Ángel Di María ha sido uno de los grandes artífices de los últimos éxitos del Real Madrid. Tras estar en la cuerda floja en el verano de 2013, el argentino se hizo un hueco en el equipo y no sólo se quedó en el club de la capital, sino que ha sido una pieza fundamental para Carlo Ancelotti. Ahora, su marcha deja al equipo sin un activo importante. Su ascensión en el esquema madridista ha requerido uno de esos procesos que tanto les cuesta a futbolistas con una demarcación fija: la reconversión.

Ancelotti se inventó un interior

Con la llegada de Gareth Bale al Real Madrid, las bandas del equipo quedaban claramente definidas: Cristiano Ronaldo y el galés serían las alas del equipo. Además, la presencia del recién ascendido desde el Castilla, Jesé, aseguraba un recambio de garantías. En este panorama, un extremo puro como Di María, eternamente dependiente de su pierna izquierda hasta el punto de que también hace las veces de pierna derecha cuando el jugador usa el recurso de la rabona, tenía difícil ser titular. Pero fue Ancelotti el que le abrió las puertas al argentino.

El técnico italiano apostó por Di María en el centro del campo. Manteniéndose fiel a su formación 4-3-3, el zurdo pasó a acompañar a Modrić y Alonso en el medio como interior. El resultado fue un jugador liberado, con muchos metros disponibles para correr y manejar el esférico, y con diversidad de situaciones para dar pases de gol o marcarlos él mismo. Di María se desenvolvió como pez en el agua y convenció tanto a Ancelotti como a la afición. Además, en tareas defensivas su velocidad e ímpetu hacían de él un incordio constante para los atacantes rivales.

La competencia, esa gran enemiga

Siempre ha sido un rumor ligado a Di María el hecho de que el argentino no se sentía cómodo en el Real Madrid. Diferencias con la directiva, descontento con su papel en el equipo... Son muchas las variantes que pueden haber sido causas de este hecho, pero hay una por encima de todas que resulta determinante: la competencia.

Di María no ha tenido nunca fácil hacerse un hueco en el equipo, y se ha visto obligado a luchar, incluso saliendo desde el banquillo, para conseguir minutos. Sin embargo, esta temporada el problema se ha acrecentado. Su posición de interior se vio en peligro cuando llegaron al Madrid el alemán Kroos y el colombiano James. Jugadores de primer nivel que llegan al club para ser titulares, y cuya demarcación entra en conflicto directo con los intereses de Di María. Tanto Kroos, que puede jugar de centrocampista y de mediapunta, como James, que es un "diez" puro (mediapunta, segundo delantero e incluso delantero), hacen que la zona comience a estar superpoblada cuando la intención es ser titular. A ello hay que añadir la presencia de un jugador polivalente e insustituible para Ancelotti como Modrić y de un mediapunta puro (y principal afectado de la reconversión de Di María) como Isco. Por su parte, la candidatura de Alonso, Illarramendi y Khedira para el puesto más retrasado de la medular termina de llenar las vacantes.

Ante esta situación, el argentino ha decidido salir. Su nuevo equipo, el Manchester United inglés, le recibirá con los galones de estrella titular que busca. Pero queda la duda de qué habría pasado si Di María hubiese decidido quedarse y competir por el puesto.

Confianza total desde el banquillo

Si algo es seguro que no le iba a faltar a Di María en el Real Madrid, era la confianza de su entrenador. El dorsal 22 ha sido uno de los grandes abanderados en el mantenimiento del perseguido equilibrio del italiano, y su actividad ofensiva y defensiva era muy valorada. El overbooking en el centro del campo era una traba, pero si había alguien que desde el principio tendría la mitad del camino hecho en cuanto a ganar el favor del técnico, ese era Di María.

Kroos, James, la directiva, la competencia... Muchas son las variantes que han podido alejar los caminos de Ángel Di María y el Real Madrid. El argentino deja en las arcas del club una importante suma de dinero, pero a la vez trastoca ligeramente los planes de un Ancelotti que apreciaba su juego y tendrá que tapar su ausencia con los fichajes. Y se queda la idea de que, si hubiese apostado por hacer frente a la competencia, podría haber sido capaz de reivindicarse aún más vistiendo de blanco.

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Sobre el autor
Nacho González Rueda
Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid. Coordinador de NBA. Redactor de Real Madrid y Premier League. Creo en el ´where amazing happens´ del baloncesto americano, en la eternidad de los vikingos y en la magia de un campo de fútbol inglés. También fui redactor del Mundial de Fútbol Brasil 2014 y Mundial de Baloncesto España 2014. Contacto: [email protected] ¡Nos leemos!