Tras el final de la batalla en la cima de Europa, las sensaciones que deben embargar al madridismo, bien pueden ser una mezcla de alivio, emoción y alegría. La tensión contenida deja paso a un júbilo liberador en la reconquista, no sólo ya de la Copa de Europa, sino de la más pura esencia y la más fiel historia del Real Madrid. Y es que 32 años se presumían demasiados para un equipo que había hecho de esta competición 'su' competición. Consciente de toda la responsabilidad que pesaba sobre sus espaldas, los jugadores del conjunto blanco llegaban a Amsterdam conjurados en la férrea intención de morir sobre el campo, de dejar en aquellos 90 minutos el último aliento de la temporada ante un rival de renombre, como la Juventus de Turín. Y no decepcionaron los hombres de Juup Heyenckes.

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El guión previsto

Los primeros 10 minutos de partido engulleron a los 'merengues' en su propio desorden táctico. Mucho mejor posicionada sobre el terreno de juego, la Juventus hizo uso de esa superioridad que todo el mundo le presumía, habida cuenta de que los de Marcello Lippi eran ya un equipo más trabajado y rodado de lo que lo era el Real Madrid. Ante este panorama, no tardó Jupp Heynckes en reaccionar, buscando un reposicionamiento y algunos ajustes sobre el dibujo de su equipo; Roberto Carlos, por la izquierda, extremó la cautela cuidando sus subidas ante las acometidas por ese mismo costado de Di Livio y Zidane, muy vigiliado durante todo el encuentro por el centro del campo madridista; no en vano, el francés exigió a los blancos un 'dispositivo' especial para frenar su magia. Esta sería, precisamente, la labor de Christian Karembeu y Fernando Redondo -imperial en su cometido-, desplazando a Clarence Seedorf a la banda.

Raúl, en el minuto 25, protagonizó la primera gran ocasión blanca

A pesar de que en la primera mitad, la iniciativa en la faceta ofensiva la había llevado la 'Vecchia Signora', con varios disparos protagonizados por los Deschamps, Inzhagi o Davids, el Real Madrid no dejó a Peruzzi sin exigencia. El meta italiano resistió las embestidas de Pedja Mijatovic y Raúl González en sendas internadas al área transalpina que finalmente acabarían sólo convertidase en advertencias, merced de la rápida intervención de la zaga juventina y de la mala puntería de los blancos. El '7' protagonizaría, en el minuto 25, la primera gran ocasión para los suyos con una buena jugada combinada entre Mijatovic y él mismo que se perdería por muy poco.

En la recta final del primer tiempo se viviría una de las polémicas del partido con la entrada de Davids sobre Seedorf, que el árbitro del partido acabaría sancionando solo con tarjeta amarilla, peredonándole la expulsión al futbolista holandés.

Cambio en la tendencia

La segunda parte arrancaría ya con cambios en las filas de la Juve, un cambio que a la postre resultaba providencial para darle un vuelco al juego del equipo italiano, que había ido, poco a poco, cediendo bajo el madridsita. Tacchinardi tomaba el relevo a Di Livio, confiriéndole a su equipo una mayor agresividad. Sólo la sociedad Zidane-Del Piero parecía capaz de dar un paso al frente en el intento de alzar a los suyos y devolverlos a la inercia inicial de un partido que habían empezado dominando y que poco a poco, y contra todo pronóstico, había pasado a ser blanco. Encomiable la labor de Fernando Hierro anticipándose a las jugadas rivales, especialmente al dueto de gala juventino, al que llegaba a secar en determinados tramos del partido.


El desarrollo del encuentro generó un cambio de banda en Mijatovic, que pasó a la derecha, superando la actividad de Pessotto por esa parte del campo. A pesar del vuelco que le estaba dando el Madrid al encuentro, más en volandas de su propia ilusión que otra cosa, la Juve no dejó de ser un rival a tener en cuenta en ningún momento y prueba de ello fueron las ocasiones generadas por Del Piero, Zidane e Inzaghi, intentonas que pusieron en algunos apuros al Real Madrid aunque Illgner sabría, finalmente, atajarlas.

Minuto de oro y el flequillo de Montero

La voluntad de los jugadores más aguerridos de la Juventus amenazaba con ponerle punto y final a ese dominio 'merengue' que se estaba dando y ante eso, los blancos sabían que sólo valía un golpe de efecto, un puñetazo sobre la mesa y algo que se erigiera en punto de inflexión, un recurso determinante que se sacó de la manga Mijatovic en uno de los poquísimos errores defensivos que cedía la 'Vecchia Signora', impalacable como se había mostrado en eso durante toda la temporada. El fallo lol aprovechaba el jugador montenegrino para revolverse en el área y elevar un balón que a punto estaría de despejar Montero en el primer palo.

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No lo hizo y el estallido de furia contenida llevó a Mijatovic a una carrera mágica por la línea de banda, exultante ante la ejecución de un tanto que conglomeraba en el efímero segundo que había tardado en cruzar la línea de gol, toda la esencia, la historia, el sentido del Real Madrid. 32 años de sequía, de avance infructuoso en medio de un páramos desierto de la gloria europea. Todas y cada una de las intentonas fallidas desfilaban por la mente de un madridismo entregado a la gloria pero consciente de que, cumplido el minuto 66, la travesía hasta el 90 con una Juventus herida enfrente iba a convertirse en todo menos placentera. Zidane, Del Piero y compañía, no venderían barata su piel blanquinegra.

El úlitmo aliento de la Juve

En la recta final del encuentro, dispuesto a entregar la vida si fuera preciso por la salvaguarda de ese ansiado y valiosísimo gol, el Madrid ató en corto a Del Piero como ya lo había hecho Redondo con el propio Zidane, un hecho que no evitó la intentona a la deseperda de una Juve que veía esfumarse frente a sus narices el sueño europeo. Davids, Zidane, Del Piero; si ya lo habían intentado con vehemencia durante todo el partido, alcanzado el tramo final, los jugadores juventinos multiplicaron sus ansias sin foruna, poniendo a prueba a un Bodo Illgner que estuvo a la altura y no desentonó en absoluto con su equipo. El meta alemán detuvo un buen disparo de Davids, entre otros intentos del conjunto transalpino, certificando para los suyos la séptima conquista blanca, que se había hecho esperar demasiado.


El cielo de Amsterdam fue mudo testigo del regreso al trono europeo para los vikingos, gracias al gol de Pedja Mijatovic, que elevaría al montenegrino para siempre, a los altares del madridismo. El Real Madrid volvía a ser el rey de Europa. El Real Madrid volvió a reconquistarse a sí mismo.