano Ronaldo hubiera estado acertado. El luso, que hoy se encuentra en Zürich, esperando oír su nombre cuando el Balón de Oro encuentre a su dueño, tuvo hasta tres ocasiones de gol manifiestas, que bien el propio Casilla, bien la inexplicable falta de puntería en un ariete de su categoría, evitaron que tuviera incidencia en el luminoso. Desde su lesión, el de Madeira se encuentra un escalón por debajo de la excelencia que demostró hasta el mes de noviembre. 

Por ello, quizás, se veía que el portugués buscaba con excesivo ahínco sumar un nuevo gol a su sensacional nómina de tantos. A pesar de no 'matar' el partido a tiempo, en los instantes finales no sufrió en exceso el Madrid, y puso amarrar unos puntos de gran valor de cara a la clasificación, pero que dejan un sabor con cierto toque amargo en la afición. En verano, Ancelotti prometió un fútbol espectacular a la hinchada blanca, ganar dando una imagen de espectáculo. A pesar de los intentos, de los cambios de sistema y probaturas varias, de momento, ese juego aún no ha llegado.