Durante los últimos dos veranos, el Real Madrid ha mirado hacia el mercado inglés para reforzar diferentes posiciones de su plantilla. Primero, en su afán por encontrarle un complemento creativo a Xabi Alonso en el centro del campo, las miras del club blanco se centraron en Luka Modric. El croata defendía la elástica del Tottenham, pero a sus 26 años - casi 27 - pensaba en dar el salto, por fin, a un grande.

Modric desembarca en la capital el primero

Y así fue, casi con el final del mercado apremiando a la hora de realizar negociaciones. A falta de 10 días, el Madrid oficializaba la compra de los derechos del balcánico a cambio de aproximadamente 35 millones de euros. Apartado de la dinámica del conjunto de los Spurs desde que se decidió a dejar Londres para llegar a Madrid, Modric no había podido cumplir con una pretemporada en condiciones, y esa circunstancia le lastró en los primeros meses de competición.

Ya con la campaña dando sus últimos pasos, el croata empezó a mostrarse como lo que es. Un jugador con peso específico dentro del equipo, y que no se arruga a la hora de coger la batuta para dirigir con premura las avanzadillas merengues. Desde la medular, aunque algunos quisieron situarle más adelantado, en la mediapunta, el croata dio sus mejores pasos vestido de blanco, pero aún sin mostrar todo el potencial que en sus botas atesoraba.

A pesar de ello, Modric cuajó actuaciones de mérito, que le valieron a su equipo el continuar, por ejemplo, en Europa, gracias a su tremendo gol en Old Trafford, que significó el empate en un partido que se le había complicado al cuadro blanco. Su protagonismo ante el Barcelona en Liga, o el Atlético en la final de Copa fue dispar, y el equipo notaba cuando el croata no conseguía tener incidencia en un encuentro.

Bale llega para ganar la Décima

El plato fuerte llegó el pasado verano. Después de negociar por Modric, las relaciones ya de por sí cordiales entre Real Madrid y Tottenham volvieron a vivir un nuevo capítulo, en el intento, a la postre fructífero, de vestir de blanco a la principal estrella londinense. A sus 24 años, Gareth Bale se había convertido ya en toda una referencia del fútbol inglés. Ganador de dos de los últimos tres galardones a mejor jugador de la Premier, el galés se puso a tiro de los intereses blancos, y Florentino Pérez comandó la operación de compra.

En busca de la ansiada Décima Champions League, el Real Madrid a través de su entrenador y presidente entendían que, con la incorporación del expreso de Cardiff, se podría poner la guinda a un proyecto que encarase la temporada en plenitud de facultades de optar a proclamarse campeón. Su precio, osciló entre los 89 y los 91 millones de euros, convirtiéndole en el tercer fichaje - por detrás de Neymar y Cristiano Ronaldo - más caro del mundo.

Ese punto de presión por el coste de su traspaso, además de sus ganas de demostrar sus múltiples cualidades, aderezada por la, nuevamente, ausencia de preparación en pretemporada, hicieron que los primeros compases de su andadura de blanco estuvieran marcados por las lesiones. A pesar de ello, se estrenó con la zamarra merengue haciéndole un gol al Villarreal.

Decisivos en momentos cumbre

Más de 20 goles y 15 asistencias después, Gareth Bale se había asentado en el once de Ancelotti, cuajando grandes actuaciones y llevando a su equipo, por ejemplo, a celebrar la Copa del Rey gracias a una espectacular cabalgada antes de la conclusión de los 90 minutos de partido. La consecución de la Copa era el preludio de lo que había de llegar algo más de un mes más tarde.

Ambos tuvieron un papel fundamental en la final: Modric le puso el balón a Ramos; Bale hizo el 2-1 en la prórroga

Tras derrotar al Bayern de Múnich y plantarse en la final de Champions 12 temporadas después, el Atlético de Madrid se ponía en el camino de los blancos de cara a conseguir alzar la 'Orejona'. Con Modric y Bale en el once, el Madrid se disponía a afrontar el encuentro en vistas a obtener la victoria, pero las cosas estuvieron a punto de torcerse.

El fallo en la salida de Casillas, que provocó el gol de Godín, estuvo a dos minutos de costarle la temporada al club blanco. Dos minutos y 48 segundos después de cumplirse los 90 reglamentarios, Luka Modric sirvió a la cabeza de Sergio Ramos un saque de esquina que el de Camas convirtió en el gol del empate. El delirio se apoderaba de los jugadores merengues, que en la segunda parte de la prórroga, rematarían a su rival.

La cabalgada de Di María la culminó Bale, de cabeza, haciendo insuficiente la gran parada de Courtois ante el rosarino. El galés, por segunda vez, resultaba decisivo a la hora de decantar una final en favor de su equipo, a pesar de que su actuación durante el partido no había estado a la altura de sus recientes apariciones.

Dos veranos de negocios con el Tottenham y Daniel Levy, presidente del club londinense, terminaron dando sus frutos. Tanto Modric como Bale han sido capitales en la consecución del título más anhelado por el madridismo, y el dinero que el Madrid invirtió en adquirir sus derechos está más que justificado, a la vista de los resultados.