La suerte de los penaltis pone en liza la tensión elevada hasta el máximo exponente; una explosión de adrenalina controlada y soterrada en unos minutos que suelen hacerse eternos. Bien lo recordará el Real Madrid al medirse, en las semifinales de la Champions League, al Bayern de Múnich, el conjunto que hace dos temporadas destrozaba las ilusiones blancas por alzarse con la deseada, la anhelada, la ambicionada Décima Copa de Europa. El infortunio se alió con los hombres que por aquel entonces entrenaba José Mourinho para sellar una de las despedidas más amargas de los ultimos años, un desenlace que poco podían imaginar los 'merengues' y contra el que tratarían de luchar al inicio de la eliminatoria.

A diferencia de lo que sucederá en la presente edición, la Liga de Campeones inauguraba el choque de ida semifinalista en Alemania. Decidido a ejercer su condición de local, el Bayern saltaba al césped del Fussball Arena München obligando al Real Madrid a ceder en una clara advertencia de quién mandaba allí. A pesar de esto, los 'merengues' trataron de no acobardarse y exponer sus credenciales, una idea que quedaría materializada, al menos parcialmente, con la primera ocasión del encuentro, que llegaba por mediación de Benzema; el francés había recibido un gran pase de Mesut Özil y el susto germano exigió de la mejor intervención de Neuer. La oportunidad visitante, supuso además un punto de inflexión en el partido, obligando a los locales a retrasar ligeramente las líneas y mesurar sus acometidas; acometidas que no dejaron de sucederse y que se vieron recompensadas de forma temprana.

Ribéry adelantó a los suyos

Minuto 17. Córner a favor de los hombres de Jupp Heynckes y el balón, botado por Kroos, aterrizaba en el corazón del área, previa parada de Badstuber con el pecho para que Frank Ribéry la enviase al fondo de la malla de Iker Casillas. Conscientes de la importancia de los goles en partidos a eliminatoria, el tanto en contra espoleó los ánimos en el seno del equipo blanco, que abusó en exceso de los balones largos, en la búsqueda del empate. Di María y Özil variaron sus respectivas posiciones al tiempo que la zaga 'merengue' sufría con las incursiones de Robben y Ribéry, los puñales del Bayern pero las ocasiones blancas empezaron a configurarse. Cristiano Ronaldo aparecería en un encuentro que le había permitido poco lucimiento hasta ese momento con un disparo demasiado alto cumplida prácticamente la media hora de partido.

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Benzema fue otro de los protagonistas que gozó de una buena ocasión en la recta final de un choque alocado y con poco control para uno y otro equipo. Mario Gómez dio la réplica a los blancos con otra buena intentona y en medio de la fragilidad defensiva de los blancos, apurados con las acometidas alemanas y el desentendimiento en ataque se cumplirían los primeros 45 minutos, tras los cuales llegaba el momento de reconfigurar pizarras.

Özil empató el duelo tras el descanso

Que el Madrid había movido ficha en cuanto a la táctica y la actitud fue algo que quedó claro en los primeros minutos de la segunda mitad. Los blancos salieron decididos a buscar ese tanto del empate que tan valioso podía resultar en un "partido de 180 minutos". Benzema y Cristiano Ronaldo, que habían disfrutado de las mejores -aunque escasas- ocasiones del conjunto 'merengue' en el primer tramo de partido, harían lo propio de nuevo y, primero el francés y después el portugués, protagonizaron sendas acometidas en la meta de Neuer. Ninguna de ellas lograba ver puerta pero en la última jugada con el luso en la palestra, tendría lugar el ansiado 1-1. Ronaldo no logró marcar pero sí asistir a Mesut Özil para que el mago enviase el cuero al fondo de la red alemana. Jarro de agua fría en Múnich. Minuto 53 y las tinieblas que habían nublado el juego del Madrid en la primera mitad, vislumbraba un horizonte mucho más halagüeño.

No obstante, Heynckes no necestió mucho más pare reaccionar y dar salida a Müller en detrimento de Schweinsteiger, un moviminto claramente ofensivo con el fin de rematar un partido que se le estaba dando especialmente bien a los germanos hasta el empate 'merengue'. El cambio, a la postre, resultaría providencial. El conjunto muniqués volvió a adelantar filas y a presionar, tratando de cercar al Real Madrid y de anular la ofensiva blanca, que había hecho gala de una gran efectividad.

Mazazo final del Bayern

Poco a poco y con el transcurso de los minutos, el equipo local había logrado llevar el partido hasta su terreno y frenar las embestidas del conjunto blanco en una búsqueda constante del gol que debía, necesariamente, verse recompensada. Y lo hizo. Cuando los blancos se las prometían ya muy felices con un empate a 1 y la posibilidad de rematar la eliminatoria en casa apareció él, Mario Gómez, para enviar el último balón del partido al fondo de la portería madridista. Minuto 90 y el 2-1 sentenciaba a los blancos, condenándoles a remontar.

Las grandes noches europeas

El paso de los días había servido a los madridistas para digerir el duro varapalo del 2-1 y la forma en la que este había llegado. El transcurso de las jornadas les dio a los hombres de José Mourinho para llamar a sus particulares 'hordas' en pos de resucitar lo que el Bernabéu conoce como las "grandes noches europeas", esas que se acuñaron en las décadas de los 70 y los 80, con las proezas y gestas del Real Madrid, remontando marcadores imposibles y achantando rivales sólo con el peso de una grada mítica, tan legendaria como su propio equipo. El ambiente, por todo lo alto, prometía algo grande. Y las sensaciones tras el pitido final, también.

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Seis minutos necesitó Cristiano Ronaldo para perforar por primera vez la malla rival con el 1-0 que daba un giro de 180 grados a la eliminatoria y colocaba al Real Madrid por delante. Lo haría desde los once metros tras la segunda acometida de Di María, el más peligroso del partido, cuyo remate acabaría topando con las manos de Alaba para que el áribro señalase la pena máxima. A las dos intentonas 'merengues' respondieron Robben y Ribéry con sendas oportunidades que acabaron en nada.

Cristiano Ronaldo y Robben volvieron a mover el marcador

En un partido que se calmaba por momentos después del dinámico arranque vivivo, Cristiano Ronaldo aparecería, cumplido prácticamente el primer cuarto de hora de juego, para mandar la electrónico del Bernabéu el 2-0 con un remate raso y con mucha intención. Mario Gómez trató de dar la réplica a los 'merengues' de todas las maneras posibles: disparos lejanos, internadas en el área pero finalmente habría de ser Robben -otra vez él- quien también desde el punto de penalti estableciese la igualada en el marcador.

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La segunda mitad mostró un partido muy diferente, donde la intención de evitar errores estuvo por encima de cualquier otro aspecto. Madrid y Bayern se profesaban un gran respeto y sabedores de las armas del rival, la cautela se convirtió en la nota predominante. En medio de esa dinámica, los alemanes fueron dueños del balón y poseedores de la ocasión más clara del encuentro, que llegaría en el minuto 85, obra de Mario Gómez que la zaga 'merengue' lograría desbaratar sin consecuencias para un marcador que condujo directamente a los penaltis.

Prórroga infructuosa y lotería desde los once metros

El desgaste durante los 90 minutos lo había llevado, de forma especial un Bayern dueño del esférico en una situación que no hacía sentir habitualmente mal a los blancos. El tiempo complementario, por tanto, revertió la situación y fueron los de Mourinho los encargados de llevar el peso en ese último arreón. Lo intentaaron los madridistas ante un Bayern en absoluto dispuesto a nadar para morir en la orilla y tras las dos mitades de la prórroga llegó el momento temido, aquel en el que el esfuerzo queda relegado a un plano secundario en pos de la fortuna.

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Ronaldo, que había sido el autor del primer gol desde los once metros, sorprendió a todos lanzando la primera pena máxima de su equipo, detenida para más inri, por Neuer; mismo detino que la segunda, lanzada en este caso por Ricardo Kaká. La esperanza para los blancos la traía Iker Casillas al impedir que el lanzamiento de Kroos corriera mejor suerte. Xabi Alonso fue el primer jugador blanco en anotar uno de los penaltis madridsitas, mientras que 'el santo' otra vez, prendía la ilusión de la grada al blocar el lanzamiento de Lahm. Todo estaba en el aire y un agónico cosquilleo recorría los corazones del madridismo, sujetos a la esperanza del postrero penalti, aquel que Sergio Ramos envió al limbo del cielo madrileño, obligando a la platea a encomendarse otra vez a un fallo de Bastian Schweinsteiger, fallo que no llegó y que envió al Bayern a una nueva final, la que acabaría perdiendo ante el Chelsea que más tarde entrenaría José Mourinho.

Los sueño blancos volvían a derrumbarse un año más a las puertas de la gran final, del modo más cruel posible, una herida que no ha cerrado en el corazón de una afición confiada en la justicia de un fútbol que siempre ofrece segundas oportunidades. Tras la eliminación del pasado año, a manos del Borussia Dortmund, los blancos pudieron redimirse este año. Ahora, llega el Bayern.