En 1978, por medio la Ley Nº6507 se nombró el Palo Brasil como Árbol Nacional en el país del jogo bonito, en lugar del Lapacho. Al mismo tiempo, la flor del ipê, que hasta entonces era considerada como tal, fue designada como Flor de Símbolo Nacional. Esta planta, cuyo nombre varía de una región a otra, pero que en castellano se entiende como el algarrobo, posee una variopinta tonalidad, que la hace crecer de manera diferente en cada región de Brasil.

El ipê dejó su trono de Árbol Nacional y se encuadró en la categoría de las flores, orgulloso, portando sus colores. Rosa, negro, almizcle de ambos, su nómina es elevada. Los pueblos indígenas naturales de Brasil, los tupi, utilizaban la madera de éste árbol para darle forma a sus arcos, con los que poder cazar desde la distancia.

Marcelo y su travesía por el desierto

Algo similar lleva a cabo el que, al menos en el último tramo de competición, ha sido sin discursión el mejor lateral derecho del Viejo Continente. Reverdeciendo laureles en proceso de marchitarse, Marcelo ha logrado no solo asentarse en la titularidad casi dos campañas después, sino hacerlo recuperando sensaciones que le llevaron a ser considerado el mejor del mundo en su puesto.

El 14 de octubre de 2012 saltaba la noticia. Durante un entrenamiento con su selección en Wroclaw (Polonia), Marcelo se tenía que retirar lesionado, aquejado de lo que en un inicio parecía un fuerte esguince. La realidad, una vez ejecutadas las pertinentes pruebas, fue bien distinta: rotura en el quinto metatarsiano del pie derecho, y tres meses de baja.

El particular calvario, al menos en lo que a tiempo de baja se trata, de Marcelo se iniciaba. El lateral pasó algo más de 90 días apartado de los terrenos de juego, y cuando pudo retornar al mismo, su estado de forma no era óptimo, ni similar al mostrado hasta su lesión. El futbolista vertical, que iniciaba las jugadas desde la defensa, había dado paso a otro con mayores dificultades para ser protagonista, tanto en defensa como especialmente en ataque, dónde siempre había destacado.

Con Fabio Coentrao apartándole de la titularidad, a pesar de las demostradas alternativas y salidas que el concurso del brasileño le aportaba al Real Madrid, las semanas dieron paso a los meses, y éstos, a las temporadas. Desde aquel día, su puesto en el once se ha visto siempre en duda, sin la certeza de si sus cualidades le harían aferrarse al carril zurdo de la zaga merengue, o si sería su homólogo portugués el que gozase de mayor confianza de Mourinho primero, y especialmente de Ancelotti después.

Tras su lesión, Marcelo no logró reencontrarse con su juego, que le llevó a recibir elogios y ser pilar fundamental del Madrid

El italiano, con su demostrada mano izquierda, supo llevar sin dificultades el pasado curso la alternancia entre ambos, eligiendo no obstante a Coentrao para los partidos cumbre. Las finales de Copa y Champions son el mejor ejemplo, aunque fue tras esta última cuándo Marcelo dio signos de recuperación de la identidad que había dejado guardada tras año y medio de dudas.

Su salida, en el minuto 58 en el lugar del luso, impulsó a su equipo en la conquista de la Décima. Hasta el momento, el carril zurdo había sido un páramo, que con la entrada de Marcelo encontró bolsas de agua y terminó por ser el oasis en el que los peregrinos blancos hacían su pertinente parada. Autor del tercer tanto de los merengues en dicha final, el de la confirmación de que la victoria, doce años después, estaba en la mano, el brasileño dio un golpe encima de la mesa.

Lisboa, como para todos, punto de inflexión

Tras un Mundial de más a menos, como su selección, comenzó el año con las mismas dudas sobre su puesto que antaño, pero con la confianza renovada. Su concurso en los partidos comenzó a ser la tónica general, y la propia fe en su juego de Ancelotti y sus compañeros le llevaron a ser el titular por derecho propio.

Las constantes molestias de Coentrao, además, suponían un hándicap para el brasileño, a la hora de ver si con la ausencia de rivalidad, su nivel se mantenía. Y todo lo contrario, puesto que desde el comienzo del curso sus prestaciones no han ido más que en aumento. El gran juego desplegado por los blancos en las últimas semanas tiene, en varios futbolistas, una explicación adecuada, pero entre ellos se encuentra incuestionablemente Marcelo.

Marcelo, partiendo desde el lateral, le da al equipo una capacidad de juego que había perdido sin su concurso

En la temporada 2011-12, su capacidad de generar juego desde el lateral, y no limitar la producción a lo que brotase de la medular, le daba al Madrid una capacidad de sorpresa inigualable, que ha recuperado en esta campaña. Además del buen rendimiento de los Kroos, Isco o Modric, la nómina de generadores se completa con un Marcelo que es capaz de iniciar una jugada, culminarla en forma de asistencia, o bien llegando hasta la frontal del área pequeña para rematar la acción.

Además, su vertiente defensiva se ha visto reforzada con el paso del tiempo, lo que constituía el mayor desafío para el brasileño. De la escuela de los Cafú, Roberto Carlos, salvando las obvias distancias, o Dani Alves, las preferencias de Marcelo se encontraban del centro del campo hacia adelante, olvidando en ocasiones la responsabilidad en retaguardia.

Con las excepciones más contadas que nunca antes en su carrera, Marcelo ha sabido reverdecer viejos laureles, o mejor dicho, viejas flores del ipê, para darle de nuevo un impulso a su relevancia en el equipo, que ha vuelto a crecer imparable hasta ser considerada sino imprescindible, sí interesantemente importante.