La lesión de Cristiano Ronaldo cayó como un jarro de agua fría sobre la afición blanca. El semblante del portugués, tirado sobre el césped del Bernabéu en su último encuentro, ante el Borussia Dortmund, reflejaba preocupación por el estado de salud de sus músculos isquitibiales.

La pierna izquierda del luso ha dado varios quebraderos de cabeza ésta temporada al Real Madrid, y especialmente en las últimas fechas. El de Madeira ha jugado con dolor hasta que la amenaza de rotura ha sido incipiente, y tanto él como el cuerpo técnico blanco convinieron que lo mejor era parar, para evitar un mal mayor.

La jerarquía eclesiástica entra en juego

Anoeta, Dortmund y de vuelta al Bernabéu ante el Almería. Esos tres compromisos han tenido como principal ausente a Cristiano, pero dado el momento de la temporada en el que se encuentra el cuadro merengue, los partidos que podría perderse Ronaldo suben su entidad, y relevancia a la hora de juzgar la ampliación, o no, de las vitrinas del feudo madridista.

Sin su Arcángel, el Madrid tendrá que recurrir a su Ángel: Di María

A unas horas de la final de Copa ante el Barcelona, el concurso del portugués parece una utopía, y Cristiano tendrá que conformarse con animar a sus compañeros desde la banda, la grada o el sofá. El elegido para tomar el relevo tiene nombre, como el de Madeira, que evoca casi al espíritu religioso. Si Cristiano es el Arcángel blanco, el Ángel es Di María.

El internacional argentino ha pasado por todo tipo de altibajos desde su desembarco en la entidad madridista allá por el verano de 2010. Llegó a la capital española de mano de José Mourinho, y ha crecido vestido de blanco a un ritmo exponencial. Imprescindible para el primero, y también para su sucesor, Ancelotti, Di María ha sabido readaptar su juego para responder a las exigencias del técnico de turno, y salir siempre beneficiado de su entrega, coraje y despliegue físico.

El punto exacto de locura

Además de unas condiciones técnicas indudables, el de Rosario posee la capacidad de sacrificio que le convierte en una valiosa pieza a la hora de afrontar la partida de ajedrez que supone un encuentro. Más si cabe, cuando el oponente al que te enfrentas es el Barcelona. Primero como exterior, ahora como interior, la presión que ejerce Di María sobre la salida de balón del rival es clave para propiciar pérdidas en su campo que puedan desembocar en carreras desmesuradas hasta la línea de gol.

Di María será el llamado a poner un punto de heterodoxia en la ortodoxia blaugrana

Sin duda, Cristiano es el hombre más desequilibrante de la plantilla madridista. Pero antes que escoger a Gareth Bale, en su ausencia, el llamado a poner un punto de heterodoxia en la ortodoxia blaugrana es el rosarino. El galés posee unas condiciones atléticas comparables a las del ariete luso, pero no se ha destapado, al menos desde su llegada al Madrid, como un hábil regateador.

El gambeteo, tan típico de las prolíficas escuelas argentinas, uruguayas y brasileñas, es un arte que dominan en la actualidad muy pocos jugadores. Uno de los pocos exponentes de ello es el propio Di María, que con sus finas pero poderosas piernas, es capaz de enseñarle la pelota al rival al mismo tiempo que se la aleja, para someterle a su antojo y deshacerse de su marca.

En el choque que les enfrentó a ambos mastodontes del panorama futbolístico mundial, en el Bernabéu, fue el propio futbolista de Rosario el que puso mordiente el encuentro, creándole serios problemas al Barcelona en sus continuas internadas por el flanco izquierdo. En aquel envite, sus galopadas por banda desguarnecían el centro del campo madridista, y ocasionaron, en demasiadas ocasiones para los intereses merengues, superioridad en la franja ancha del campo por parte de los culés.

Di María, antes de deshacerse de Puyol (Foto | Marca).

Ésta circunstancia terminó generando que imperase el juego azulgrana, y por tanto, acercando el triunfo de los hombres del Tata. Si finalmente Cristiano, como parece, es baja para la final, Di María podría verse de vuelta a su posición natural, la de exterior por la izquierda, o la derecha, dejando su sitio por detrás bien a Isco, bien a Illarramendi, para guardar algo más la posición en el centro del campo, y no volver a repetir los mismos errores de los dos choques de ésta temporada.

Si echamos la vista atrás, la aparición de Di María ha sido clave a la hora de entender algunas de las últimas victorias blancas sobre su eterno rival. Después de dejar tumbado a Puyol con un magnífico recorte, le sirvió a Cristiano en bandeja el que era el 0-2 de un partido que terminaría con 1-3 favorable a los blancos, y que significaría el pase a la final de Copa del pasado año. Anteriormente, en la Supercopa de España, su fe a la hora de presionar a Valdés le hizo a éste errar en un despeje, que le dio la oportunidad al argentino de hacer el que era el 3-2, y que le sirvió al Madrid, merced a su victoria en la vuelta 2-1, para proclamarse campeón.