Con la agonía que genera empezar cada partido como el último de la Liga Adelante añadido al aliciente de recibir al eterno rival, el Castilla comenzó eléctrico, mordiendo en cada choque. El empuje de una afición que sorprendentemente no había llenado el Di Stéfano declinó la balanza en los primeros minutos. Burgui y Lucas volaron por sus bandas para acabar dando un simple aviso a Masip. 

Primeros minutos eléctricos

Tras mojarse la cara y quitarse las legañas, el Barcelona B a través de posesiones largas de sus centrales controló el partido. Samper bajaba hasta su propia frontal del área y, ante el mínimo peligro, devolvía a Masip para reiniciar la partida. El Di Stéfano comenzó a impacientarse al mismo tiempo que José Rodríguez, activo en la mediapunta, le reclamaba a su equipo subir líneas. Los minutos pasaban y las ocasiones reinaban por su ausencia.

Los delanteros culés también empezaron a desesperarse y reclamaron protagonismo. Adama, el jugador más determinante del equipo catalán en las últimas jornadas, no apareció hasta el minuto 20. Recibió en banda y, con zancada larga, se zafó de Casado como si se tratase de un juvenil. Su centro, peligroso al punto de penalti, no lo remató nadie. A la segunda ocasión se volvió a producir la misma situación, pero esta vez Denis alcanzó el balón pero desviándolo más aún de la portería de Pacheco.

Denis Suárez o el porqué de su vuelta

El encuentro entraba en una dinámica poco interesante para el conjunto local, que veía como cada vez Denis Suárez y Adama gozaban de mayor cuota de presencia. El hecho de ser el 'mini Clásico' y que el factor campo fuese positivo para el Madrid le daba una vida más que a su rival. Los espacios hacían daño a los cuatro laterales, inferiores en velocidad a sus contrincantes en banda. 

Denis Suárez y Adama explotaron al máximo los espacios

Esos espacios acabaron por mover el marcador, en ambos sentidos. Primero Denis Suárez realizó una sencilla pero efectiva diagonal fuera dentro para perfilarse y encontrar el mejor ángulo. Al parecer lo consiguió, porque el balón acabó entre las redes de la portería de Pacheco. El silencio sepulcral se hizo presente en Valdebebas al tiempo que Xabi Alonso, Nacho y Carvajal llegaban al Di Stéfano para ver el partido. Cada partido que pasa se entiende más el esfuerzo del Barcelona por traer de vuelta a Suárez del City. Mientras algunos aprovechaban para sacar fotos, Burgui realizaba la guerra por su cuenta e imitaba a Suárez en la realización de la acción. Este se apoyó en José Rodríguez, quien le devolvió el balón de tacón. El extremo, pese a ser zurdo, golpeó sin dudar con la derecha y se fue corriendo directo a celebrar el gol. El esférico entró por la escuadra y los flashes hacia Xabi cambiaron de dirección.

Delirio blanco

Lucas cogió galones y volvió a repetir la tónica de lo que se estaba observando esta tarde fría y gélida en el Di Stéfano: los laterales estaban muy lentos. Antes, Cabrera ya había avisado cabeceando al larguero. El extremo derecho desbordó a su par y centró, flojo y con rosca, al punto de penalti. Aguza entró en el área como el que entra en su propia casa, sin avisar y a su aire. No encontró oposición y remató sin saltar. El estallido del Di Stéfano fue el de una afición con necesidad de puntos y goles. Eusebio pedía tranquilidad, pero sus jugadores se marchaban al descanso con la cabeza gacha y con la inseguridad de un paciente depresivo. 

La vuelta al partido en la segunda parte fue más soporífera. El conjunto dirigido por Eusebio a través de la posesión controló el partido, incluso teniendo ocasiones gracias a las internadas de Denis y de Adama, que seguía desesperado sin recibir el balón y en las pocas que conseguía contactar con él creaba peligro sin apoyo de sus compañeros. 

Penalti inexistente y sentencia

El Castilla se aprovechó de está situación dubitativa a través de varios contraataques. En uno de ellos Burgui centró y el balón lo intentó desviar Edu Bedia, con tan mala fortuna de que después de golpear en el muslo derecho rebotó directo al brazo. La involuntariedad en este caso no sirvió. El colegiado lo entendió como pena máxima y no dudó en sancionarlo con tarjeta, cuando ni cortaba la trayectoria ni había sido un acto voluntario. Omar, preso de su tranquilidad habitual, lo lanzó ajustado al palo derecho de Masip. Le adivinó la dirección pero no llegó a atajarlo. A falta de media hora, se le ponía muy de cara el encuentro al filial merengue. 

El Barcelona adelantó líneas y dejó a un lado el juego de posesión. A pesar de la necesidad de sus individualidades, sus compañeros seguían incomprensiblemente sin buscar a Adama, jugador más desequilibrante. El poco peligro culé siempre llegaba con el descaro de Adama Traoré, que apenas hace veinte días cumplía la mayoría de edad. Visto el partido y sus últimas actuaciones enturbian su situación, dejando poco claro su futuro. Junto con Denis, fue de lo poco que se salvó de un conjunto perdido. El exciticen envió un balón a la escuadra pero Pacheco se estiró salvando el segundo.

Superioridad hasta las expulsiones

Manolo Díaz, con quince minutos restantes, decidió quitar del campo a Raúl de Tomás y meter al nuevo fichaje del Castilla, Willian. Como si se tratase de una oda al fútbol moderno con el cuatro a la espalda, el brasileño se colocó en la punta de ataque dispuesto a sentenciar el partido. Tuvo la oportunidad, pero su disparo se le fue desviado. En el Di Stéfano esperan impacientes en la aparición del gol en cualquiera de sus delanteros. Mientras tanto el peso del equipo, para los mediapuntas.

Se quiso complicar el partido el Castilla con cierta dosis de protagonismo por parte de Sureda Cuencas. Después del penalti no dudó en sancionar con tarjeta cualquier acción polémica y acabó expulsando a Aguza por doble amarilla. No acabó ahí la relación entre el colegiado, las tarjetas y los jugadores del Castilla. El siguiente fue José Rodríguez, quién pecó de novato y fue expulsado, también por segunda tarjeta. La actitud del árbitro comenzó a tomar tintes ilógicos. Con nueve pero con holgura, el Castilla logró tres puntos vitales en su lucha por salir del infierno del descenso. 

Así lo vivimos