Con el pitido final en el Allianz Arena, la alegría estalló en el seno del conjunto blanco. Aficionados, jugadores y directivos se veían, 12 temporadas después, a un solo paso de volver a proclamarse campeones de la Champions League, tras derrotar brillantemente al Bayern de Múnich por un contundente 0-5 en el global de la eliminatoria de semifinales.

En aquel momento, el Real Madrid se situaba además segundo en Liga, tras el Atlético de Madrid, a la espera de dos pinchazos de los colchoneros para hincarle el diente al título liguero, y sumarlo así al que ya ocupaba su lugar en las vitrinas, la Copa del Rey, que le habían ganado al Barcelona en Mestalla. El horizonte no podía aparecer más despejado para los hombres de Carlo Ancelotti, y la posibilidad de conseguir un histórico triplete aumentaban las ganas de los seguidores por la llegada del Valencia al Bernabéu.

Los empates ante Valencia y Valladolid, y la derrota ante el Celta dejan sin posibilidades de Liga al Real Madrid

El cuadro de Pizzi se desplazaba hasta la capital tras caer derrotado en el último segundo de las semifinales de la Europa League ante el Valencia, habiendo jugado su encuentro hacía apenas 48 horas. Los presagios hacían pensar que el Madrid podría sacar los tres puntos y acercarse al Atlético, a la espera de que estos tropezasen en su visita al Ciutat de Valencia.

Y así fue, el Levante ganó al conjunto colchonero y una victoria blanca les haría estar a tiro de piedra de su rival por el título, con un Barcelona virtualmente descartado. Pero no fue así. El Real Madrid solo pudo empatar, in extremis, su envite con el Valencia, recortando tan solo un punto en su pelea por alcanzar la cabeza de la tabla.

Quedaba entonces el encuentro aplazado por la final de Copa, ante el Valladolid en Zorrilla, y las malas sensaciones vertidas en el partido ante el Valencia se refrendaron en territorio castellano-manchego. Un solitario gol de Ramos en la primera parte le daba al Real Madrid una ventaja corta sobre su rival, que se vio anulada a falta de cinco minutos, con un inapelable cabezazo de Osorio a la red de Casillas.

La carrera por la Liga se ponía complicada, y terminó de empinarse tras el último choque. De visita en Balaídos, las posibilidades blancas de optar al título pasaban por recuperar la senda del triunfo y esperar pinchazos de sus rivales. El Barcelona, de nuevo metido en la pelea por el título, y el Atlético empataron, abriendo nuevamente una puerta al conjunto blanco que se cuidó de cerrar cuajando una de las peores actuaciones de la temporada, y cayendo derrotado ante el Celta por 2-0.

Se acababan, con ese marcador, las opciones matemáticas de título para los de Ancelotti. Desde la disputa del choque ante el Valencia, el pasado domingo día 4, pasando por el partido en Valladolid del miércoles 7 y rematado con el envite en Balaídos del domingo 11, nueve puntos en juego, dos amarrados y ningun encuentro ganado, es el bagaje del equipo merengue en la lucha final por el título.

En la jornada 36, con una aplazada, el madridismo soñaba con el triplete. Tres choques después, las esperanzas en Liga se acaban para el cuadro merengue, que se centra ahora únicamente en la final del próximo día 24 en Lisboa. Un triunfo allí haría olvidar todas las derrotas del año, pero un tropiezo ante un rival como el Atlético podría convertir una gran temporada, título de Copa incluido, en líneas generales del conjunto blanco en una campaña de infausto recuerdo.